José Pedro Fuenzalida: "Aún no disfruto a Boca"
El seleccionado chileno atiende a <b>La Tercera</b> 48 días después de desembarcar en el fútbol argentino. Todavía en proceso de adaptación, sí lo nota más pasional que el de su país.
Cumplir el sueño de ser contratado por Boca. Desembarcar en uno de los dos clubes más poderosos de Argentina por la partida de Juan Román Riquelme, ídolo número uno como futbolista boquense por encima inclusive de Diego Maradona, Angel Clemente Rojas y Martín Palermo, por citar apenas a tres súper íconos.
Llegar a ese equipo por pedido de Carlos Bianchi, el entrenador más exitoso en la historia azul y amarilla que ante la ida del 10 mágico había decidido abandonar el 4-3-1-2 para apostar al 4-4-2, un dibujo táctico que necesitaba de sus características de futbolista externo.
Asistir a la despedida cruel del mismo técnico que unas semanas antes lo había solicitado como refuerzo y lo había recibido en un vestuario siempre complicado.
Volar a los compromisos con la selección chilena durante once días, mientras en Boca asume otro DT y se pierde el nacimiento de un nuevo ciclo, con el riesgo de que aquellos que ocupan su lugar coronen buenos rendimientos y le quiten chances de continuidad cuando regrese. Volver y, en uno de sus primeros ratitos en cancha, convertir un gol con la camiseta de Boca en la mismísima Bombonera, redondeando el jueves de la semana pasada una goleada por 3-0 contra Rosario Central y disparando aplausos de una hinchada ahora feliz y agradecida por la resurrección milagrosa del equipo restaurado por el flamante técnico, Rodolfo Arruabarrena.
Todo eso que suena a más que mucho vivió José Pedro Fuenzalida en sus últimos 48 días, entre el martes 5 de agosto, cuando se entrenó por primera vez en Boca, y ayer, cuando presenció en el banquillo el empate de su equipo contra Banfield. En su lugar, Leandro Marín, el marcador lateral derecho al que acosa con grandes posibilidades de robarle la titularidad. "Hubo demasiada intensidad en mi vida laboral y personal desde que llegué al fútbol argentino. Ha sido muy vertiginoso. El fin de semana siguiente a mi primera práctica ya empezaba el torneo. Conocer a mis compañeros, al técnico, el viaje con la selección, el nuevo entrenador, acomodar a la familia en otro país… Aunque uno intente evitarlo, semejante cantidad de cosas y de cambios terminan sacándole la cabeza del juego", relata el Chapa mano a mano con La Tercera.
Por todo eso que cuenta, parece claro que está disfrutando en Boca. "No, no", replica. "A Boca todavía no empecé a disfrutarlo. Recién esta última semana pude tener una rutina más normal. Yo diría que son mis primeros días con tranquilidad completa en Buenos Aires, yendo a entrenar, volviendo a mi casa y encontrando a mi familia, a mi esposa y a mis dos hijos".
Esa respuesta, Fuenzalida la había entregado antes del jueves, antes de señalar su primer gol en Boca, cuando se desarrolló la mayor parte de la entrevista. Por la fuerza de las circunstancias, por su grito ante Central hecho realidad en la Bombonera, era imprescindible renovar el diálogo para saber si ese sueño cumplido alteraba sus sensaciones.
¿Ahora sí puede decir que está disfrutando en Boca? "Sigo pensando igual. El gol fue un momento lindo y lo disfruté, por supuesto. Significa un paso hacia delante, pero es un pequeño paso, nada más. Entré en el segundo tiempo, jugué poco rato, el partido estaba definido. Paso a paso".
Tras su primer gol en Boca, lo felicitaron en el mismo vestuario. Le escribieron muchos ex compañeros, como Lucas Wilchez (Tigre) y Cristóbal Jorquera, conocidos de Colo Colo, por citar apenas dos casos. Le estalló el teléfono móvil a Fuenzalida. Sin embargo, el Chapa sabe qué necesita. Busca una pausa. El gol no lo confunde. El horizonte está muy claro: "Mi objetivo es que me vaya bien acá, ganarme un lugar, tener continuidad y compartir todo eso con mi gente. Ahí diré que estoy disfrutando a Boca. Ahora, con más calma, espero avanzar hacia todo eso".
En estos 48 días en el fútbol argentino, en medio de tantas idas y venidas, Fuenzalida confiesa que "no he conocido mucho de Buenos Aires, pero lo poco que he visto me ha gustado. El gran tema es que no tuve tiempo de casi nada". Sus salidas incluyeron cenas en restaurantes, tanto en Puerto Madero como en la zona de Plaza Serrano, en el barrio de Palermo. Visitó algunas tiendas para actualizar la vestimenta. Y asistió una vez al teatro: "Fui a ver 'Dos Pícaros Sinvergüenzas' (una comedia protagonizada por Guillermo Francella y Adrián Suar). Y acerté: me reí muchísimo". Se perdió el paseo al zoológico con su esposa y con sus dos hijos, que quedaron encantados: "Ya iremos los cuatro".
Mientras vivía en un hotel en su primera semana en Buenos Aires, meditó Fuenzalida sobre cuál era la mejor opción de vivienda. Le ofrecían un departamento en el exclusivo barrio porteño de Puerto Madero, cerca de la cancha de Boca y del lugar de entrenamiento. Sin embargo, era demasiado cemento para lo que pretendía, para que jugaran con libertades sus dos pequeños amores.
Comentó ese detalle en el vestuario con sus compañeros. Y terminó inclinándose por una casa en un country llamado Abril, en la zona sur del Gran Buenos Aires, camino a La Plata, también con rápido acceso por autopista a la Bombonera. Ahí uno de sus vecinos es Daniel "Cata" Díaz, el marcador central, el máximo referente de este Boca, el capitán.
"Con el Cata es con uno de los que más hablo. También con Agustín (Orión). Ellos me ayudaron mucho desde que llegué. También hablo con varios más. En general, todos me tratan muy bien, me hacen sentir cómodo. Se hablaba mucho de que era un grupo difícil, pero hasta ahora yo veo lo contrario. Noto que hay buena gente", sostiene el seleccionado chileno.
¿Qué se siente al entrar la Bombonera con la camiseta de Boca?
No sé cómo explicarlo. Fue cumplir un sueño, el estadio estaba casi lleno. Cuesta digerirlo, cuesta entenderlo. Es un momento grandioso.
¿Guardó algo especial de esa primera vez en esa cancha y con esa camiseta?
La que guarda todo es mi mamá. Yo no necesito guardar nada porque lo tengo todo acá dentro (se señala la cabeza). No lo voy a olvidar jamás.
¿Y en Bianchi a qué entrenador encontró? ¿Qué le sorprendió de él?
Lo tuve muy poco tiempo, pero puedo decir que con él se puede conversar. De fútbol, sabe todo. No lo voy a descubrir yo. Pero también vi que sabe sobre la vida. Y siempre le voy a estar agradecido, porque él me pidió para jugar en Boca. Me hubiera gustado conocerlo más a Bianchi. Pero bueno, el fútbol es así. Nunca hay nada seguro, y menos en los clubes grandes.
¿Qué le pide Arruabarrena? ¿Es verdad que le dijo que su idea es utilizarlo más que nada de marcador lateral derecho?
Yo volví de la selección y ahí más que nada hablamos algo, pero tampoco hubo tiempo como para charlar mucho. Me explicó dónde podía ser la alternativa, dónde pensaba ubicarme. Y sí, hablamos sobre la idea de que juegue como marcador lateral. Me dijo que me conocía en esa posición desde su paso por Chile. Jugamos un partido en contra hace como cuatro años. El en Católica y yo en Colo Colo. Me preguntó si me acomodaba y le dije que sí.
¿Le seduce esa intención del nuevo entrenador?
Sí, sí. Me quiere bien abierto. Y yo me acomodo muy bien sobre la orilla del campo, siempre abierto, más adelante o más atrás… Esas son posiciones cómodas para mí. Por ahí con Bianchi me tenía que cerrar un poco más.
Dicen que Colo Colo es el Boca de Chile. Usted ahora sabe lo que es jugar en los dos clubes. ¿Hay muchas diferencias?
En el tema comodidades, yo no he notado cosas muy distintas. Pero sí en Boca y en el fútbol argentino en general todo es más exagerado: todo es muy pasional, hay muchos periodistas, hay mucha gente en los estadios. Es un fútbol muy grande el argentino. Por eso marcaba antes el tema de disfrutar. Siempre un cambio así requiere una etapa de adaptación. Yo estoy en ese camino.
¿En los entrenamientos y en el juego también siente que el fútbol argentino es muy distinto al chileno?
Sí, también. Es muy diferente. Hay que acostumbrarse a otro juego. Es como aprender a jugar de nuevo. El argentino es un fútbol de más presión. Se corre menos, pero cerca de la pelota. Por eso los partidos son más trabados, los equipos se plantan en espacios cortos y hay muchas situaciones intensas de uno contra uno. En cambio, en Chile hay más espacios, se deja jugar y pensar más.
¿Cuál es su fórmula, entonces, para adaptarse a esta nueva situación?
Acá, en la Argentina, hay que jugar más rápido. Esa es la gran diferencia. Lo noté en el primer entrenamiento. Lo recuerdo muy bien a ese primer día de práctica. Eran trabajos de tenencia, había que controlar y tocar enseguida. Se me hizo complicado. Por eso, antes de que le llegue la pelota, uno ya debe saber qué va a hacer con ella. El fútbol argentino obliga a pensar antes. Tendré que acostumbrarme.
¿Qué fútbol le gusta más: el chileno o el argentino?
Me gustan los dos. Pero el fútbol argentino es un buen desafío para aprender a jugar de otro modo.
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