Gritos de mujeres y niños enterrados vivos atormentan a refugiados yazidís
Traumatizados por las decapitaciones y ejecuciones masivas de los militantes del Estado Islámico, los refugiados parecen resignados a haber perdido su lugar en Irak.
El refugiado Samo Ilyas Ali tiene nueve hijos que alimentar, pero no logra concentrarse en su futuro porque aún lo atormentan los gritos de las mujeres y niños pidiendo auxilio mientras eran enterrados vivos por los militantes del Estado Islámico.
Decenas de miles de iraquíes de la minoría étnica Yazidi han huido de sus tierras ancestrales en Sinjar y otros poblados para escapar del avance de los militantes sunitas, que los consideran adoradores del demonio que deben abrazar su versión radical del Islam o morir.
Los refugiados permanecen sentados, como ausentes, en campos en la región semi autónoma kurda en el norte de Irak.
Traumatizados por las decapitaciones y ejecuciones masivas de los militantes del Estado Islámico, los refugiados parecen resignados a haber perdido su lugar en Irak y quieren marcharse lo más lejos posible, incluso a países como Alemania, a mundos kilómetros de distancia de sus misteriosas costumbres.
Los ataques aéreos de Estados Unidos a blancos del Estado Islámico y las promesas de los comandantes kurdos de recuperar las aldeas yazidis no los tranquilizan.
Y es fácil ver por qué.
Hace 10 días, Ali y los otros habitantes de su aldea fueron rodeados sorpresivamente en medio de la noche por militantes del Estado Islámico armados con ametralladoras. Tenían largas barbas. Algunos llevaban máscaras con inscripciones en árabe.
Los combatientes peshmerga kurdos, literalmente "aquellos que confrontan la muerte", no aparecieron por ningún lado.
La fuerza kurda que controla partes del norte de Irak son considerados los únicos capaces de frenar al Estado Islámico, después de que miles de soldados iraquíes entrenados por Estados Unidos desertaron ante el avance de los militantes, poniendo en manos de los insurgentes armas pesadas como tanques.
Los militantes comenzaron a cavar zanjas, que pronto serían convertidas en fosas masivas.
"No entendimos", cuenta Ali, un ex dueño de una pequeña tienda de alimentos. "Entonces empezaron a poner a la gente en aquellos agujeros. Aquellas personas estaban vivas".
"Después de un rato comenzamos a oir disparos. No puedo olvidar aquella escena", añadió. "Mujeres, niños pidiendo ayuda. Nosotros corrimos por nuestras vidas, no podíamos hacer nada por ellos".
No fue posible verificar el relato de forma independiente.
Algunos de los yazidis escaparon con ayuda de combatientes kurdos turcos y sirios. Pero escenas similares fueron reportadas en otras partes del norte de Irak.
En algunas de las masacres más recientes, militantes mataron a por lo menos 80 yazidis en la aldea de Kawju porque se negaron a convertirse al Islam, dijeron funcionarios iraquíes. Mujeres y niños fueron secuestrados.
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