Cómo es la transformación de la actriz Ximena Rivas en el papel de La Desideria

La actriz encarna al legendario personaje de Ana González en una obra que se estrena en mayo en el GAM.




Ha sido Ximena Rivas -actriz, 51 años- mujer de papeles poco comunes. En cine y también en el teatro. En 1988 dio vida a Violeta Parra en La Negra Ester; en 2009 fue la mismísima Gabriela Mistral en la película La Gabriela de Rodrigo Moreno, y hace tres años Marcelo Ferrari la fichó para personificar a Marta Brunet en la cinta Bombal. Roles que, sin duda, resultan difíciles de olvidar y que permiten preguntarle con propiedad, y a unos cuantos días de volver a entrar en la piel de otra recordada artista, la actriz Ana González: ¿Cómo podría hacerse mal un papel de tal envergadura?

"Hay miles de formas de equivocarse", dice Rivas, quien asume un gran nerviosismo frente al estreno de Radiotanda en mayo en el GAM (el día 21). "Cuando te llaman a hacer una obra de teatro en la que no hay referentes, la libertad es un 100 por ciento. Puedes inventar lo que sea. Pero con un referente vivo, no sólo es imitar, hay que darle una vida interna. Y eso tengo que sacarlo de mi. ¿Cómo hacerlo mal?: Es quedarse pegada en la imagen fija de alguien y no darle vida. Que sea una idea, que no tenga carne, que no tenga piel".

El objetivo que tiene en mente la actriz es conseguir retratar un poco su alma. "Eso es lo que enamora", piensa. Y así ha sido el trabajo que realiza desde que Javier Ibacache, director de programación de GAM, le encomendó armar este montaje que se inscribe en los homenajes del natalicio de la mujer detrás del famoso personaje La Desideria, una mujer de campo que venía a la ciudad a trabajar como asesora del hogar.

Se trata de recrear un radioteatro pero como una representación teatral basada en los libretos del legendario programa radial Radiotanda. No sólo como algo auditivo, sino una puesta en escena a cabalidad que incluye, además de canciones y textos en la voz de la propia actriz, la recreación de las transmisiones en los estudios de Radio Minería, en la sala El Ángel, y un texto escrito por Alejandro Sieveking para la ocasión.

"Ha sido un proceso intenso. Con el deseo de que ella luzca, y que yo le llegue a los talones. Que tenga la altura que merece. Yo la conocí, la vi actuar y tengo recuerdos perfectos de lo que fue Radiotanda. Sin duda, un referente cultural chileno muy potente. Me interesa mucho que esto quede bien", dice.

Ser la diva

Hay un interés en que La Desideria aparezca como tal en la escena. Que sea reconocida de inmediato. Con su tocado, con su estola de zorrillo. Y también que Ana González esté en ella. Esto, por lo menos, es el plan de Rivas, quien compartió con ella en televisión cuando recién partía en las teleseries. No les tocó actuar nunca juntas, pero Rivas sabía que era un referente. Así como también Marés González, con quien estuvo en Pampa Ilusión (2001).

"Estas actrices pertenecen a una época de divas", explica. "No es como hoy, que uno llega y ensaya con los amigos, y hacemos tele. Ellas son divas. La Ana González siempre tenía un espacio en torno a ella. Muy preocupada de las marcas. Hablaba de tú a tú con los directores. Y era muy exigente. Pero desde ella misma. No tenían una mirada tan de equipo de su trabajo.  Era otra concepción del teatro".

Buscando materiales para ser Ana González, a quien le gustaba mucho el jazz, el boogie y el foxtrot -lo que habrá en escena también-; fue como, en reunión con Alejandro Sieveking, entendió lo que viviría más adelante en persona. "Alejandro recordaba que salía al escenario y no paraba. Se le ocurría una cosa, después otra. Usaba a la gente que estaba en el público y, es más, antes de su participación en Radiotanda ella ya hacía monólogos teatrales como Desideria de los Ríos. Fue la primera en hacer stand up  en Chile. Yo hago una pasada siendo ella en el escenario, y quedo muerta. Ella cantaba mucho, y su voz era muy particular. Hablaba como cantando. El desafío más grande ha sido subirme a su carro energético: era un monstruo teatral".

Ser la voz de un pueblo

En el homenaje que Sábado Gigante le hizo, Ana González se emocionó y agradeció al público. "Sin ustedes no soy nada", dijo. Quizás por ello, el Alzheimer la dejó debajo de los escenarios, y de la vida, falleciendo en 2008.

"Su funeral fue impresionante. Era muy querida", recuerda. "Imagina que instaló la figura de una mujer popular en un escenario. La Desideria no era una mujer sumisa, era contestaría, intentaba un lenguaje formal, pero no le salía", cuenta.

Ximena Rivas no descarta que, por los papeles que lleva a cuestas, Ibacache pensó en ella para este rol. Y claro que hay puntos en común con González. Mientras la primera estuvo en La Negra Ester, la segunda lo hizo en La Pérgola de las Flores. Y mientras Rivas dio vida a papeles populares como La Poncia en Aquelarre (TVN, 1999) o Julia Méndez "La suspiro" en Pampa Ilusión (2001), González lo hizo por décadas con La Desideria.

"En esta generación surgió la actriz y el personaje al mismo tiempo. Imagínate lo rupturista que fue subir al escenario a una empleada doméstica que alegaba que estaba sin libreta. Que no le habían pagado los días libres. Puso temas sociales en el escenario".

Con libretos desde los años 50 a los años 80, conseguidos mayormente en la Archi, se fue armando la genética del montaje dirigido por Mariana Muñoz, que tiene en la dirección vocal a Ema Pinto y como actores a Braulio Martínez y Angelo Solari. Un interés por "lograr hacer que la gente ría como en los años 40, pero en 2015", dejando fuera tanto garabatos  como dobles sentidos. "Siempre se dedicó desde el humor a ser parte de la familia chilena, desde un lugar muy blanco, muy inocente, pero muy profesional", cierra.

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