El tiempo que pasamos solos
Vamos en el auto, en el metro y en la micro solos. Almorzamos sin nadie en la silla del frente. Compramos, vemos televisión, hacemos ejercicios y usamos el computador en solitario. De a poco hemos transformado actividades que eran comunitarias en individuales. Es la paradoja de las sociedades modernas. Cuanto más grande las ciudades, más tiempo pasamos sin nadie alrededor que conozcamos.
Entre el almuerzo y las horas de viaje, Marcelo (casado, 44, Las Condes) pasa cuatro horas solo al día. Tania (soltera, 25 años) está sola seis horas diarias principalmente por viajes en micro, gimnasio y lectura. Bastián (16), en tanto, pasa cuatro horas solo en su casa hasta que el resto llega... Cuanto más grandes las ciudades, más tiempo pasamos solos.
Los viajes, las jornadas laborales, los trámites a la hora de almuerzo, los momentos para darnos un gusto... Todo requiere tiempo y cada vez toma más minutos hacerlo. Y a eso hay que sumarle que como la oferta de actividades ha aumentado, es más difícil hacer calzar nuestros horarios con los horarios del resto.
Y el resto no es el desconocido que nos pelea el lugar en el vagón del Metro, el asiento en la micro o la máquina en el gimnasio. El otro es el amigo al que no vemos hace más de un mes porque siempre alguno de los dos cancela o el hijo con el que muchas veces no se puede desayunar porque alguno de los dos sale más temprano.
Esto no se trata de soledad ni de vivir solos. Estamos hablando del tiempo que pasamos solos. Que cada vez es más. Porque todos, sin darnos cuenta, empezamos a hacer mucho más frecuentemente las actividades que de por sí hacíamos en solitario (trasladarnos, leer, comprar).
Y en esa misma línea, hemos dejado de hacer las que eran más colectivas (entre otras, ver televisión), para transformarlas en individuales.
Así las cosas, hemos decantado en que por estos días estar solos no nos molesta. No por nada, sólo el 9% de los encuestados en el informe PNUD 2012 reconocía que lo que lo hace más feliz es compartir la vida con los demás. Lo que más buscamos para ser felices es vivir tranquilos y sin sobresaltos (36%), aunque eso implique estar sin compañía.
Bueno. Malo. De los dos. Tenemos más autonomía, más tiempo para pensar y para consolidar nuestros recuerdos. Pero, también, nos acercamos algo más a la sensación de soledad.
PARTE DEL DIA
Ocho de la mañana. Bienvenido al taco matutino, en el que la mayoría de los autos llevan un único ocupante: el conductor. Y bienvenido, también, al primer momento, de unos cuantos del día, de estar solos.
Una de las paradojas de las sociedades modernas es justamente esa, a más gente, menos compañía. Y si bien acá no se ha medido específicamente, países como Noruega ya tienen cuantificada esta paradoja: allá los ciudadanos pasan menos tiempo en la casa que antes.
De acuerdo a los especialistas, los tiempos de traslado están directamente relacionados con la disminución de la cantidad de horas en la casa. De hecho, es uno de los factores que más incide en que estemos solos durante la semana. Como consecuencia, en comparación a hace 20 años, los noruegos pasan 15 horas diarias solos (contando el sueño), casi dos horas más que el tiempo que se pasaba en solitario en los 90.
Ahora, si nos centramos en Chile, esta paradoja se percibe como nunca antes. En términos concretos, diariamente el 45% de los chilenos se desplaza de su comuna para trabajar o estudiar (en 2002 era 40%). En términos prácticos, en cuatro décadas pasamos de 8 kilóMetros a 103 kilóMetros de vías de Metro, las micros se triplicaron y el número de taxis creció siete veces. Todo para hacer frente a la expansión de la ciudad y la movilización urbana.
Así, crecieron las opciones de transporte y, consecuentemente, los tacos, y con eso, cada vez se hace más necesario el diario gratuito y la música en el celular. Porque el tiempo promedio de viaje en el transporte público pasó de 44 minutos en 1991 a 48 en 2006.
Y en el Metro -según la empresa, la mayoría de los 2,3 millones de pasajeros diarios viajan solos- aumentó la permanencia de la gente dentro de un vagón siete minutos promedio.
Y sí, claro, siempre quedará moverse en lo propio, en el auto, que es más rápido y sobre el que uno tiene todo el poder. Lástima que muchos hayan pensado lo mismo y al mismo tiempo, y ahora no hay quién no participe activamente de un taco (los autos particulares aumentaron de 35% en 2002 a 41% en 2012).
Más autos, más tacos, más minutos sobre él, más momentos sin compañía: alrededor del 80% de los vehículos tiene un solo pasajero. "En 2001 el promedio de viaje en auto era alrededor de 20 minutos. Hoy está cerca de los 30. Por eso el auto se transforma en el living de la casa", dice Louis de Grange, ingeniero especialista en transporte y académico de la U. Diego Portales.
Ya. Descartados la micro, el Metro y el auto, ahora sí que lo que queda es la bicicleta, transporte al que de a poco se han ido pasando muchos. ¿Conclusión? Aumentó -también- el medio de transporte más individual de todos: desde 2005, cada año suben en 20% los usuarios que se movilizan en bicicleta por Santiago.
En concreto, ya desde 2001, todos los santiaguinos, exceptuando los que vivían en la zona oriente, destinaban en traslados 16 horas semanales, independiente del tipo de transporte. En la zona oriente era una hora menos (estudio realizado por los investigadores Sergio Jara y Marcela Munizaga, del Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI).
Y todo lo anterior es para cuando hablamos de personas que se mueven dentro de la misma ciudad. Porque si ampliamos, se suma cerca de un millón de personas que a diario se trasladan a trabajar a otras provincias o regiones (ocho de cada 10 pasajeros de Metrotrén viaja en solitario. Encuesta Collect GfK).
"El aumento de tiempo solos está relacionado con el aumento de la complejidad de la vida urbana. Estar solo es más común en la medida en que el desarrollo de distintas actividades requiere procesos que involucran desplazamientos constantes", dice Adriana Palacios, sicóloga social de la U. del Desarrollo.
La complejidad, entonces, la hemos estado experimentando en el día a día. Y como en todo, nos ajustamos a pasar más tiempo en algún transporte. Lo malo es que el método de adaptación pasó por cambiar algunos hábitos que nos ponían en contacto con los demás.
Uno de ellos, el desayuno. Ya es habitual comprar un pan en los locales del Metro o tomar un café frente al computador de la oficina o en las cafeterías.
Según Starbucks, las personas llegan a tomar y comer algo antes de entrar al trabajo y permanecen alrededor de una hora realizando distintas actividades como, por ejemplo, leer (leer libros ha aumentado de 25% a 28% entre 2011 y 2013 en tiempos de ocio en solitario, según el estudio Chile 3D 2013 de GfK Adimark).
Otros, en tanto, prefieren usar estos lugares para trabajar. Solos. En el café Juan Valdez de Alonso de Córdova, entre las 8 y las 10 de la mañana, el 60% de sus clientes está solo y, en promedio, pasan dos horas sentados y trabajando. "Comentan que trabajar acá les brinda la comodidad y soledad necesarias para concentrarse", dice Freddy Montero, administrador del lugar.
LA TARDE DE A UNO
Llega la hora de almuerzo y sólo el 33% afirma que lo hace en compañía de algún colega de trabajo (encuesta Laborum.com). El resto, sin nadie en la silla de enfrente.
Eso lo han constatado incluso en los delivery: En Hellofood, empresa que reúne restaurantes a domicilio, lo más recurrente a la hora de almuerzo es el pedido para una persona.
Y los principales motivos de por qué almorzamos solos son dos: el primero es porque no coinciden los horarios con otros compañeros (40%) y esta incompatibilidad horaria abarca desde la hora del almuerzo hasta para viajar.
Carlos Catalán, sociólogo experto en uso de tiempo, explica que el proceso de modernización ha hecho que cada vez tengamos más opciones de actividades.
"Hay tanta variedad de oportunidades, que ponerse de acuerdo con otro es difícil. Es una de las razones más profundas de esta ecuación que va cambiando el recurso del tiempo. Antes todo era colectivo, ahora hay una tendencia a invididualizar las actividades", explica.
De hecho, de los que tienen hijos, el 40% no comparte nunca con sus amigos. La agenda de los niños manda. Pero tampoco cambia tanto la vida social de los que no tienen hijos: 30% de ellos se junta entre una a tres veces al mes con sus cercanos (PNUD 2012). Poco ¿no?
Volviendo a lo del almuerzo, comemos sin compañía, pero rápido (55% dice que tarda media hora), porque ese espacio lo estamos aprovechando para otras cosas: trámites bancarios, comprar algo que queremos o lo que algún hijo necesita.
Ya en 2001, el estudio de Sergio Jara constató que las mujeres que viven en el sector oriente son las que más tiempo destinan a trámites y compras: dos horas y media semanales. ¿Y los que menos? Los hombres del sector sur: una hora y media.
Es decir, que nuestros tiempos no coincidan con los de otros ha llevado a que hagamos más actividades en solitario. Cada vez más gente va al gimnasio (aumentó de 8% en 2012 a 13% en 2013 según Chile 3D), pero es menos frecuente que nos inscribamos con alguien (del total de socios de los gimnasios Energy, sólo el 18% va acompañado).
Consuelo Gunzmüller, profesora del gimnasio NovaSports, comenta que el 80% hace gimnasia solo. "Si bien la gente toma la rutina de ejercicios acompañada, al tiempo empiezan a venir solos. Es un tema de horarios", dice.
En esa línea, el vitrineo semanal también ha cambiado. En la tienda Zappa, de Costanera Center, afirman que el 60% de las mujeres ahora va sola a comprar. En Wrangler, en tanto, los hombres que pasan a comprar rápido (y solos) aumentó 25% respecto al año pasado.
Ejemplos más, ejemplos menos, el 12% reconoce que su tiempo libre en la semana lo pasa, principalmente, solo. Más abajo aparecen los que dicen pasar su tiempo libre junto a amigos (sólo 10%. Estudio Chile 3D 2013 de GfK Adimark).
"Las agendas no coinciden y, como consecuencia, nos acostumbramos a estar solos. Por lo que empezamos a buscar situaciones que mantienen ese estatus", dice Palacios (el 38% prefiere almorzar sin un conocido al frente).
De hecho, los expertos dicen que, por ejemplo, si 4.000 profesionales realizan trabajo desde la casa es, justamente, porque es más cómodo. Pero también porque nos gusta.
No le vemos nada de malo. Y en ese entendido, podría explicarse que el 28% de las personas que pasan su tiempo libre solos el fin de semana, aprovechan para salir de la ciudad.
Desde hace 20 años que las Cabañas Hermansen en Maitencillo reciben clientes. Pero en los últimos seis años, ha aumentado entre 15% a 20% las personas que arriendan solas. "Antes era raro esto. Ahora se ve mucho joven que viene a estudiar u hombres de 50 años", dice Morelian Gaete, administradora.
LA NOCHE EN ZAPPING SOLITARIO
Y al final llega la noche. Ya pasó el taco de la mañana y los de la tarde. Ya comimos dos de las cuatro comidas diarias sin nadie conocido en la silla de al lado o del frente. Ya hicimos los trámites, las compras y todo lo que teníamos que hacer. Y, en general, todo eso en solitario.
Aunque tampoco es que vayamos por la vida sin nadie a quien conversarle algo un poco más comprometido que un "buenos días o buenas noches" dichos al pasar.
Entre el teléfono e internet intentamos estar siempre conectados con los más cercanos, a pesar de nuestra distancia física.
De hecho, en los últimos tres años, según Claro, los clientes han aumentado más de 400% por la irrupción de smartphones a costo $0 que incluye plan de voz e Internet.
Y aunque la concentración del tráfico de llamadas se da entre las 19 y las 22 horas, según la empresa preferimos más chatear que hablar.
Ese es uno de los cambios más trascendentales del último tiempo. En 10 años, la cantidad de personas que tiene acceso a internet en la casa aumentó de 10% a 45%, según el último censo.
Sin embargo, de acuerdo con Jacqueline Olds, siquiatra de Harvard Medical School y autora del libro El americano solitario: yendo a la deriva en el siglo 21, internet ha sido otro de los grandes impulsores de que pasemos más tiempo solos.
"Con ello no tienes que salir a comprar, no tienes que ir a la biblioteca. Te puedes comunicar desde tu escritorio o trabajar desde la casa. Dos de las actividades principales que antes se hacían con otras personas, ahora se hacen solas", dice a Tendencias.
Mientras más tiempo pasamos en solitario, más nos comunicamos en términos virtuales. En 2011, el 36% navegaba por internet en sus tiempos libres, en 2013 aumentó a 43%, según el estudio Chile 3D. Es la actividad más recurrente. ¿La segunda? Chatear o usar redes sociales: 38%.
John Urry, sociólogo y profesor de la U. de Lancaster, experto en movilidad, explica que ésta es nuestra nueva forma de comunicación con los otros. No sólo con los amigos, sino que también con los más cercanos.
"Con el celular uno está avisando que existe, que aún estás presente. Sin embargo, nos estamos acostumbrando a vivir a la distancia: antes querías llegar a la casa o ver a alguien. Ahora sólo llamas", dice.
Eso ha hecho que ciertas conductas al interior de la familia cambien al llegar la noche. Quizás lo más negativo dentro de este tiempo solos.
Según el sicólogo Raúl Carvajal, de la Clínica Santa María, antes las comidas se compartían en familia, hoy están todos hiperconectados de distintas maneras y ocupados en sus agendas cada vez más exigentes.
"Hoy el hombre o la mujer que llega a la casa, encuentra a un hijo chateando, el otro viendo televisión y la otra estudiando en su laptop. La irrupción del tiempo tecnológico asila mucho a la gente", dice.
Los expertos coinciden en que debido a esto los tiempos de familia que antes se daban todos los días, están siendo cada vez más solitarios.
Un ejemplo concreto es la actividad más frecuente que se hace como familia: mirar televisión. En 1996, el 80% decía que en algún momento del día veía televisión en familia. Paulatinamente ha bajado. Hoy llega a 73%, según la Encuesta Nacional de Televisión 2011 de CNTV.
Pero hay un detalle. La gente ve más televisión en familia los fines de semana (siete de cada 10 reconocen hacerlo).
De lunes a viernes, entre las 18 y 22 horas, el 36% de los encuestados reconoce que ven televisión solos. Esto es más fácil que décadas atrás. En 1993, sólo había 1,9 televisores por hogar. Hoy llegan casi a 3 (2,7).
Y las personas promedio por hogar en Chile son 3,28. A diferencia de antes, hoy cada uno tiene su control remoto.
Estamos juntos, pero no revueltos.
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