Expedición determinará estado de especies marinas de Juan Fernández
ONG Oceana lidera el trabajo más completo hecho en el lugar, que por primera vez permitirá obtener información precisa sobre condiciones de conservación de las especies bajo el mar.
A pesar del compromiso de los pescadores del archipiélago Juan Fernández con la pesca sostenible, al comparar su biodiversidad marina con la de las islas Desventuradas, que poseen características similares, es posible notar que algunas de las especies que comparten son más pequeñas que en su sistema gemelo, también de origen volcánico y ubicado cientos de kilómetros al norte. La razón: las Desventuradas casi no tienen intervención del hombre y allí los peces pueden alcanzar sus máximos tamaños.
En esas diferencias profundizará un equipo de la ONG Oceana, que este viernes comenzó una expedición por el archipiélago Juan Fernández. Por tres semanas explorarán el sistema submarino, haciendo un catastro de las especies que viven allí y su abundancia. Ello permitirá comparar los estados de ambos ecosistemas con la misma metodología, repitiendo el trabajo que el equipo hizo el año pasado en las Desventuradas. Pero también con los otros dos sistemas insulares oceánicos chilenos: Isla de Pascua y Salas y Gómez.
"Es la más completa expedición marina, hasta el momento, en este lugar", indica Alex Muñoz, director ejecutivo de Oceana en Chile. Llevan cinco biólogos marinos, todos buzos profesionales, chilenos y extranjeros, además de tres documentalistas que seguirán el trabajo.
"Esta línea de base nos va a permitir saber cuál es la real importancia biológica de Juan Fernández. Sabemos que es un sitio excepcional por la belleza y la gran abundancia de peces, pero por primera vez tendremos información precisa sobre las especies y su estado de conservación", explica Muñoz.
Alvaro Palma, doctor en Ecología y Oceanografía y gerente de FisioAqua, indica que las principales amenazas para el ecosistema submarino del archipiélago son la pesca -la utilización de algunas especies como carnada y que aún no son estudiadas- y la contaminación local, debido a la remoción de tierra y erosión que puede afectar el borde costero. "Va a ser importante documentar cómo está su abundancia y tamaño promedio, porque una especie puede no extinguirse, pero ser afectada de manera importante antes de hacerlo, y la idea es no llegar a la extinción de una especie para preocuparnos", dice.
Carlos Gaymer, doctor en biología, ecología y conservación marina de la U. Católica del Norte, agrega que la importancia de estos estudios radica en que servirán para tomar decisiones.
Así ocurrió con el trabajo que realizaron con la isla Salas y Gómez, que comparada con su ecosistema gemelo -Isla de Pascua- presenta mejores condiciones, lo que se demuestra en la mayor cantidad de peces por hectárea (tres veces más toneladas que en Isla de Pascua) y la presencia de grandes depredadores tope (el más alto de la cadena), como el tiburón.
"Eso hizo que los primeros interesados fueran la Comisión de Pesca del Senado que, sobre la base de estos antecedentes, hizo una solicitud al Ejecutivo para proteger Salas y Gómez antes de llegar a los niveles de deterioro de la Isla de Pascua y permitió que en 2010 se creara el Parque Marino Motu Motiro Hiva, de 150 mil kilómetros cuadrados, el más grande de Latinoamérica", cuenta.
Ahora, isleños y ambientalistas luchan por que su ecosistema se convierta en un área protegida. "No cabe duda de que el lugar es importante y esperamos que el país asuma el desafío de protegerlo frente a la pesca industrial, siempre considerando la opinión local que, en definitiva, sabe cómo administrar sus aguas", dice Muñoz.
Los resultados de estos estudios pueden ayudar a lograrlo y, por lo mismo, existe premura por obtener sus resultados. Los preliminares deberían estar a fin de mes.
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