Farah es humano

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El fondista británico se quedó con la medalla de plata en los 5.000 metros. No pudo alcanzar su séptimo doblete en grandes eventos.




¿Qué ocurre con los favoritos? ¿Qué clase de extraña maldición existió en este Mundial que ninguno pudo conseguir lo que se propuso? Salvo la holandesa Dafne Schippers, que el viernes revalidó su título en los 200 metros, ningún otro atleta estelar cumplió con sus desafíos.

Mo Farah era el último ídolo que quedaba en pie para cumplir hazañas. A Usain Bolt lo bajó Gatlin en los 100 metros y a Wayde van Niekerk lo boicoteó el turco Guliyev, en la búsqueda de su doblete en los 400 y 200 metros. El británico, nacido en Somalía, era la gran esperanza entre los favoritos.

Aunque parece una maldición, estos Mundiales son quizás la señal del recambio que viene en el atletismo. Ayer, Mo, el fondista más brillante de este milenio, tenía todo a su favor para consagrarse nuevamente como campeón del mundo en los 5.000 metros. Pero no pudo.

El Olímpico de Londres coreaba su nombre desde antes de su presentación y ya para el pistoletazo, todos los gritos de apoyo iban hacia él. En el caso de Farah, probablemente sea su cabeza y no sus piernas el principal factor de sus éxitos. Pese a que nunca dominó en las 12 vueltas a la pista, se esperaba que en la última tomara posesión de la punta y se lanzara en busca de la meta.

Pero la estrategia estaba dibujada desde el comienzo. Tal como lo hacen los equipos ciclísticos, ayer, Etiopía blindó su oro gracias a sus tres finalistas que en el giro final le bloquearon el paso al británico, dejando que Muktar Edris se acomodara bien arriba.

Farah luchó. Ciertamente todos creyeron que, tal como otras veces, el bicampeón olímpico en esta distancia y los 10.000 metros conseguiría escapar de ese claustro. Peleó incansablemente, pero no le resultó. Ese despegue violento con el que se ha hecho gigante nunca llegó.

Edris, en cambio, se impuso en 13'32"79, arrebatándole el doblete que Farah confiaba conseguir en el último mundial que compite en pruebas de pista, según él mismo ha dicho. Se quedó con la plata, con una marca de 13'33"22. El bronce recayó en el estadounidense Paul Chelimo, con 13'33"30.

El sueño de colgarse por séptima ocasión dos oros, y así fijar la extensión máxima de la hegemonía británica en el fondo, sólo fue eso: un sueño. Farah deberá conformarse con los dobletes que ha conseguido, con el Campeonato Europeo de 2010, los JJ.OO. de Londres 2012, Moscú 2013, los Europeos 2014, Beijing 2015 y Río 2016.

Así finalizó la Era de uno de los hombres que reencantó a los fanáticos con las pruebas de fondo. Después de todo, Farah era un hombre.

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