La poderosa influencia de los hermanos en la personalidad

<img height="21" alt="" width="94" src="https://static-latercera-qa.s3.amazonaws.com/wp-content/uploads/sites/7/200811/193348.jpg" />  <br /> Un reciente estudio sostiene que la relación entre hermanos influye tanto como los padres en la formación de la  personalidad.




La pregunta quiénes somos y por qué somos de determinada manera se ha vuelto un verdadero misterio. Sabemos por estudios recientes que sólo un 19% de la personalidad está determinada por la genética. Todo el resto es responsabilidad del ambiente. Es por eso que en busca de los factores que nos moldean, durante la última década los científicos se han concentrado en estudiar las relaciones que más pueden influir en nuestra personalidad, con aquellos que compartimos mayor tiempo en la niñez: los hermanos.

Las conclusiones son que su influencia puede ser tan determinante como la de los padres. Según consigna un estudio de Mark Morman y Paige Herrick de 2008, los nexos que se construyen entre hermanos marcan las futuras relaciones de adultos. Junto a ellos -los primeros compañeros de juego, pero también los enemigos y verdugos- adquirimos herramientas claves para comportarnos el resto de la vida.

Hoy esa influencia se ha acrecentado. Las familias más pequeñas han intensificado la relación de los hermanos, sostienen los autores del libro "El lazo de hermandad", Bank y Kahn. Y los niños pasan más tiempo juntos que con los padres. En este contexto, cinco son los principales ámbitos donde los hermanos y hermanas influyen en la construcción de la identidad:

1. PELEANDO APRENDERÉ A NEGOCIAR
Dime cómo negocias o solucionas los conflictos y te diré qué aprendiste peleando con tus hermanos. Esa podría ser la máxima de diversas investigaciones que han concluido que es en esa lucha entre pares donde los niños aprenden las técnicas de pacificación, negociación e incluso delación, que de adultos utilizarán.

Los hermanos de entre tres y siete años tienen un promedio de 3,5 conflictos por hora, es decir, una riña cada 17 minutos. Según varios estudios, la forma en que resuelvan  esos conflictos -si pasan de un escalón a otro en la pelea- será determinante en las futuras relaciones con los pares.

Una investigación de 2008 de la socióloga de la Universidad de Stirling, Escocia, Samantha Punch, concluye que entre niños y jóvenes de cinco a 17 años, las relaciones de hermanos son "verdaderas estrategias de supervivencia": los mayores "compran" tiempo de paz a cambio del uso de sus juguetes y los más chicos piden  beneficios a cambio de silencio ante un secreto.

Con los hermanos también se aprende en forma más temprana la habilidad para detectar el engaño. Sicólogos ingleses de la Universidad de Sussex testearon la capacidad de niños menores de cinco años para darse cuenta de la mentira. En un experimento en el cual les entregaron una pista falsa, los resultados fueron sorprendentes: el 75% de los que tenían más de un hermano se dio cuenta de la trampa, al igual que un 60% de quienes tenían uno. De los hijos únicos, en tanto, sólo el 40% respondió bien, el resto, optó por seguir la pista falsa. Una posible explicación es que con los hermanos, los niños viven a diario este tipo de situaciones y  aprenden a lidiar con datos falsos y a discriminarlos.
 
2. CONTRUIRÁS MI AUTOESTIMA
Los hermanos constituyen la segunda mayor fuente de apoyo  después de los padres. Un sondeo reveló que mientras el 84% de los encuestados recibía apoyo emocional de sus progenitores, el 68% lo hacían de sus hermanos. Por ello, los expertos sostienen que los niños que construyen una buena relación con sus hermanos y se sienten apoyados, desarrollan mayor seguridad en sí mismo y autoestima. Según un trabajo sobre el apego filial, realizado por Alan Mikkelson y Lisa Farinelli, cuando éste se desarrolla, "involucra la forma en que el individuo interpreta el medio, se comunica y reacciona frente a otras personas".

Las últimas investigaciones revelan que las relaciones entre hermanos del mismo sexo son más cercanas que las de hermana-hermano. Para las mujeres, ésta se mide por la capacidad para compartir secretos y revelaciones, en tanto que para los hombres, lo más relevante es tener intereses en común.

3. SER O NO SER COMO TÚ
Los hermanos son modelos que marcan. Pero según los investigadores, ello influye en dos sentidos: por imitación o por reacción. En el primer caso -el más frecuente- los menores copian las habilidades y actitudes de los mayores, sean estas buenas o malas. Así, un estudio reveló que un 40% de los jóvenes cuyo hermano mayor fuma, también lo hace, versus un 10% de los jóvenes cuyo hermano mayor no fuma.

La influencia filial -que se da con especial énfasis en la adolescencia- se produce en ambos sexos. Una investigación canadiense concluyó que ante el desafío de una acción arriesgada, las hermanas consiguen que los niños tomen menos riesgos,  mientras que los hermanos los incentivan a ser más arriesgados.

La figura opuesta a la imitación es lo que los sicólogos llaman des-identificación: son los hermanos que reafirman su identidad tomando un camino completamente contrario al de sus mayores. Patricia East, sicóloga de la Universidad de California, realizó una investigación durante cinco años y encontró que las niñas cuyas hermanas mayores eran madres adolescentes, tenían entre cuatro y cinco veces más posibilidades de serlo también. Sin embargo, aquellas que no siguieron los pasos de su hermana, señalaban que a partir de esa experiencia habían preferido concentrarse en todo lo opuesto.

4. ESCOGERÁS PAREJA POR MÍ
Quienes crecen con hermanos de otro sexo tienen ventajas considerables a la hora de relacionarse con el otro género. Y de cierta forma, los códigos aprendidos de su hermano/a se utilizan inconscientemente a la hora de buscar pareja, dicen las investigaciones. En el caso de los hombres, los que han tenido hermanas, ellas son su modelo en el aprendizaje afectivo. "Nuestros hermanos son nuestros primeros maridos y esposas", concluye un estudio.

Dos investigaciones estadounidenses entregan luces sobre el tema. El primero, de la U. de Pensilvania, revela que los hermanos que han crecido sin un par del sexo contrario son  más estereotipados en sus rasgos masculinos y femeninos (más competitivos los hombres y empáticas las mujeres).  El segundo, de la Universidad de Texas, muestra que los niños que conviven con hermanas mayores y las niñas que crecen con hermanos mayores se desenvuelven con mayor naturalidad en conversaciones con sujetos del sexo opuesto, siendo considerados más atractivos.

5. APRENDEREMOS A COMPETIR
Marcada por la presencia de los padres, y siendo una relación "a la fuerza" -nadie elige a sus hermanos y ambos comparten el mismo techo-, la rivalidad entre ellos es uno de los más comunes comportamientos familiares y marca para siempre. Tanto así, que un estudio encontró que un 45% de los hermanos mantenía rivalidad cuando eran adultos.

Aunque la competencia se da con mayor frecuencia entre hermanos del mismo sexo -y en mayor medida entre los hombres-, todos los trabajos sostienen que ésta se origina en una  carrera por la aprobación de los padres.

La experta de Cambridge, Judy Dunn, entrega una mirada que reivindica la rivalidad como un elemento clave en la formación de la personalidad: "El drama del conflicto  con un hermano proporciona un terreno donde comienza a desarrollarse la comprensión de otras personas por parte de un niño. La proximidad entre ellos es tan grande que anticiparse a las reacciones del otro acaba siendo básico para la supervivencia  y para ganar sus batallas personales".

LECCIONES DE LA HERMANDAD
1. Los hermanos más compatibles tienen más rasgos de personalidad en común. Esa es la conclusión de un experimento realizado en 2000 en la Universidad de James Madison, en Estados Unidos, que aplicó un test de personalidad a hermanos que se declaraban muy afines y hermanos que decían ser todo lo contrario. El resultado fue que aquellos que se llevaban mejor resultaron tener muchas características en común, sobre todo aquellas relacionadas con la afabilidad.

2. No ser el hermano preferido por los padres durante la niñez puede generar profundos problemas, pero cuando se llega a la edad adulta tiene escasa relevancia. Investigadores de la Universidad de Temple en Estados Unidos. publicaron este año un estudio en el que entrevistaron a más de 1.300 personas de entre 26 y 74 años. Los que reconocían haber tenido peores relaciones con sus padres no habían sido afectados en su felicidad en la adultez.

3. Cómo los padres tratan a los hijos define la manera en que ellos se relacionarán con sus hermanos. Así lo reveló un estudio de la Universidad del Estado de Pensilvania en 2006, que mostró que cuando la madre era más cariñosa con los hijos preadolescentes, la relación entre los hermanos se volvía más cálida y cercana. Del otro lado, cuando se incrementan los conflictos entre padres e hijos, lo mismo ocurre entre hermanos.

4. La edad de la discordia se da cuando el mayor tiene 13 y el menor tiene 10. Esa es la conclusión del estudio de la Universidad del Estado de Pensilvania. Es en ese tiempo cuando la relación es más álgida, pero la tensión se va disipando durante la adolescencia, donde los conflictos son menores, aunque también se vuelven más distantes. Otros estudios muestran que mientras menor es la diferencia de edad entre los hermanos, menores son también los conflictos.

5. "Mis hijos son tan distintos como el día y la noche", suelen decir muchos padres. Pero una investigación publicada por sicólogos de la Universidad de Boston demostró que los padres exageran las diferencias de personalidad entre sus hijos y que éstos suelen ser mucho más parecidos de lo que sus progenitores perciben. Los investigadores midieron las actitudes y la personalidad de los niños y, a la vez, pidieron a los padres que reportaran cómo era cada uno de los hermanos. El resultado mostró abismales diferencias entre la percepción y la realidad.

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