El rugido de Santiago Gets Louder invadió la capital
Exitoso debut para la mayor cita de rock duro del año, encabezada por Faith no more, Deftones y System of a down en el ex aeropuerto de Cerrillos.
Hasta los rockeros más duros, toleran. En una de varias postales de la larga jornada de la primera versión del festival Santiago gets louder (quizás la mejor es la de Mike Patton ingresando al escenario en silla de ruedas, pero luego hablaremos de aquello), Andrés Giménez del súper grupo latino De la tierra presentó a Alex González, el histórico baterista de Maná. Y a pesar de los recelos, el aplauso fue unánime porque "El animal" como lo apodan, estuvo a la altura de la jornada encabezada por emblemas del rock pesado de los últimos 25 años como Faith no more, Deftones y System of a down, por citar a los más rutilantes del cartel de un evento que además puso a prueba al ex aeropuerto de Cerrillos como centro de espectáculos al aire libre, que ayer demostró ser un sitio apto para esta clase de montajes de alta convocatoria, considerando que el 5 de diciembre se realizará en el mismo lugar la primera versión del reputado festival electrónico Sónar.
Faltaban más de seis horas para que System of a down cerrara pero una cosa ya era segura: la gran mayoría de los 40 mil asistentes acumulaban un considerable zumbido en los oídos. Si ajustamos el selector en la casilla quisquilloso, se puede reparar que en citas similares en el exterior se suele facilitar tapones a quienes se atreven a instalarse en las primeras líneas al borde del escenario. Pero no fue más que un pequeño detalle. Después de años de eventos de distintas envergaduras al aire libre en Chile, las lecciones se han aprendido y los resultados hoy brillaron.
Los accesos fueron impecables y fluidos, tanto para el público general como quienes adquirieron entradas categoría Vip y asistentes con problemas de desplazamiento. Una caminata de unos diez minutos separó la entrada hasta llegar a los cuatro escenarios montados, dos monumentales en la planicie, otro más pequeño y uno bajo techo. El servicio de comidas funcionó expedito (solo hubo algunas aglomeraciones promediando la tarde) y los baños químicos sorprendieron por su pulcritud. Tenían hasta espejo. Y a pesar de algunas intentonas de doblegar rejas convocadas a través de Facebook, la seguridad logró frenar tales arrebatos.
Mientras algunos aprovechaban de hacerse selfies con Sergio "Pirincho" Cárcamo, parte del staff de la radio que transmitió el evento, cientos se agolpaban en el hangar SGL stage para ver a los ganadores del premio Pulsar, Recrucide. Los sitios techados sin tratamiento acústico nunca son una buena alternativa para la música en vivo, menos para una banda de metal. Aún así ofrecieron un sólido número, lo mismo Cómo asesinar a Felipes que en paralelo actuaban en una de las tarimas mayores. A estas alturas, cabe preguntarse hasta cuándo la talentosa banda que combina hip hop y jazz seguirá siendo programada como entremés en los grandes festivales chilenos. Les pasó en el Rockout de diciembre pasado y ahora. Merecen un mejor horario. A la misma hora se presentó La Mala senda con su rock de toques melancólicos a la manera de Deftones y pinceladas de Foo fighters en los cortes más rápidos.
Luego vino el número que deparaba mayores distancias: De la tierra, donde militan además del batero de Maná, Andreas Kisser de Sepultura, Flavio Cianciarulo de Los Fabulosos Cadillacs, y Andrés Giménez de A.N.I.M.A.L. Tuvieron un mal arranque con problemas de sonido -inaudible el bajo y los bombos-, pero luego emparejaron a costa de la labia trasandina de Giménez, los portentosos riffs de Kisser, y un par de covers bien elegidos de Titas y Mano negra. Les sucedió Weichafe con la novedad del nuevo baterista Roberto Ugarte, demostrando que es lejos de las bandas chilenas con mejor comunicación con su fanaticada, para dar paso al debut de los franceses Gojira. Aunque algunas de sus letras abordan temáticas ecológicas, su metal oscuro y brutal apenas permite intuir sus buenas intenciones. Fueron uno de los puntos altos de la tarde. El turno siguiente fue para Lamb of god. A pesar de la alta convocatoria, carecen de matices en su metal gutural y violento, para finalmente tornarse tediosos y prescindibles.
Más tarde habría sido un gusto disfrutar del espectáculo de Alain Johannes en un mejor horario -competía con Deftones-, pero de todas formas en el hangar, ante un reducido público, demostró nuevamente su gran talento donde caben el rock duro y la melodía por partes iguales junto a los músicos chilenos que le acompañan, entre otros, Cote Foncea de Lucybell.
En el atardecer de sol rojizo la banda de Camilo "Chino" Moreno ofreció un show demoledor visitando su amplia discografía que hasta ahora no ofrece puntos débiles. Desde el disco debut de hace 20 años hasta su excelente último título Koi No Yokan (2012), Deftones dejó en claro por qué está en lo alto del rock estadounidense. La combinación de agresividad y ternura que caracteriza su sonido llevó al público a mecer sus brazos de un lado para otro como si se tratara de un viejo concierto de Mecano, a saltar y montar pogos dignos del thrash metal. Como siempre, desde que debutaron hace tres lustros en el estadio Víctor Jara, Deftones se ganó al público de comienzo a fin. Y mientras actuaban, en el escenario de al lado los técnicos de Faith no more, impecablemente vestidos de blanco, montaban los instrumentos y equipos de la banda de San Francisco, a su vez ataviados del mismo color, más una serie de arreglos florales.
Terminado el show de Deftones por los altoparlantes se escuchó el tema de La Pantera Rosa y La Era de acuario, ejemplos del easy listening del que siempre hizo gala el quinteto. A las 20 horas exactas, apareció el conjunto. El último en ingresar fue Mike Patton en silla de ruedas y con un bastón en el regazo, un chistecillo alusivo a su fenomenal porrazo de hace unos días en Rock in Rio, cuando su piquero a la audiencia terminó en un foso. La banda arremetió con Motherfucker, uno de los cortes destacados de su último álbum de este año Sol invictus. Por supuesto, el vocalista no estaba lesionado de gravedad. Menos su garganta. Como siempre.
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