El Dakar sudamericano menos chileno

Pablo Quintanilla

El clásico del todoterreno, como cada año, inaugura el calendario internacional de eventos. Hoy se disputará la primera etapa de una edición que ha sido catalogada, a priori, como la más dura desde que la carrera arribó a este continente. Encima, un 2017 con pocos nacionales en la ruta.




Una locación inédita tendrá en la jornada de hoy la partida del Dakar. Asunción, la capital de Paraguay, recibirá los rugidos de los motores que disputarán la edición 2017 de la carrera, la novena en tierras sudamericanas, tal como ayer en la partida protocolar.

La sede de la Confederación Sudamericana de Fútbol recibió las verificaciones técnicas de las máquinas, de la que todos los chilenos salieron airosos, y aunque el paso de la prueba por tierras guaraníes es corto, marca un hito en una edición del Dakar llena de novedades.

Porque la ubicación del primer bivouac en Asunción es de las menores de las novedades del clásico del todoterreno para este año. Bolivia dejó de ser un sitio de paso para conocer la belleza -y dureza al mismo tiempo- del Salar de Uyuni, para recibir la carrera durante varios días, incluyendo el ascenso a La Paz, ciudad que será sede del codiciado Día de Descanso.

La altura de las tierras bolivianas serán un desafío extra para los pilotos, que deberán luchar más tiempo que antes contra los efectos de la puna y la falta de oxígeno en el cuerpo; pero también se convierte en un doble desafío, pues las máquinas sufren también con los efectos de la altura.

Argentina, el único que nunca ha faltado en las ediciones sudamericanas, cerrará el recorrido, y se espera que sus tierras reflejen los efectos de los nuevos sistemas de navegación que se pondrán en funciones.

El GPS no será tan fundamental al momento de conseguir ubicar la ruta correcta. De la misma manera los waypoints estarán escondidos, lo que implicará mayor tiempo en encontrarlos y seguir la ruta.

Los caminos, como nunca antes, serán duros, tal como lo decidió Marc Coma, el español que dejó las motos para pasar a ser director de rutas de la competencia. Ya en 2016 cumplió esa función, pero la abrupta salida de Perú del interés por recibir la carrera lo hizo perder buena parte de su trabajo y tener que rehacer la ruta final con caminos alternativos. Esta vez, todo se hizo a su elección.

Por primera vez, habrá cinco categorías en competencia. Cuando la prueba arribó a Sudamérica, a los tradicionales autos, motos y camiones se les sumó la serie de quads, que antes participaban contra las motos de dos ruedas. Esta vez, es tiempo de los UTV, los vehículos de cuatro ruedas más livianos, que no serán más comparados con los vehículos mayores y recibirán sus propios touaregs al final de la competencia.

No hay chilenos en los UTV, como tampoco en los camiones, pero es un fenómeno que también tiene a Chile con uno de los menores parques desde que la prueba se masificó para los deportistas nacionales, al arribar a América.

Apenas nueve nacionales sabrán de las rutas, cinco en motos, apenas uno en cuatriciclos y tres en autos, dos como conductores con navegantes extranjeros y uno como copiloto de un boliviano.

En motos, Pablo Quintanilla, campeón del mundo en 2016, se suma a la lista de favoritos donde también estarán el campeón, Toby Price; Stefan Svitko; Matthias Walkner y Sam Sunderland.

En quads, Casale sabe que sus principales rivales serán Rafal Sonik y Josef Machacek, aunque la mayoría del parque es sudamericano.

En los autos, las figuras se desperdigaron por las diferentes marcas. En Peugeot seguirá Stephane Peterhansel, Mini sumó a Mikko Hirvonen y Toyota, a Nasser Al Attiyah.

Serán dos semanas de carrera; 14 etapas de soledad, algunas dunas, salares, caminos malos y otros peores, con rocas insufribles, con poco descanso y mucho polvo. Como debe ser.

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