El síndrome de Solomon
A los jóvenes les encanta creer que el mundo empezó a girar con ellos. Y surgen los noveles mesías que sentencian que fulano es mejor que zutano y mengano, y resulta que nunca vieron jugar a zutano ni a mengano. Lo lamentable es que lo repitan los comunicadores que usufructúan con los resultados: si la selección gana aumenta la audiencia, llegan más patrocinadores, hay más viajes, más viáticos.
Muchos entrevistados tienen un doble discurso: dicen algo en privado y otra cosa distinta en cuanto les ponen un micrófono o una cámara. Esto debido al síndrome Solomon (por el sicólogo social estadounidense Solomon Asch): el miedo que genera no encajar con la opinión de la mayoría.
La supuesta mejor generación de la historia jugó 240 minutos contra Argentina y no sólo no le pudo ganar, sino que no le convirtió un gol. Tampoco Argentina, la diferencia es que Chile se quedó con los trofeos…
En la década de 1940, Argentina contó con el mejor fútbol del mundo y ganó cuatro Copas América (1941, 1945, 1946 y 1947). No participó en Mundiales, debido a la Segunda Guerra o por causas políticas, como en Brasil 1950. Su primer título fue recién en 1978, pero a los medios transandinos no se les pasó por la cabeza decir que esa selección de Menotti, Kempes, Fillol, Luque y Passarella era mejor que la de Moreno, Pedernera, Di Stéfano y compañía.
El principal argumento de los adoradores del presente es que la hipotética mejor generación de la historia clasificó en cancha a dos Mundiales. No reparan en que el sistema permite que clasifique la mitad: cinco de 10 equipos. O más de la mitad: cinco de nueve, cuando Brasil es campeón o dueño de casa. Antes era eliminación directa, tocaba el mejor Perú de la historia y quedabas afuera (1977). Ni hablar si se trataba de Argentina (1957), Brasil (1954 y 1989) o Uruguay (1969).
Con el sistema actual, las selecciones de Luis Tirado, Ladislao Pakozdi, Salvador Nocetti, Caupolicán Peña, Pedro Morales y Orlando Aravena, en ese orden, habrían clasificado a Suiza 1954, Suecia 1958, México 1970, Argentina 1978, México 1986 e Italia 1990.
La presunta mejor generación de la historia ha enfrentado a las peores de sus rivales, los que hace rato dejaron de ser poderosos: no he visto un Brasil más malo que el del Mundial 2014, que tenía un solo crack y que quedó descartado por lesión (Neymar).
¿Y si le hubiese tocado medirse con Pelé, Garrincha y Didí (1958 y 1962)?; o Pelé, Gerson, Tostao, Jairzinho, Rivelino y Clodoaldo (1970); Zico, Sócrates, Falcao, Toninho Cerezo y Junior (1982 y 1986); Romario y Bebeto (1994); Ronaldo y Rivaldo (1998); y estos dos últimos más Ronaldinho Gaúcho (2002). ¿O contra Maradona en lugar de Messi?
Por mucho que los medios bombardeen día y noche con lo contrario, un Mundial es más que una Copa América.
En las dos finales, Argentina se creó las mejores oportunidades de gol: Higuaín en 2015, Higuaín y Agüero en 2016. Si ellas se hubiesen materializado, los mismos que se han dedicado a hacer claque habrían dicho que "jugamos como nunca y perdimos como siempre" y "al fútbol chileno le falta clase".
La globalización, la ley Bosman y el pasaporte comunitario estrecharon las diferencias, porque los grandes disminuyeron su poderío y los chicos mejoraron. Por primera vez Bolivia tuvo jugadores en Europa.
Sin perjuicio de lo anterior, brindo por el cambio de mentalidad y los triunfos.
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