El ambicioso plan del vocalista de Iron Maiden por traer de vuelta a los antiguos dirigibles "Zeppelin"
Tras invertir 450 mil dólares en 2014, Bruce Dickinson buscan financiamiento para el desarrollo del Airlander, considerada la aeronave más grande de la historia. Tendrá su vuelo inaugural en 2016.
Fue en 2014 cuando Bruce Dickinson, fanático de la tecnología aeronautica, se embarcó junto a la empresa Hybrid Air Vehicles (HAV) en la producción del Airlander, un avión híbrido similar a un Zeppelin y considerada la aeronave más grande de la historia.
Dickinson, quien además es piloto comercial, empresario, licenciado en historia, esgrimista y la voz de Iron Maiden, uno de los conjuntos fundamentales del heavy metal, se fijó en las llamativas características de la nave: una longitud igual a la de una cancha de fútbol, velocidad de 160 Km/h, soporte de carga de 50 toneladas, autonomía superior a la de cualquier vehículo aéreo conocido, la posibilidad de mantenerse hasta 21 días flotando en el mismo lugar y el medir 18 metros más que un Airbus A380, el mayor avión de pasajeros. Cuenta con cuatro motores para su propulsión, hace uso del helio para llenar su enorme casco, es silencioso y ayuda al medioambiente.
La tecnología del Airlander fue patentada por primera vez en 2001, cuando pasó a manos de los militares estadounidenses. Sin embargo su desarrollo fue lento y los recortes de gastos retrasaron su progreso. Desde entonces la aeronave sólo tuvo un vuelo de prueba en 2012, en Nueva Jersey. Posteriormente, el HAV compró la patente y ya cuenta con el apoyo del Reino Unido, quien planea construir cientos de las aeronaves para llenar los cielos. Además, se proyecta la construcción del Airlander 50, un aparato aún más grande para vuelos comerciales.
Bruce Dickinson en tanto, contó a The Guardian que en un principio la decisión de invertir 450.000 dólares no fue fácil, y que "la gran bolsa de helio bien podía convertirse en humo". Aún así, cree que la tecnología ha sido ignorada y siente que podría ser la respuesta a las necesidades de la aviación del mundo.
El proyecto también tiene algo de romántico, e intenta traer de vuelta una reliquia del pasado. El primer Zepppelin voló en 1910, logrando transportar 10 mil pasajeros en 15 vuelos. Con tecnología de punta pára la época fueron considerados verdaderos hoteles flotantes y su rapidez era mayor que los barcos, reduciendo a la mitad el tiempo de viaje. Todo eso quedó en nada tras el famoso incendio y accidente del Hindenburg en 1937, lo que implicó la caída y el fin de la producción del medio de transporte.
Actualmente el proyecto está en espera de financiamiento y entre sus usos comerciales se cuenta la filmación, las comunicaciones, vigilancia, transporte de mercancías y equipos, a todos los rincones de la tierra. Puede aterrizar en el agua, desierto o el hielo, permitiendo el acceso a lugares remotos y de difícil acceso, desde las selvas de África hasta el terreno helado de Canadá.
Las demostraciones comenzarán en 2016, buscando recaudar dinero extra para comenzar su fabricación. Según la empresa, hay un mercado para un máximo de mil naves.
Fuente: The Guardian, HAV
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