Juan Villoro, escritor mexicano: "Alexis Sánchez no es para el Barcelona"

El escritor mexicano, que ha ganado buena parte de su fama escribiendo sobre el fútbol, vino a Chile durante la Fería del Libro para recibir el Premio José Donoso.




Luego de dos años, Juan Villoro volvió a Chile para recibir el Premio José Donoso de Literatura, en la Feria del Libro de Santiago. El novelista, cuentista y cronista mexicano, traducido desde Japón a Canadá, no venía a este rincón del mundo desde comienzos de 2010, cuando lo sorprendió un terremoto que, más que espantarlo, le sirvió para formarse una muy buena opinión de este país.

"Los terremotos son inspectores de la honestidad arquitectónica y aquí no se vino abajo todo", comenta el autor de Dios es Redondo e Ida y Vuelta, célebres entregas en las que florea su amplio conocimiento futbolístico con su estilizada pluma. Fanático del Necaxa y el Barcelona, Villoro es el prototipo de un nuevo tipo de intelectuales que ya no reniegan del "opio del pueblo", sino que lo consumen con un espíritu crítico.

¿Qué lugar ocupa el fútbol en nuestra cultura?
Para entender una época es muy importante entender cómo se entretiene la colectividad, cómo se organizan las pasiones de la gente. Si queremos entender el mundo maya tenemos que saber qué era el juego de pelota, lo mismo con Roma que se explica muy gráficamente desde el Coliseo. Un buen espejo de nuestro tiempo se da en los estadios, la pasión más organizada del planeta Tierra es el fútbol. Salvo excepciones como Estados Unidos, se trata de la forma de entretenimiento más importante de las sociedades, en donde se condensan intereses que van desde lo económico a lo político, pasando por lo religioso. Como escritor me interesa más la afición que lo que pasa en la cancha, me es más llamativo ver cómo la gente se despoja de sí misma y entrega toda su ilusión a un equipo. Desde la literatura, soy un aficionado a la afición. Otra dimensión es la del hincha. Como fanático, lo único que me importa es que gane el Necaxa y cuando juega cierro los ojos para apoyarlo con más fuerza, tengo todo tipo de cábalas y sufro más cuando al equipo lo entrena un jugador que salió de la cantera. Todas las cosas que le pasan a los hinchas.

En Dios es Redondo dice que al fútbol es mejor mirarlo con distancia.
Eso desde el punto de vista narrativo. Yo valoro mucho lo que hacen los periodistas deportivos porque los he seguido toda mi vida. Parto leyendo los diarios al revés y colecciono varias revistas. Me parecen fundamentales las minucias que día a día nos entrega el periodismo deportivo, los récords y las historias antes de cada partido. Esos datos provocan que cuando un gran jugador tiene una lesión en la rodilla todos nos volvemos traumatólogos.

También se pregunta cuánto rato se puede hablar de fútbol sin caer en la estupidez.
Yo creo que el fútbol es una adicción peligrosa que se alimenta demasiado de sí misma y que produce una especie de solipsismo. Hay mucha gente que se transforma en autista cultural y que lo único que tiene en la cabeza son goles y salvadas de los porteros. Para entender cualquier zona de la realidad es muy importante no estar inmerso en ella. Como el deporte es una forma de la pasión, muy frecuentemente la información sobre esta pasión se transforma en una droga. Hay un dopaje informativo de muchos fanáticos y periodistas deportivo por estar tan cerca. Lo paradójico es que esa pasión se entiende mucho mejor si se incorporan aspectos religiosos, psicológicos, políticos, culturales que no tienen que ver con el juego.

Es fanático del Necaxa y del Barcelona ¿No entra a veces en conflicto lo local con lo global?
Todo el mundo tiene un equipo que representa su barrio, su infancia. Esa dimensión social y local no se puede perder, yo escribí un libro que se llama Los Once de la Tribu, que habla precisamente de eso; un buen equipo no es un grupo de deportistas, sino el que representa a los suyos, 11 elegidos por la comunidad para llevar el estandarte de ese lugar. Con la televisión satelital pasa que a mucha gente le empieza a gustar equipos por sus estrellas. No es mi caso, porque mi padre nació en Barcelona y tuvo que dejar la ciudad a los nueve años, entonces una forma de expresar su nostalgia en el exilio era seguir al equipo, yo nací con un escudo del Barcelona en las manos. En aquella época encargaba periódicos por correo, nos enterábamos de partidos dos meses después de jugados. En 1962 ese equipo fue a jugar a México en una gira y por primera vez lo vi, entonces dejó de ser para mí un equipo de fantasmas.

¿El Barcelona sigue siendo "más que un club"?
Sí, completamente. Es un proyecto cultural muy importante, no solamente para refrendar la identidad catalana. Manuel Vásquez Montalbán, otro que nos ayudó a unir las dimensiones literarias y futbolísticas, decía que era el ejército desarmado de Cataluña. En los últimos tiempos, sobre todo a partir de Guardiola, tiene que ver con una forma de entender el fútbol, una cultura para conducirse en la cancha y fuera de ella.

Una cultura contra la que parece estar chocando Alexis Sánchez.
Alexis es un jugador que no es para el Barcelona, a mí me pareció un fichaje raro. Guardiola es una persona que admiro extraordinariamente, pero hay que admitir que no sabe fichar muy bien. Ha tenido casos como el de Chigrinskiy, Hleb e Ibrahimovic . Creo que es un mejor fichaje, pero es un jugador que no encaja en el esquema. Él lucha mucho, pero no puede concluir las jugadas en espacios tan reducidos. Es un jugador de mucho talento que en el fútbol inglés podría encontrar más acomodo.

Tenemos en común, chilenos y mexicanos, la sentencia "jugamos como nunca y perdimos como siempre" ¿Hay algo de masoquista en nuestro fanatismo?
Sin duda, pero a mí me parece muy interesante que la afición se alimente de sí misma, que no necesite resultados para seguir a un club. Martín Caparrós se pregunta eso en el libro Boquita, por qué le interesa el Mundial a una persona que sabe que no va a ganar. Chile y México sabemos que, al menos por ahora, no vamos a ganar el Mundial, pero aún así nos volcamos y disfrutamos de esas fiestas con gran entusiasmo. La ilusión futbolística no tiene que ver con el resultado, quien se aficiona a un club perdedor se blinda con una escuela de estoicismo. Nadie resiste mejor las continuas frustraciones de la vida que alguien que aprende a perder con su club.

Eso suena a Marcelo Bielsa ¿Qué opinión tiene de él?
Bielsa es un entrenador extraordinario que se entrega con una pasión que contagia a sus dirigidos y a la afición. Es además un tremendo pedagogo, sus triunfos son culturales. Es un tipo de entrenador extraordinario para clubes o selecciones que no han ganado títulos y posiblemente no los vayan a conquistar, pero que adquieren un orgullo por la forma como juegan. En el Atlas dejó una impronta sensacional, qué hablar de Chile y el Athletic de Bilbao. Yo lo prefiero a él, que enseña a apreciar la belleza del juego, que alguien que busca ganar a toda costa, como Capello o Mourinho.

¿Cómo ve el panorama rumbo al Mundial?
Brasil es el principal enigma. La liga brasileña está muy bien, pero me temo que la Selección no va a estar a la altura. Probablemente no asistamos a algo tan trágico como en 1950, pero a los brasileños les puede pasar su peor pesadilla: ver la proclamación de Argentina a domicilio.  La albiceleste es por ahora el mejor equipo del mundo. No creo que España llegue con la potencia para refrendar su título. Bueno, eso es lo que yo especulo,  los Mundiales son siempre impredecibles.

Y el fútbol mexicano. ¿Tuvo alguna repercusión la llegada de Johan Cruyff a Chivas de Guadalajara?
El fútbol mexicano está muy bien y todos nos hemos vuelto un poco fanáticos del Manchester por el "Chicharito" Hernández. Mi esperanza es que lleguemos de una vez por todas a semifinales. Lo de Cruyff fue un desastre total. Fue como contratar a un Premio Nobel de Química para preparar una limonada. Fue allí, dio un par de consejos y se fue. No fue un compromiso real, sino una supervisión lejana. Pasa menos de un mes al año en México y por más Cruyff que sea, así no se puede hacer algo grande.

En México tuvieron un sonado fracaso con Sven Goran Ericcson. ¿Qué opina de traer a un reputado extranjero a Chile, ahora que echaron a Borghi?
Volvemos a lo local, el fútbol tiene idiosincrasias. Tú tienes que entender la cultura de un pueblo para dirigirlo. Bielsa vive en las afueras de Bilbao, conoce a la gente del lugar y sabe cómo piensan. En el otro extremo tienes a un tipo como Mourinho que puede reclutar a una internacional de mercenarios de altísimo nivel y hacerlos encajar. Es el único que puede hacer eso, pero para selecciones eso no sirve de nada.

LA DESCONFIANZA LATINOAMERICANA
Después de mucho tiempo, en Chile se están cuestionando unas elecciones. En México eso ha pasado durante las dos últimas presidenciales ¿Qué efectos ha tenido esto sobre la sociedad?
En México hay una desconfianza por la forma en que se usan las instituciones. México tuvo elecciones fraudulentas durante mucho tiempo, el PRI perfeccionó el fraude electoral y creó sofisticadas formas de cohecho. Costó mucho crear un sistema limpio y transparente, pero ese sistema es empleado por personas que pueden ensuciarlo. Hay muchas triquiñuelas que se pueden hacer en el voto local y la gente lo sabe, lo que crea una cultura de la desconfianza. En España la confianza es algo que se puede perder, tú confías en la otra persona hasta que te desilusiona; en México es al revés, tú partes desde el descrédito y la confianza te la puedes ganar. Eso es muy grave porque presupone una sociedad donde todos desconfían de todos.

¿Y acá cree que es así?
Mi impresión no es esa de este país, para mí esto dentro de Latinoamérica es lo más parecido a Suiza. Son mucho más ordenados y honestos que el resto del continente. Por ejemplo, yo estuve aquí en 2010 para el terremoto y me imaginé que todo se había venido abajo, como habría pasado en México. Los terremotos son inspectores de la honestidad arquitectónica, los edificios estaban bien hechos.

¿Y cómo ve el panorama latinoamericano después del triunfo de Chávez?
Lo primero es que no creo que Venezuela esté transitando hacia el socialismo, sino que lo de Chávez se trata de un caudillismo populista absolutamente corrupto. Hay mucha desinformación sobre ese país que ha mantenido una profunda desigualdad. De todas formas, no creo que Chávez sea el principal problema del continente, me preocupa mucho más lo que pasa con el tráfico de drogas en Colombia y México. Es una situación crítica que el continente debería armar una plataforma común para legalizar drogas y presionar a Estados Unidos para que disminuya su consumo e importación a cambio de armas.

¿Qué le parece la legalización y estatización de la marihuana en Uruguay?
Yo creo que es una medida positiva, que puede sentar un precedente. En California se piensa hacer algo parecido. La gran salida a la lacra de las drogas es quitarle el negocio a los criminales, si se legaliza la droga se perjudica mucho más al traficante que al consumidor. Eso no quiere decir que todo el mundo va a estar con sobredosis al día siguiente, eso es una caricatura.

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