Dios salve a la reina
Dafne Schippers cuidó su corona en los 200 metros. Corrió en lentos 22"05, suficientes para celebrar.
Dafne Schippers, pese a sus escasos pergaminos atléticos (nueve en total, sólo dos en mundiales) goza de un cariño especial por el público. Su figura acapara todo, arrasa en todo, desde su irrupción en los 200 metros de Beijing 2015, donde sorprendió colgándose el oro en una final que dominan las atletas negras, se transformó en la favorita, en la reina.
La holandesa es una rareza. Sus participaciones internacionales, hasta el Mundial anterior, estaban ligadas al heptatlón, disciplina en la que terminó tercera en Moscú 2013. Pero sus registros en la velocidad hicieron que el equipo a cargo de la blonda se pusiera otras metas y la pasara -pese a las suspicacias iniciales- a disputar los 100 y 200 metros.
Hubo muchas dudas a esta jugada. Su biotipo, más robusto que el necesario para esta especialidad, era uno de los argumentos que hacían dudar de ella, pero apenas pudo, demostró que este desafío le viene bien. Lo mismo dijeron de Bolt, que era muy alto para correr, y ya todos saben qué ocurrió.
La reina de la velocidad hizo gala de ese apodo, defendiendo de forma perfecta su corona en el doble hectómetro, la última prueba individual de los sprints. Ansiaba correrlos; su foco estuvo instalado completamente en ellos durante todos estos días. Además, el escenario al que se enfrentaba era el óptimo, sin sus rivales jamaicanas al acecho.
El apoyo que recibió desde las gradas, la gente coreando su nombre, la avalancha de aplausos... Estaba todo para que, una vez más, hiciera su trabajo y brillara. Era ella contra los 200 metros. Nada más. La bahameña Shaunae Miller, la marfileña Marie Josée Ta Lou y la norteamericana Deajah Stevens eran las amenazas más ciertas. Aunque Schippers, desde que salió de la curva en los primeros cien metros, no supo más de ellas.
Fue una carrera perfecta para la holandesa, que a diferencia de la final vivida hace dos años, sólo tuvo que mantener el ritmo para conservar el oro. Su potente zancada y depurada técnica la hicieron dominadora absoluta. Aunque Ta Lou puso algo de presión, sólo pareció un espejismo.
Como ha sido la tónica de estos Mundiales, la carrera de Schippers tampoco fue la más rápida. Estuvo alejada de los 21"63 con los que ganó su primer Mundial, pero los 22"05 que fijó le bastaron. Y con eso ya está. Fue su mejor tiempo en el año, no hay mucho que reprocharle. Ta Lou se quedó con la plata en 22"08, estableciendo el nuevo récord de la distancia de su país; Miller fue el bronce, con 22"15.
La rubia, campeona europea el año pasado en los 100 metros (no corrió los 200 cuidándose para Río), sólo sonríe. "Mi secreto es disfrutar haciendo deporte y disfrutar cada carrera. Me sentí un poco nerviosa al inicio de la carrera, pero tengo buen sprint al final. Estoy feliz por esta experiencia y cómo ha terminado", dijo la holandesa tras la final a la agencia AFP.
Ta Lou, que volvió a cosechar otro segundo lugar, no se reprochó nada. "Hice lo que pude en la carrera. Una medalla de plata es más de lo que pedía. Ha sido una semana fantástica para mí. Estoy muy orgullosa de ambas medallas. Espero haber inspirado a muchas niñas en Costa de Marfil", concluyó.
La velocidad sigue en manos de Dafne, que ahora parece correr sola. Dios salve a la reina.
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