La cicatriz de Japón a cuatro años del tsunami

La mayoría de los pueblos arrasados por el desastre natural de 2011 lucen desiertos y miles de personas aún residen en viviendas temporales.




Maki Satoh, de 43 años, pensó que el hospital de Ogatsu-cho sería el lugar más seguro de la localidad, un barrio costero de Ishinomaki, ubicado al norte de Japón. Por eso, cuando supo que su madre y su abuela se habían refugiado ahí después del terremoto del 11 de marzo de 2011, se despreocupó y optó por correr hacía el colegio en busca de sus dos hijos. "Cuando iba en camino llegó la ola de 24 metros. Yo estaba en un lugar alto y pude ver cómo pasó el agua por encima del hospital. Las dos murieron y nunca encontramos el cuerpo de mi abuela", cuenta.

A cuatro años del megasismo de 9.0 grados y posterior tsunami que devastó la costa del noreste de Japón, Satoh aún se emociona al narrar la tragedia. Lo hace mientras enseña los lugares donde estuvo su casa, el supermercado donde trabajaba y el colegio de sus hijos. Nada de eso existe hoy.

Ogatsu-cho es un desierto donde sólo se observan retroexcavadoras y maquinaria pesada. El próximo año una planta solar reemplazará lo que hasta el 11 de marzo de 2011 era un enclave litoral que en verano cobraba especial esplendor.

La reconstrucción de la mayor tragedia japonesa tras la Segunda Guerra, es un proceso que los mismos nipones califican de "lento". La primera etapa incluyó la limpieza de 20 millones de toneladas de despojos, para después comenzar la relocalización de las zonas residenciales, donde se decidió que no se volverían a reconstruir casas cerca del mar, sólo comercio e industrias.

El gobierno destinó cerca de US$ 150 mil millones para culminar el proceso, que podría tomar hasta cinco años más, mientras miles de familias aún permanecen en viviendas temporales, como es el caso de Maki Satoh. La reconstrucción tras el terremoto de Kobe de 1995 fue planificada a 10 años.

"En algunos lugares la reconstrucción comenzó recientemente. Una de las razones es que los gobiernos locales y los vecinos no logran ponerse de acuerdo en la forma de cómo reconstruir sus ciudades para enfrentar eventos como un tsunami de esta magnitud", comenta Kenji Satake, profesor de la U. de Tokio y miembro del Instituto de investigaciones de terremotos. "Los gobiernos locales quieren prepararse construyendo diques muy altos para evitar futuros tsunamis, mientras que algunos residentes no quieren esas enormes paredes, que pueden ser un inconveniente en la vida diaria", agrega.

Relocalización 

Nagami Kozo, consejero para la reconstrucción de la Agencia Internacional para la Cooperación de Japón (Jica), destaca que Sendai, la capital de la prefectura de Miyagi y la ciudad más grande afectada por el desastre natural, fue el lugar donde más rápido se implementó la reconstrucción. "Pero en el resto de la prefectura, el proceso ha sido más lento. Aunque el 90% de la gente está de acuerdo con la relocalización de sus casas, es muy difícil construirlas todas en las zonas altas, por lo que también se está realizando un proceso para elevar el nivel de suelo", detalla.

A un costado de la escuela secundaria de Minamisanriku -un pueblo cercano a Ishinomaki y donde el 62% de los edificios resultaron dañados-, se emplazan 60 viviendas temporales en el que residen 180 personas desde 2011.

A fin de mes comenzará la construcción del primer proyecto de casas definitivas en Minamisanriku, el cual beneficiará a 25 familias. Dado que el Estado compró los terrenos de quienes habitaban en el sector cercano al mar, algunas familias cuentan con recursos para adquirir esas viviendas. En otros casos, pueden solicitar préstamos bancarios donde el interés es cancelado por el gobierno.

Kazuma Goto, de 67 años, ex empleado de un banco y líder comunitario de Minamisanriku, cuenta que "lo primero que quería la gente eran casas propias, pero por algún motivo no fue la prioridad. Lo primero fue limpiar escombros, aunque ya no se permite utilizar esos terrenos. Ahora van a construir un dique de 8,8 metros, pero el tsunami fue de 23 metros. Queríamos tener las casas antes que un dique", dice, resignado.

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