Gustavo Cerati reunió a 10 mil personas en correcto show
El argentino presentó la totalidad de su último álbum, Fuerza Natural
Jugada arriesgada la de Gustavo Adrián Cerati (50). Sólo un lujo que se pueden dar los que tienen demasiada fe en sí mismos, los que confían a ciegas en el equilibrio entre su repertorio presente y sus himnos del pasado: anoche, en su retorno a Santiago y ante 10 mil personas en el Movistar Arena, el argentino centró la primera parte de su concierto en la totalidad de su último trabajo, Fuerza natural.
Completo, sin tregua, con sus 13 canciones casi en el mismo orden en que aparecen impresas en el álbum. Un ejercicio casi inédito en un mercado donde el concepto de álbum como totalidad casi ha perdido valor, sepultado por el imperio del single y de las canciones que corren con vida propia por la web. Además, un ejercicio que a momentos resultó tedioso para un público que en su mayoría rondaba los 30 a 40 años, y que fue a buscar las piezas históricas del ex Soda Stereo.
El golpe de efecto sólo vino en la segunda mitad del espectáculo, con Cerati y su banda de cinco músicos y una corista vestidos de blanco, a la usanza mariachi, y desenfundando hits para las masas, como Te llevo para que me lleves y Zona de Promesas, dedicado a la fallecida Mercedes Sosa.
En la primera parte del show, el cantante demostró que canciones como Magia, Cactus o Naturaleza muerta optan más por un folk espacial, una new wave más sobrecargada y un rock de medio tiempo, que por la descarga eléctrica de sus anteriores entregas. Todo aderezado por una puesta en escena de inspiración galáctica y lúgubre, diseñada por el reputado Martin Phillips, el mismo tras los embriagantes juegos de luces de nombres como Daft Punk.
Ante el cambio de fecha del show (programado para el pasado sábado, pero postergardo por una repentina amigdalitis), el artista se disculpó con los que no pudieron asistir esta noche y hasta agradeció a los antibióticos por ponerlo de nuevo en pie. "Me tomé unas vacaciones… pero en la cama", dijo a modo de explicación.
El público chileno, como siempre, lo aplaudió casi sin reparos, en una muestra más de un romance eterno que ni siquiera un pequeño cambio de libreto es capaz de enfriar.
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