D'Angelo cierra lista de lo mejor de 2014 en música

Un ídolo del R&B que rompió su silencio, una joven que desafió a Spotify y ganó, y un cantante octogenario que no defrauda nunca, y una banda indie de Filadelfia, fueron parte de las listas que destacaron los mejores álbumes del año a nivel internacional




Casos hay varios, pero el más reciente y mediático sucedió hace exactamente un año, cuando a solo días del fin de 2013, Beyoncé lanzó sin previo anuncio su homónimo quinto disco solista. La movida trajo buenos dividendos económicos (vendió más de un millón de copias en un mes), pero dejó perpleja a una crítica especializada que para ese entonces ya había cerrado sus tradicionales listas de recuento con lo mejor del año.

Ahora, un año después, la historia se repite, pero con otro protagonista: D'Angelo, figura primordial del R&B de los 90, lanzó el pasado 15 de diciembre su tercer trabajo de estudio, ante la sorpresa de medios y fanáticos que esperaron por cerca de 15 años su regreso discográfico.

Titulado Black messiah, el disco ha cosechado buenas críticas que lo han catapultado como uno de los mejores lanzamientos de un año en que buena parte de los álbumes que engrosan los rankings pertenecen a bandas ligadas al nicho indie.

Pero el regreso de D'Angelo no sólo ha llamado la atención por las excelentes 12 canciones que lo conforman; también lo ha hecho por la compleja historia que arrastra.

Fue una década y media en la que por poco el multi-instrumentista norteamericano termina con una carrera que, ya desde su debut con Brown sugar (1995), generó comparaciones con referentes de la talla de Marvin Gaye y Prince.

Y los problemas tenían un origen nada ajeno a las estrellas de la música: el consumo permanente de alcohol y drogas, que en el caso de D'Angelo se manifestó con claridad tras el éxito que le significo su segundo álbum, Voodoo (2000).

Sus adicciones derivaron en pérdida de contratos, detenciones y un grave accidente automovilístico. Su carrera musical avanzó sólo lenta y esporádicamente por más de una década. Pero finalmente, el factor que lo hizo retomar el rumbo, vino de la muerte de dos músicos. La primera de ellas fue la de J Dilla, reconocido productor de Detroit y uno de sus amigos cercanos, que en 2006 falleció por las complicaciones de una extraña enfermedad. "Sentí como que yo sería el próximo", aseguraría el músico en 2012 a la revista GQ.

La siguiente fue la de Amy Winehouse. La conexión entre la autora de Back to black y D'Angelo era Questlove, el histriónico baterista de The Roots, que por esos días estrechaba lazos con la cantante. Tras el fatídico desenlace de la británica, una conversación íntima entre ambos reforzó un cambio de actitud que repercutiría en la decisión de volver al estudio y terminar las canciones que ahora forman Black messiah.

El accidentado proceso se manifiesta en las diferentes atmósferas que tiene el álbum, que van desde el tono político de canciones como Ain't that easy y 1000 Deaths, a los tintes íntimos como Really love y Another life.

REGRESOS Y SORPRESAS

Además del inesperado retorno de D'Angelo, las listas de distintas publicaciones (desde Rolling Stone hasta Pitchfork) que resumen el año musical, incluyen una variedad de nombres. 2014 vio el regreso de gigantes de la música como Pink Floyd, o el polémico disco "gratuito" de U2, también publicando trabajos Foo Fighters y Coldplay, pero todos con un impacto y recibimiento moderados.

Pero si hubo un artista que sacó la cara por los veteranos, ese fue Robert Plant. La ex voz de Led Zeppelin lanzó su primer trabajo con canciones originales en nueve años en la forma de Lullaby and... The ceaseless roar, un disco que lo tiene experimentando con sonidos étnicos y beats electrónicos, que lo volvió a ubicar dentro de lo más destacado del rock internacional. También reviviendo la reputación de las glorias de antaño estuvo el canadiense Leonard Cohen. Luego de verse obligado a volver a grabar material inédito debido a problemas económicos, publicando el aclamado Old ideas (2012), el intérprete de Hallelujah lanzó este año Popular problems, durante los días que rondaron su cumpleaños número 80. Y a pesar de la edad, el legendario cantautor no decepcionó. Su trabajo mezcla sonidos acústicos y eléctricos, y un blues clásico que se echó al bolsillo a la crítica especializada.

También hubo espacio para las caras jóvenes, dentro de las cuales Taylor Swift reinó de manera absoluta. Su álbum 1989, descrito como su "primer trabajo 100% pop", vendió más de un millón de copias en tan sólo una semana en Estados Unidos. Todo sin la ayuda de Spotify, plataforma de la cual retiró todo su catálogo. Su trabajo se hizo presente en casi todas las recopilaciones de lo mejor del año.

Pero también los rankings de medios como las revistas Rolling Stone, Billboard, y sitios como Pitchfork, destacan mayormente lanzamientos de artistas que apuntan a un nicho más alternativo.

Dentro de ellos, uno de los predilectos es el de The War On Drugs. La banda de Filadelfia firmó Lost in the dream, un álbum que entre cajas de ritmo, guitarras y sintetizadores, evoca el sonido de referentes como Dylan y Springsteen. En una línea similar va la apuesta de Mac Demarco, músico canadiense que con los aires lo-fi de Salad days se ha posicionado como uno de los referentes del indie actual.

Una vertiente más futurista es la que toman otros nombres recurrentes en los listados de este año, como la interesante St. Vincent y la mezcla de llamativas melodías y riffs disonantes de su disco homónimo, elegido como el mejor del año por la revista NME; Aphex Twin y la electrónica de vanguardia de su celebrado Syro; la sorprendente FKA twigs y el soul electrónico de LP1; y el rap de Run The Jewels -la dupla de El-P y Killer Mike- en su segundo trabajo. Diversas propuestas para un panorama alternativo que se abre paso frente a gigantes de la industria.

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