La crisis le pasa la cuenta a Hollande, el líder francés más impopular desde 1958

El presidente ha incumplido promesas de campaña y enfrenta divisiones en su partido. Sin embargo, a nivel mundial ha buscado elevar el protagonismo de Francia.




El 15 de mayo de 2012, François Hollande tomaba las riendas de Francia abrigado con el 51,63% obtenido en la segunda vuelta presidencial. Los socialistas franceses auguraban entonces un futuro prometedor que, según aseguraban, permitiría dejar atrás el quinquenio del conservador Nicolas Sarkozy (2007-2012). Año y medio después, y a tan sólo cuatro meses de las próximas elecciones municipales, Hollande ha caído en picada en los sondeos de opinión, al punto de haberse transformado en el presidente francés más impopular desde la fundación de la V República, en 1958. 

El adverso clima interno -en el que incluso se han escuchado consignas como "Hollande, dimite"- ha ido aparejado con un intento de consolidación del protagonismo galo en la arena internacional, marcado por una postura más intransigente y proclive a las intervenciones militares, a diferencia de lo que ocurría hace una década. Desde el gobierno de Nicolas Sarkozy al día de hoy, Francia se ha transformado en un "nuevo halcón" de los países occidentales.

En noviembre, el nivel de confianza del Presidente Hollande cayó al 20%, según un sondeo de IFOP. Por su parte, el descontento con su gestión fue de un 79%, según publicó el semanario Journal du Dimanche. Antes que él, el también socialista François Mitterrand lideraba el récord del apoyo más bajo, con un 22% en diciembre de 1991, durante su segundo mandato.

Entre las principales razones que explican la impopularidad del jefe de Estado francés están el alza de impuestos (a partir del 1 de enero, el IVA pasará de 19,6% a 20%), la indecisión para tomar algunas medidas, la indignación por el encarecimiento de la vida y el aumento del desempleo, que entre los jóvenes se eleva al 23,5%. En septiembre, el desempleo general fue de un 11,1%, según datos de la Oficina Estadística de la Unión Europea (Eurostat).

A ello se suma que uno de sus principales ofrecimientos al electorado durante la campaña, la renegociación del pacto presupuestario europeo firmado por su antecesor, aún duerme en los cajones de su escritorio en el Elíseo.

Este creciente descontento social ha puesto de manifiesto el debilitamiento gubernamental, siendo la reciente suspensión temporal de la llamada "ecotasa" (impuesto a camiones locales y extranjeros de más de 3,5 toneladas, que entraba en vigor en enero próximo) el ejemplo más vívido del decaimiento gubernamental, de acuerdo con la agencia France Presse.

Angela Diffley, periodista y analista de Radio Francia Internacional (RFI), sostiene que, además, "el mismo gobierno se está desgarrando. (Durante el tiempo que se mantuvo en la acera opositora entre 1995-2012), el Partido Socialista francés no discutió a fondo sus diferencias políticas internas". En consecuencia, "el primer ministro (Jean-Marc Ayrault) y varios ministros nombrados por Hollande al parecer pasan gran parte de su tiempo tratando de sabotearse los unos a los otros. (Ello implica que el presidente) tenga una imagen de indeciso y falto de autoridad", enfatiza Diffley.

Todo ello no se condice con la imagen que Hollande posee en el exterior, cuyo país viene mostrando posiciones alejadas de la política centrista implementada por Charles de Gaulle al término de la Segunda Guerra Mundial. A principios de 2011, Francia fue la primera potencia en plantear sanciones contra el régimen de Muammar Gaddafi, que entonces enfrentaba una guerra civil, y en marzo de ese año lideró la intervención militar sobre Libia que duró hasta octubre.

Luego, a principios de 2013, París desarrolló una operación militar en el norte de Mali (ex colonia francesa), para frenar el avance de grupos rebeldes islamistas ligados a la red Al Qaeda que gobernaban de facto en aquella zona del país.

En cuanto a Medio Oriente, Hollande se ha mostrado duro en las rondas de negociaciones sobre el programa nuclear iraní, e incluso, antes de que se comprobara el uso de armas químicas en Damasco, en agosto pasado, el gobernante francés fue el líder más proclive a iniciar una injerencia directa en la guerra civil siria para detener el uso de este tipo de armamento, aun sin la autorización de Naciones Unidas. Sólo el hecho de que EE.UU. y Reino Unido decidieran retroceder en sus planes hizo que Hollande también decidiera dar marcha atrás.

El jueves pasado, el presidente acertó al asistir, de regreso de una visita a Israel y Cisjordania, al partido de vuelta del repechaje europeo en el que Francia sacó boletos para el Mundial de Fútbol Brasil 2014, al derrotar en París al seleccionado de Ucrania. De acuerdo con el diario español El País, en el Elíseo confían en que la victoria deportiva ayude en algo a la alicaída imagen de François Hollande y del Partido Socialista francés.

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