Debate sobre la creación de un canal cultural: uno de los gestores del proyecto hace sus descargos
"El proyecto de una nueva TVN 2.0, con un canal cultural así financiado, no sólo refuerza a la empresa pública sino que al desarrollo cultural del país en su conjunto", señala Bruno Bettati, productor de cine y asesor de TV pública.
El canal cultural de televisión se parece al Supertanker. Aunque éste contribuyó a apagar un calamitoso incendio y daba ánimo verlo, el debate público se entrampó en discutir quién lo pagaba. Y plantear hoy que "se sigue buscando" un mecanismo que haga viable al canal cultural de televisión pública es de nuevo usar un lenguaje muy técnico que no se hace cargo de la emoción.
Sólo falta voluntad política; el componente técnico del canal cultural ya fue aprobado por Hacienda y SEGPRES en 2016. SUBTEL reservó una 3º concesión de TVN y Hacienda autorizó invertir 25 millones de dólares en contenidos culturales siempre que éstos se transmitan por ella. A partir del segundo año, los parlamentarios decidirán el aporte anual al canal cultural en la ley de presupuestos. La 1º concesión en cambio sigue bajo autofinanciamiento y compite con los otros canales. El canal cultural no está destinado a funcionar por la 1º o 2º concesión de TVN, porque éstas son para otros negocios de una futura TVN: la señal comercial y el transportador público.
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Bruno Bettati, productor de cine y asesor de TV pública.[/caption]
Capitalizar TVN sin cambios de fondo en su estatuto jurídico que lo vuelvan un verdadero canal público es desperdiciar recursos en un modelo de TV agotado. TVN debe convertirse en una empresa pública con un modelo mixto de financiamiento, con misiones públicas bien definidas y sustentadas por el Estado para asegurar su cumplimiento. Si SEGEGOB echa ahora pie atrás, permite a los parlamentarios mofarse de que el Gobierno aún no sepa lo que quiere.
Reducir la capitalización de TVN dejando al canal cultural en cero es un crimen, porque desde un principio el foco de inversión fue el start-up de 12 meses de dicho canal. Con sentido de oportunidad, esa capitalización creció a 95 millones de dólares para una TVN 2.0, empresa pública de telecomunicaciones del siglo XXI, emulando los modelos internacionales estudiados por el CNCA el 2014. La convergencia digital exige una locomotora permanente, una gran empresa pública. Su infraestructura será necesaria para el apagón analógico del 9 abril 2020, cuando todos los canales deberán tener dos señales digitales al aire. TVN todavía puede resolverlo si le entregan la totalidad de los recursos que ya se calcularon y que los parlamentarios conocen.
El canal cultural educativo debe ser gratuito, sin publicidad, con concesión propia y financiamiento público del Tesoro y de la Ley de Presupuestos. Su target son los niños, niñas y jóvenes del país, todos ellos vulnerables en el nuevo ambiente digital. En aras de la urgencia, el gobierno debiera respetar el diseño técnico que ya hizo.
El proyecto de una nueva TVN 2.0, con un canal cultural así financiado, no sólo refuerza a la empresa pública sino que al desarrollo cultural del país en su conjunto. Dinamizará nuestro saturado entorno de smartphones y flat-TVs, transmitiendo contenidos diversos y de calidad que estimulan el diálogo y la cohesión social. Es un bien público estratégico para los chilenos del futuro.
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