Cristopher Domínguez Michael: El guardián de la literatura
Apasionado, exigente y dueño de un estilo libre, Cristopher Domínguez Michael es desde la revista Letras Libres uno de los grandes críticos literarios del momento. Aquí habla de La sabiduría sin promesa, volumen recién publicado en Chile.
En un momento en que la crítica literaria se debate entre la academia y la impunidad de los blogs, el caso de Cristopher Domínguez Michael es ejemplar: lleva más de 20 años realizando reseñas para prensa escrita, primero en la desaparecida revista Vuelta, fundada por Octavio Paz, y luego en el diario Reforma y en Letras Libres. Sólo en el archivo electrónico de esta última revista aparecen 163 reseñas que revelan, además de una amplitud enorme de intereses, la vocación especial para defenser posiciones antipopulares.
"Es bueno, también, recordarle de vez en cuando a la subliteratura que es subliteratura y no dejar que se duerman en su contagiosa inopia las Isabel Allende, los Paco Ignacio Taibo II, las Laura Esquivel", señala Domínguez. "No comparto el amor del siglo XX por la novela policiaca ni tengo paciencia con cierta literatura doctrinaria, como es el caso de José Saramago y sus libros a la vez comerciales y neostalinistas. También he dejado de tolerar el esoterismo de derechas: una cosa es Jünger, otra Miguel Serrano. O los poetas benedettianos, que son legión en nuestros países y sobrevivirán a su impresentable maestro".
Nacido en México hace 47 años, Domínguez estudió Historia y Literatura, pero podría decirse que su verdadera formación se produjo en Vuelta, revista que apareció en 1976 tras la represión del Presidente Luis Echeverría al periódico Excélsior, donde Octavio Paz, Alejandro Rossi y otros destacados intelectuales manejaban las páginas culturales. En 1989 Domínguez entró a la redacción de Vuelta y también publicó Antología de la narrativa mexicana del siglo XX. Nunca más dejó de estar en el ojo del huracán.
La polémica más reciente la motivó su Diccionario crítico de la literatura mexicana (FCE, 2007, $ 18.000), donde su libertad de criterio lo llevan a incluir al colombiano Fernando Vallejo, al guatemalteco Augusto Monterrroso o al chileno Roberto Bolaño, pues los tres vivieron períodos significativos en México. A la hora de enjuiciar a Carlos Fuentes, destaca la calidad de la novela Terra nostra, pero es lapidario al repasar el proyecto narrativo: "Su obra completa es la crónica de la decadencia y la ruina de un escritor que, habiendo sido el fundador de nuestra novela moderna terminó por convertirse en notario del agotamiento de la concepción misma de mexicanidad".
Pero los críticos literarios se conocen tanto por sus rechazos como por sus pasiones. En este sentido, el libro que acaba de publicar Ediciones Universidad Diego Portales, La sabiduría sin promesa, es quizá el más acabado retrato de Cristopher Domínguez. El volumen recoge 70 ensayos de los más variados escritores (Freud, Gide, Capote, Kundera, Mann y, sí, otra vez Paz) y funciona como una invitación a pensar la literatura en un contexto amplio: más que apegarse a los textos, Domínguez indaga en las tensiones políticas, morales y familiares que enfrentaron los escritores a la hora de crear. En un segundo nivel, el libro plantea una reflexión sobre la crítica como disciplina encargada de "alabar, censurar y ponderar".
Las revistas literarias fueron la "mente del siglo" afirma en un ensayo. ¿Han perdido ese rol?
Revistas como la NRF, Les temps modernes, Criterion o Sur forman parte de la personalidad intelectual del siglo XX y el siglo XX se aleja a una velocidad vertiginosa. Pero ello no quiere decir que no se haga estupenda crítica literaria en The Times Literary Supplement, The New York Review of Books o en Esprit. De las latinoamericanas, a veces leo con gusto Encuentro de la Cultura Cubana, Crítica (de la Universidad Autónoma de Puebla) o El Malpensante de Colombia. Mientras haya literatura habrá crítica literaria, en el periodismo cultural y en la academia. Yo preferiría que siguieran reinando las grandes revistas, en sus versiones electrónicas, si se quiere. Pero es probable que sea una aventura condenada al fracaso.
También dice que Harold Bloom, Samuel Johnson y Sainte-Beuve son conservadores y que "no hay grandes críticos que no lo sean". ¿Acaso Benjamin y Barthes lo fueron?
Me refiero a conservadores en el sentido crítico-estético y no en el sentido político. En cuanto a Benjamin, no creo que haya sido un gran crítico literario. El genio de Benjamin está en la percepción de lo moderno. Y Barthes fue, pasadas las modas y visto con mayor serenidad, un teórico equivocado, errático y, a su vez, un dueño del espíritu de su tiempo. Un buen maestro sentimental: para algunos, Fragmentos de un discurso amoroso fue nuestro Werther. Pero no puede ser un gran crítico quien, con excepción de Brecht, no le interesaba nada que no fuera literatura francesa. Quien lo diría: dueño del espíritu de su tiempo y, a la vez, un provinciano.
¿Por qué incluiría a Freud dentro del canon literario? ¿Es por lo mismo que Enrique Krauze está en su diccionario literario?
Es Bloom quien dice que Freud es el Montaigne del siglo XX, afirmación brillantísima. En cuanto a los historiadores y antropólogos mexicanos que aparecen en mi Diccionario..., la razón está en que para mí la buena historiografía es literatura, que es el antiguo criterio que yo reivindico.
Bolaño es el autor más reciente de los que aparecen en el libro. ¿Qué escritores vivos recomendaría?
Además de Bolaño, se me ocurren otros nombres, de otras latitudes, poetas y narradores: Lawrence Norfolk, Coetzee, Gonzalo Rojas, Jean Echenoz, Nicanor Parra, Michel Tournier, Corman McCarthy, Ann Carson, Raúl Zurita o críticos como James Wood, George Steiner y Guillermo Sucre.
¿Qué está leyendo ahora?
Como medio mundo, en los últimos dos años leo el Borges de Bioy, que no quiero que se me acabe nunca. En general leo varios libros a la semana: no tengo otra cosa que hacer.
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