Fabián Cerda, de arquero a maestro chasquilla
El portero llegó a la factoría cruzada de la UC a los nueve años, aguardó su oportunidad y terminó dando el salto al primer equipo. Tras ocho años en la élite del fútbol y ante la ausencia de buenas perspectivas, dejó los guantes a un lado y se atrevió a empuñar una brocha. Hoy trabaja en la construcción mientras aguarda su regreso a las canchas.
"Es todo un proceso. Hay que echar pasta muro, lijar, dar la primera mano de pintura y después sacar los detalles. Una vez hecho eso, se repite el proceso, se vuelve a pintar y ya con la segunda mano quedaría listo". Son las 5 de la tarde en el Parque Villa Los Álamos de la comuna Padre Hurtado cuando los trabajadores se toman un respiro. El sol comienza a declinar sobre las cumbres nevadas de la Cordillera. Está a punto de concluir otra larga jornada de trabajo en la obra, otro día normal. Pero el que comparte con La Tercera todos los pormenores de su rutina laboral es, en realidad, un recién llegado. Un novato que acaba de aprender el oficio. Su nombre es Fabián Cerda y su profesión, en rigor, no es la de pintor, sino la de futbolista. Futbolista profesional.
"Llegué el año 98 a Católica y ahí empezó toda mi historia como cruzado. En 2008 me subieron al plantel y ahí estuve hasta que me fui a préstamo en 2015. El año pasado se me terminó ya mi proceso en Católica y ahora me ha tocado vivir la otra parte, estar sin club, estar cesante, tener que ver otras opciones, y ese es un poco el resumen de mi carrera", rememora, con palabras lentas, el arquero, apoyado contra el muro de una casa en construcción.
Asegura Fabián Cerda que tres días después de rescindir su contrato con Trasandino, club al que había llegado procedente de la UC y al que defendió hasta el término del último torneo, comenzó a trabajar en la obra. Sus motivos; los de cualquier persona que debe seguir generando ingresos para pagar facturas, para mantener a una familia, para ganarse el sustento: "Yo terminé un día viernes en Trasandino y ya el lunes empecé a trabajar acá. Tuve tres días de descanso y ya al tiro empecé con el tema de llevar plata a casa, porque por detrás tienes una familia, un hijo, otro en camino, a tu señora, cosas que pagar. Y lo poco y nada que se gana acá me ayudó un poco a aliviar el tema económico", explica.
Atrás quedaban casi ocho años dedicados íntegramente al fútbol profesional y marcados, en su mayoría, por una larga y casi rutinaria suplencia en la disciplina del cuadro estudiantil. "Yo antiguamente me conformaba con estar, pero la primera vez que salí a préstamo me di cuenta de que tenía que haberlo hecho mucho antes. Ahora que estoy sin club me he dado cuenta de todo lo que podía haber hecho antes cuando estaba a la sombra de Cristopher (Toselli) y de (Franco) Constanzo", reconoce el guardameta, de 27 años, quien achaca a su juventud parte de aquellos errores: "Yo creo que más que nada fue un tema de estar cómodo. Lo tenía todo en Católica. Hoy en día me gustaría volver el tiempo atrás y a los 20 ó 23 años decir: 'Sabéis qué, me tengo que ir de acá, chao'. Pero no fue así. Creo que me faltó un poco de madurez, porque por mucho que sea hincha y muy fiel a Católica, tenía que haber tomado otro camino", confiesa.
Cuando los compañeros de trabajo de Cerda regresan a sus quéhaceres, el jugador echa la vista atrás y reflexiona sobre su presente: "El último año y medio ha sido muy duro para mí, porque de estar en uno de los clubes más grandes de Chile, pasar después a jugar en categorías menores y ahora estar sin club, es un cambio muy drástico". Un cambio que, sin embargo, no ha hecho perder la fe al formado en San Carlos. "Mi primera opción sigue siendo regresar a las canchas. Por eso estoy entrenando en el Sifup, para cuando suene mi celular estar preparado. Pero si no llego a encontrar club, tal vez esté mañana llevando un casco blanco y trabajando de supervisor en una obra", apunta.
En los trabajos de la Villa Los Álamos, que muy pronto se convertirá en un flamante barrio residencial, a los profesionales también les cuesta asimilar el hecho de contar con la presencia de un ex jugador de Universidad Católica en su cuadrilla. Y es que no acostumbran los futbolistas de Primera a moverse en ambientes tan mundanos, a vivir con los pies tan cerca del suelo. "El futbolista profesional vive en una nube, en el mundo de Bilz y Pap, pero la realidad está fuera de eso, es otra cosa. Lo que yo estoy viviendo ahora, eso es la realidad. Saber cuánto cuesta realmente ganarte la vida. En Católica yo ganaba bien y de una botaba mucha plata. Creo que esto que estoy viviendo ahora me ha ayudado mucho a avanzar, a fijarme otros objetivos, a tomar otras decisiones", sentencia Fabián Cerda, con una sonrisa, quizás un tanto amarga, instalada en su semblante.
Cuando finaliza la jornada laboral en el sector surponiente de Santiago, el arquero pintor deja su brocha. Y compara cómo era su vida antes con cómo es ahora. Sin nostalgia. Con franqueza. "En este trabajo estoy desde las 8 de la mañana hasta las 5 y media de la tarde. En cambio, en el fútbol trabajas 2 ó 3 horas y ya estás en tu casa. Pero éstos son procesos que estoy pasando. La idea de mi tío, que fue quien me metió en esto, es dejarme en el futuro a cargo de una obra. Y tengo que trabajar para aprender el oficio. Puede llamar la atención lo que estoy haciendo, pero estoy pensando a largo plazo", manifiesta.
Sus escasas dos semanas de trabajo en su nuevo oficio, el que hoy ejerce, circunstancialmente, mientras aguarda el llamado de algún club, ya han surtido su efecto, y el portero ha recibido nuevas ofertas laborales lejos de las canchas. "Me han ofrecido trabajar también en la mina, y aunque yo no me cierro a nada, estoy centrado en el fútbol. Tengo mucha fe en que va a aparecer algo", reitera.
Su nombre, que en su momento engrosó las nóminas de la UC, Cobresal y Trasandino, es de sobra conocido dentro del circuito futbolístico chileno. Por eso Fabián Cerda no está dispuesto a rendirse. Porque tiene su pase en su poder. Porque es más dueño que nunca de su propio futuro.
"Si te digo la verdad, yo creo que es más difícil levantarse todos los días en la mañana para poder llevar luego plata para la casa, que atajar en un equipo de Primera", culmina, a modo de conclusión, cuando la noche se cierne por completo sobre los cansados hombros de los trabajadores.
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