Efecto Michelle
Una visita a Londres es el comienzo de una historia que muestra lo importante que puede ser para los niños y adolescentes tener modelos y referentes con los que puedan identificarse.
En el año 2009, los Obama llegaron a Londres a la cumbre del G-20. Habían asumido en su cargo hace pocos meses y era su primer viaje oficial fuera de Estados Unidos, después de una elección que dejó al mundo fascinado con la nueva y joven pareja de ocupantes de la Casa Blanca. Por eso, los recibieron como si fueran celebridades. Los medios siguieron todos sus pasos, como el encuentro con la reina Isabel, en el que Michelle Obama rompió el protocolo que prohíbe tocarla y la abrazó, dejando con la boca abierta a la mitad de los habitantes del país de la etiqueta, y francamente con la mandíbula trabada cuando vieron que la reina le devolvía el abrazo.
En cada aparición la ropa de la primera dama fue escrutada por revistas y secciones de moda. Un año antes, la cantante y ex modelo Carla Bruni había dejado la vara alta al llegar a la capital británica del brazo de su marido, el presidente francés Nicolas Sarkozy, vestida de Dior, una de las casas de moda más tradicionales de Francia, pero dirigida entonces por el inglés John Galliano, lo que hizo que los locales se rindieran ante su glamorosa diplomacia.
Michelle Obama, en su visita en cambio, afirmó el estilo por el que será recordada, la fórmula que combina ropa de diseñador con marcas masivas, como los chalecos que usó esa vez en algunas actividades, entre ellos uno azul con rombos que causó gran controversia entre las especialistas, e hizo que algunos medios perdieran de vista que mientras lo usaba ocurrió algo decisivo para ella.
Fue la visita al colegio Elizabeth Garrett Anderson, en la zona norte de Londres. Un colegio estatal, sólo para mujeres y en el que en ese momento se hablaban 55 idiomas porque el 92 por ciento de las alumnas pertenecían a minorías étnicas, un quinto de ellas, hijas de refugiados y asilados. Fue el único discurso que dio en ese viaje.
Dos semanas antes a las adolescentes les habían advertido que recibirían a una visita ilustre, sin decirles quién. Algunas pensaron en Michael Jackson, otras en Oprah Winfrey. No supieron que sería la primera dama de EE.UU. hasta que apareció en el escenario del colegio. "Quiero que sepan que tenemos mucho en común. Nada en mi trayectoria hacía predecir que yo iba a terminar aquí parada como primera dama de Estados Unidos. No me crié con riquezas ni recursos de cualquier clase social, por decirlo de alguna manera… Si quieren saber la razón por la que estoy aquí, es gracias a la educación. Yo nunca capeé clases. Me encantaba sacarme sietes (As). Me fascinaba ser inteligente. Me gustaba llegar a tiempo y terminar mi trabajo. Siempre pensé que ser inteligente era la cosa más cool del mundo", les dijo emocionada.
El encuentro dejó a las escolares electrizadas porque se identificaron con su visita. "Ella lo hizo. Y entonces nosotros también", dijo una de ellas a The Guardian. Pero también ayudó a Obama a encontrar su causa: la educación, sobre todo la de las mujeres, por lo que entre otras cosas creó en 2015 el programa Let Girls Learn, que busca escolarizar a las 62 millones de niñas que no van al colegio en el mundo. Tras ese encuentro en Londres, vinieron muchas otras reuniones con estudiantes, en su país, en México, en España, en Liberia y también en Chile a donde vino en 2011 y fue al Instituto Cumbre de Cóndores, el primer liceo bicentenario del país, en el que saludó con un aplaudido "Renca rocks", en alusión al cartel "Renca la lleva" de la comuna, el mismo que el nuevo alcalde ahora quiere sacar.
Ahí nuevamente hizo un discurso motivacional y destacó los casos de tres alumnos. Para eso, semanas antes de su llegada a Santiago una funcionaria de la Embajada de EE.UU. fue al colegio y con ayuda de la orientadora entrevistó a estudiantes. En la embajada explican que buscaron casos que de alguna manera reflejaran y reforzaran el mensaje de sacrificio y superación personal. Entre los que Obama mencionó finalmente en su discurso estuvo Daniel Olave, quien un año antes había visto morir a su hermano mayor en un asalto sin que llegaran a tiempo los servicios de ayuda y urgencia. En medio de su duelo, el adolescente ingresó a bomberos –para ayudar a que algo así no vuelva a pasar, explica- y buscó un liceo que ofreciera la especialidad de atención de enfermería. Lo encontró en Renca y se cambió aunque eso lo obligaba a viajar casi dos horas desde su casa en la comuna de El Bosque.
"Yo no sabía que me iba a mencionar, y ni siquiera escuché cuando lo hizo. Estaba en plena adolescencia, pasándolo mal, entonces no estaba pescando. Sólo me di cuenta cuando después de que terminó se me empezaron a acercar las cámaras y periodistas y me mostraron el discurso", recuerda Olave, que hoy es teniente segundo de la Undécima Compañía de Bomberos. La mención tuvo un efecto, no sólo porque fue a programas de televisión, sino que también porque varios compañeros con los que no había podido integrarse conocieron su historia y comenzaron a respetarlo, explica el joven que este semestre congeló sus estudios de obstetricia en la Usach y está trabajando para juntar los fondos para retomarlos.
Dos meses después de esa visita a Chile, Obama volvió a Inglaterra y acompañó a las niñas que había conocido previamente a Oxford, la más solemne y respingada de las universidades británicas. "Ustedes pertenecen aquí", les dijo esa vez. Al año siguiente fue el turno de las escolares y una docena de ellas viajó a la Casa Blanca.
La historia no termina ahí. En julio pasado Simon Burgess, economista de la Universidad de Bristol, presentó un estudio en el que analizó los resultados en los exámenes finales de esas estudiantes en los años posteriores a la primera visita de la todavía primera dama y mostró que ellas habían mejorado significativamente sus notas en comparación con las alumnas de los años anteriores, y en relación al resto de los colegios estatales de Londres. Eso, según al autor, respalda el valor que pueden tener la inspiración y los referentes para promover la superación personal entre los niños y adolescentes. "La parte difícil", dice en su artículo, "es encontrar oradores con esa conexión tan cercana con los estudiantes que les haga creíble decir 'yo era como tú, tú puedes ser como yo'". Es decir, no es tan fácil encontrar a Michelle Obama.
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