El nuevo tono de Bachelet en campaña

Michelle Bachelet llegó a Chile hace dos meses decidida a mantener su perfil de ex presidenta y no entrar en polémicas. La apuesta, sin embargo, varió a partir del 21 de mayo. Tras su polémica gira a Dichato -que coincidió con la noticia del apoyo formal del PC- ha apuntado sus baterías contra La Moneda, en un movimiento destinado a retomar el control de la agenda.




"HACEMOS un llamado al gobierno a la tranquilidad y que no se dediquen todo el día a ver qué hace Michelle Bachelet". Poco antes de las 13 horas del lunes recién pasado, el secretario ejecutivo de la campaña de la ex presidenta, Rodrigo Peñailillo, habló ante la prensa apostada en la Contraloría. Peñailillo, catalogado como el asesor de mayor confianza de la ex mandataria, había llegado junto al senador Ricardo Lagos Weber para reunirse con el contralor, Ramiro Mendoza. En un encuentro de no más de 20 minutos, le entregaron un escrito -de una plana y media de extensión- con supuestas pruebas de "intervencionismo electoral" por parte de funcionarios de gobierno de la VIII Región, en contra de la actual candidata PS-PPD-PC-MAS e IC.

La visita de los personeros bacheletistas a Contraloría cristalizó un cambio de tono en la campaña de la ex mandataria, quien, tras haber llegado a Chile con la firme decisión de mantener un perfil de ex jefa de Estado -alejada de las polémicas con el resto de los candidatos y con el gobierno-, daba cuenta ahora de la determinación de enfrentarse con el Ejecutivo.

Según advierten en la Concertación, Bachelet abandonó la estrategia que puso en práctica apenas llegó a Chile. Si ya en el discurso donde anunció su candidatura, en la comuna de El Bosque, evitó criticar a La Moneda, la mayor prueba de esto la dio el 4 de abril, cuando al presentar a los integrantes de su comando y ser consultada por un emplazamiento público del Presidente Sebastián Piñera a "responder por los éxitos, logros y fracasos de su gobierno", optó por un escueto "paso".

La única vez que había roto esa regla fue cuando le contestó a la ministra Evelyn Matthei, luego de que ésta la acusara de haber orquestado la destitución de Harald Beyer.

Las primeras luces del cambio de enfoque de Bachelet asomaron después del discurso presidencial del 21 de mayo.

La ex directora de ONU Mujeres no sólo fue cuestionada por ser la única candidata, junto a Marcel Claude, que no asistió al acto en el Congreso, sino que fue la protagonista indirecta de la última cuenta pública de Piñera: el Mandatario comparó los logros de su gobierno con los de Bachelet en más de 30 oportunidades. Esto hizo que, al día siguiente, la ex ministra lanzara su primera crítica frontal al Presidente.

Junto con denunciar una "ausencia de propuestas y pronunciamientos en algunos asuntos fundamentales que preocupan a los chilenos", acusó una "cierta tentación de creer que el país comenzó el año 2010", en evidente alusión a las comparaciones hechas por Piñera, pese a que ella misma, en su última cuenta ante el Congreso Pleno en mayo de 2009, también contrastó sus logros con los de su predecesor, Ricardo Lagos Escobar.

Apenas cerrado el capítulo "21 de mayo", Bachelet realizó la gira más delicada y polémica de su campaña: visitó el jueves 24 y viernes 25 las localidades de la VIII Región más golpeadas por el terremoto y tsunami de 2010.

En momentos en que la justicia negó el sobreseimiento del ex subsecretario del Interior Patricio Rosende y de la ex jefa de la Onemi Carmen Fernández, y luego de que los querellantes solicitaran que la propia ex mandataria fuera interrogada como inculpada, Bachelet fue a Dichato. El carácter sorpresivo y privado de la visita (sin prensa y a puertas cerradas con 30 pobladores) desató duras críticas, al punto de que el diputado RN Frank Sauerbaum la acusó de haber ido "escondida como un delincuente". A esto se sumaron rayados en la zona y contramanifestaciones que fueron catalogadas en su equipo de campaña como "hostigamientos".

Aquí se produjo una segunda y dura embestida de Bachelet en los últimos días: dijo que si se reunió en privado con la gente de Dichato, se debía a que los adherentes a su candidatura habrían sido amenazados por funcionarios de gobierno con la pérdida de beneficios sociales.

Esta acusación tuvo una frontal respuesta por parte del gobierno.

En paralelo a esto, el Partido Comunista entraba en la recta final de su debate interno, que terminó con la histórica decisión de apoyarla como su candidata para primarias y primera vuelta, lo que le abrió un flanco de quienes -tanto desde la misma oposición como desde el oficialismo- acusaron una izquierdización de la ex mandataria y cuestionaron duramente al PC.

Tras estos agitados días, el pasado fin de semana, Peñailillo estuvo a cargo de confeccionar el documento que presentó ante la Contraloría el lunes 27.

De acuerdo a cercanos al comando bacheletista, el equipo de campaña de la ex mandataria piensa que La Moneda pretende hostilizar a la abanderada. Por ello, entre el sábado y el domingo, el ingeniero se dedicó a recabar información y optó por perseguir la presunta participación de autoridades locales y del gobierno central en las contramanifestaciones.

Más allá de la extensión y solidez de la presentación, en el entorno de Bachelet comentan que el comando persigue dos objetivos con esta arremetida.

En primer lugar, se busca enviar una señal a La Moneda y acusar ante la opinión pública que el gobierno habría orquestado una campaña de descrédito contra la ex presidenta. En el comando asumen que la denuncia ante la Contraloría difícilmente terminará con una sanción a los funcionarios acusados (el miércoles, La Moneda aseguró que no había fundamentos). Sin embargo, de acuerdo a las mismas fuentes, en la casona de calle Tegualda esperan expectantes que el contralor -como lo hizo tras indagar la presencia del entonces ministro Laurence Golborne en un acto del Día de la Madre en Recoleta, previo a las elecciones municipales- emita nuevamente el instructivo recordatorio de 2009 a petición de senadores UDI y RN, que restringe la participación de funcionarios públicos en actos proselitistas.

El segundo objetivo, agregan, era dejar claro que detrás de la arremetida está directamente Bachelet. Por lo mismo, se optó por el inédito protagonismo de Peñailillo, cuyas declaraciones públicas, hasta entonces, se resumían en haber pronunciado su nombre y cargo en la presentación oficial del comando de la ex presidenta, el 4 de abril.

Horas después de la presentación en la Contraloría se reunió el comité político del comando, liderado por Peñailillo. En la cita, de casi tres horas, se ratificó el nuevo enfoque de la campaña. El primer énfasis apunta a que la oposición debe salir a fiscalizar al gobierno, en momentos en que La Moneda ha criticado con dureza a la administración Bachelet. Otros puntos donde existió acuerdo pasan por que la ex presidenta retome el control de la agenda y que los partidos logren ordenarse, ad portas de los debates televisivos entre las cartas de la oposición (10 y 23 de junio).

Desde que el 1 de mayo el bloque cerró las puertas a las primarias, las apariciones de la candidata quedaron relegadas a dar explicaciones por los conflictos en el conglomerado, cuya mayor expresión la dio el episodio de Camilo Escalona.

Peñailillo inició la reunión con un relato de lo que, según dijo, presenció en la gira de Bachelet en la zona del 27/F. El resto de los integrantes lo escucharon con atención: el jefe programático, Alberto Arenas; Orieta Rojas, jefa territorial; el socialista Robinson Pérez; y los timoneles PPD y PS, Jaime Quintana y Osvaldo Andrade, respectivamente, entre otros.

Tras el encuentro del comité político quedó claro que existe un debate interno respecto a si la oposición debe o no centrar todos los dardos -en forma casi exclusiva- en el gobierno. Al respecto existen dos versiones. Una apunta a que se trata de una decisión tomada y que es funcional para invisibilizar a los abanderados oficialistas, lo que contrasta con quienes señalan que es un tema que se ha evaluado, pero que aún no está cerrado.

En los últimos días, la agenda había estado marcada por dos temas que no son gratos para su campaña. Primero, el tsunami del 27/F, con su arista judicial y su primera visita a la zona como candidata. Segundo, el debate sobre el apoyo formal del PC, que la llevó a negar una "izquierdización" de su campaña.

A eso se sumó la agresión que sufrió el martes en Arica -cuando un estudiante de la U. de Tarapacá la escupió-, desatando un repudio transversal. También se dio a conocer la notificación por parte del SII de que investigará una denuncia hecha por el periodista Tomás Mosciatti en contra de su hijo Sebastián Dávalos, con quien mantiene un litigio por injurias y calumnias.

Conscientes de que exponer constantemente a la candidata a una dinámica como la vivida estos últimos días provocaría un desgaste mayor en su aprobación, la idea es que los partidos asuman como la punta de lanza de las confrontaciones con el Ejecutivo.

Si bien desde las tiendas se asegura que la idea es que éstas sean las que asuman un rol más decidido como "escuderos" de la ex mandataria ante el gobierno, altas fuentes del comando dan cuenta de que los partidos han sido poco proactivos en esta función. Pese a ello, al menos en la más reciente polémica que salpica a Bachelet, el de los falsos exonerados políticos detectados por Contraloría, fue Andrade quien abrió una polémica con el ministro Chadwick, por las irregularidades en la entrega de beneficios a cerca de 3.000 casos indagados.

Un punto clave abordado en el encuentro del lunes fue la importancia de que las colectividades del bloque opositor no cometan más errores. Un escenario ideal, dicen, fue la unidad mostrada a mediados de abril frente a la acusación constitucional y posterior destitución del ex ministro de Educación Harald Beyer.

Sin embargo, el capítulo de las primarias desordenó y tensionó el clima interno. Esto fue motivo de autocrítica en la cita del lunes, al punto de que en un momento de la reunión Andrade realizó un análisis sobre la responsabilidad de las colectividades en este episodio. El timonel socialista habría sido duro con el PS, asumiendo su grado de culpa y señalando que, desafortunadamente, los problemas de su partido neutralizaron al comando de Bachelet durante dos semanas. Hasta fines de abril, estiman los miembros del comité político, la ex presidenta copaba la agenda política, y tanto el gobierno como el resto de los candidatos habían estado reaccionando a sus anuncios.

Para evitar nuevos roces entre los partidos de oposición antes de las primarias del 30 de junio, en la Concertación se acordó aplazar las negociaciones parlamentarias. Así, los representantes de los partidos sostendrán una última reunión el martes próximo y, como no se espera llegar a un acuerdo, retomarán las conversaciones el 1 de julio. Se considera imposible que la DC se defina antes de conocer los resultados de su precandidato.

Esta misma decisión de no tensionar las relaciones se hará extensiva a las definiciones programáticas -reformas constitucional, tributaria y de educación, entre otras-, y la candidata dará a conocer algunas definiciones, las que no serán zanjadas del todo sino hasta después de las primarias.

En sintonía con la estrategia de evitar enfrentamientos, Andrade habló el martes por teléfono con el presidente de la DC, Ignacio Walker, y el líder del PC, Guillermo Teillier, para solicitarles que cuidaran las formas, bajaran el tono del debate y no encendieran polémicas públicas por la incorporación comunista a un eventual gobierno de Bachelet.

No todos están de acuerdo con la estrategia del comando. En parte del establishment de la Concertación hay dudas sobre la conveniencia de la nueva táctica, ya que corre con ventaja en las encuestas y no necesita confrontarse con el gobierno. De acuerdo a influyentes dirigentes del PS y la DC, críticos de su equipo de campaña y de su conducción política, la candidata está haciendo un diagnóstico equivocado de los cambios del país y sobrevalorando las peticiones de los movimientos sociales.

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