El taller de juguetes de Correos
Un total de 50 mil cartas de niños recibió la repartición, de las cuales, más de 43 mil han sido apadrinadas. La campaña se cierra el viernes.
UNA BOMBA de insulina. Ese fue el regalo que Javiera Espinoza, de 11 años y quien vive en La Pintana, pidió en una carta que escribió para esta Navidad. En la misiva contaba que, debido a su diabetes, tenía que inyectarse siete veces al día y que ese instrumento podía "sanarle la vida".
"Nos impactó tanto que aquí quedamos todos en shock. Afortunadamente aparecieron dos padrinos para hacerse cargo del aparato, que vale cerca de $ 2 millones, y de su mantención", cuenta Lorena Bravo, subgerenta de marketing de Correos Chile y coordinadora de la campaña "Apadrina una carta", que organiza la repartición estatal.
La iniciativa nació hace 21 años como un gesto de los propios trabajadores de Correos. Ellos se dieron cuenta de que en noviembre comenzaban a llegaban cartas de niños dirigidas al Viejo Pascuero. Las leían, se emocionaban, compraban los regalos y los entregaban, pero cuando el volumen aumentó, tuvieron que salir a pedir ayuda. Entonces, la empresa asumió la causa como suya.
"Este año recibimos más de 50 mil cartas, de las cuales se estima que el 85% han sido apadrinadas por distintas personas en todo Chile. Además, por primera vez, tuvimos 350 correos electrónicos, de niños que escribieron directamente a nuestro sitio web", aseguran en Correos.
Las solicitudes que llegan son de todo tipo. Desde las clásicas pelotas, robots y muñecas, hasta otras impactantes, debido a su crudeza. Por ejemplo, Fernanda, de nueve años, pidió un tratamiento para la adicción a las drogas de su madre. "La pequeña vive sola con la mamá y dice que es muy buena, pero que cuando consume se olvida de ella. Desgraciadamente, aún no tiene un padrino", dice Lorena Bravo.
Otro de los obsequios que más piden los niños son paseos y cenas para su familia, en la noche del 24. "Una niñita de 10 años, por ejemplo, que tiene problemas neurológicos y vive en silla de ruedas, quería conocer el zoológico. Una familia ya la contactó y la llevó a ver los animales", cuenta una de las voluntarias que trabaja ordenando las cartas y los regalos en el tercer piso de la sucursal de Plaza de Armas. A ese lugar lo llaman "El taller de juguetes".
Conforme ha aumentado el número de cartas, Correos también ha tenido que mejorar la organización de los datos. Actualmente, las cartas se leen, luego se digitalizan y se crea una base de datos con el niño solicitante, al cual se le asigna un código de barras.
Como la "picardía criolla" o intentos de abusos del servicio no faltan, en esta etapa también se revisan los datos y eliminan algunas cartas que llegan repetidas hasta 10 veces. "No creemos que exista mala intención, pero sí que algunas mamás piensan que enviando más cartas tienen más posibilidades de respuesta", destaca la gerencia de marketing.
El siguiente paso es cuando las cartas se ponen a disposición del público, a contar de noviembre, en 40 sucursales de Correos a lo largo del país, más algunas cadenas de supermercados y malls.
En cuanto a la entrega de los paquetes, la mayor parte de los 43 mil padrinos va a dejar personalmente los presentes a la casa del niño o niña. Sólo unos cinco mil son enviados a las oficinas de Correos. Ayer, por ejemplo, en la casa central, el tercer piso estaba completamente saturado de juguetes y bicicletas. Gracias al código de barras, éstos se entregan en pocos minutos al niño que lo va a retirar, y que previamente ha sido contactado por la empresa.
Pablo Montané, gerente general de Correos Chile, afirma que "hace más de dos décadas que realizamos esta campaña y es impresionante no sólo el cariño y ternura de las cartas, sino también la solidaridad de los chilenos para apadrinarlas. Cumplir los sueños de los pequeños de escasos recursos sigue siendo una prioridad para mucha gente".
Las personas que quieran sumarse a la campaña aún pueden hacerlo, hasta el viernes 27.
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