John Malkovich aterriza en el cable como Barbanegra
El actor revive al famoso pirata en la serie que se estrena esta noche, a las 20 horas, por Space. Tendrá sólo una temporada.
Pasa todas las temporadas televisivas: una temática se vuelve popular y la pantalla chica se llena de producciones que revolotean sobre lo mismo. La moda vampiro, la moda asesores políticos, la moda sesentera. En el último año, con grandes expectativas y dispares resultados, apareció la moda de los piratas. Primero fue el turno de Black Sails, que cuenta con Michael Bay entre los productores; basada en los personajes de La isla del tesoro, fue renovada para una segunda temporada.
Luego vino el turno de Crossbones, que se estrena hoy en Chile, por Space, a las 20 horas, con una premiere de dos episodios (Canal 55 en VTR). La historia, de los creadores Neil Cross (Luther) y James V. Hart, está basada en hechos históricos, cuando en 1712 la corona inglesa ofreció recompensa por un aparato tecnológico que pondría fin a la amenaza marítima de la piratería. Tom Lowe (Richard Coyle) es un espía enviado a deshacerse del hombre más temido del mar: Barbanegra. Y la serie, que no fue renovada y sólo tendrá estos nueve capítulos, quizás no habría llamado tanto la atención si no fuera por quien encarna al mítico pirata: John Malkovich.
Malkovich, el mismo de Relaciones peligrosas, El hombre de la máscara de hierro o, claro, ¿Quieres ser John Malkovich? le aporta a este villano su sello actoral: frialdad y amabilidad, la voz tranquila y, a la vez, maldad pura. Cuando Lowe llega a conocerlo, Edward "Barbanegra" Teach le dice: "Permítame presentarme". Y luego le corta la yugular a alguien. "No soy el diablo", dirá después, "yo expulsé al diablo", haciendo de su isla una patria sin rey ni bandera ni más reglas que las que él impone.
Crossbones fue estrenada en EE.UU. con críticas dispares, que se centraban en alabar la actuación del protagonista; el resto de la historia son disparos, una que otra damisela ruda y piratas sin pata de palo, pero con toda la ambición y perversidad necesarias para dominar a la Armada británica.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.