La presencia e influencia de Chile en las Malvinas
La población chilena corresponde al 6% en las islas. Su presencia no sólo es palpable en las diversas ocupaciones que ejercen, sino también en productos nacionales que se venden en los supermercados.
EN CIERTA forma hay aislamiento. Si quiero ver una película, tengo que ir a Mount Pleasant (base militar británica) y eso es 45 minutos manejando, en un camino no muy bueno. Si quiero comprarme ropa, tengo que hacerlo por internet y esperar a que llegue. No hay productos frescos en el supermercado", cuenta Lucile, de 32 años, quien trabaja en un hotel. Originaria de la isla de Santa Elena, señala que vive en las islas Falkland o Malvinas hace seis años, debido a que su pareja tiene un buen trabajo. Sin embargo, extraña Londres´, donde residió durante 10 años. "Acabo de volver de vacaciones y comí todas las verduras que pude, fui a comprar y salí con amigos. Acá mi vida es mucho más tranquila", añade.
Ubicada a 560 kilómetros de distancia de la Patagonia argentina, el archipiélago está compuesto por islotes y dos grandes islas, en una de las cuales se ubica la capital, Puerto Stanley. Según cifras entregadas por la Unidad de Políticas Públicas del gobierno local, en 2012 vivían 2.562 personas, de las cuales 6% son chilenas, convirtiéndose en la principal comunidad extranjera. Los chilenos realizan diversos trabajos en las islas. Hay profesores, meseros, ingenieros y administradores de restaurantes.
Para llegar existen diversas formas, siendo uno de los más usados el vuelo que Lan ofrece cada sábado, gracias a un acuerdo firmado en 1999 entre los gobiernos británico y argentino. El segundo sábado del mes, el vuelo hace una escala en la ciudad argentina de Río Gallegos, y en el caso del viaje de retorno la escala se realiza el tercer sábado. Desde Santiago, el vuelo tiene un costo de US$ 1.400, aproximadamente, y demora poco más de siete horas. Desde Punta Arenas cuesta US$ 193 para una hora y 15 minutos de viaje. La segunda vía son dos vuelos militares mensuales desde Reino Unido, en el que los civiles tienen un número limitado de asientos disponibles. Este tiene un valor de US$ 2.513. Todos ellos aterrizan en la base militar de Mount Pleasant, donde se realiza el control migratorio.
Cada seis semanas llega un barco del Ministerio de Defensa británico, el cual provee, entre otras cosas, de alimentos a los isleños. Es, por ejemplo, la forma que tienen de abastecimiento los supermercados. Si bien más de un 80% de las importaciones proviene de Reino Unido, también hay muchos productos que llegan desde Chile. Así, no es extraño ver en los negocios fideos Carozzi mezclados con cannelloni de Sainsbury's, productos Robinson Crusoe junto a latas de Princes o yogur Colun junto a leche Yazoo. "Yo llegué en 2008 y en esa época había negocios enteros con productos chilenos, porque la isla se abastecía de Punta Arenas. Podías encontrar muebles de Sodimac, pero desde que se prohibió el ingreso de barco con bandera de las Falkland, todo cambió", señala Claudio Segovia, chileno que trabaja para el gobierno local.
La familia de Nancy Jennings fue una de las primeras que llegó a las islas hace 38 años. De hecho, fue su madre quien introdujo las empanadas. "Entre las islas y Chile existe una relación de amistad y de aprecio", comenta y agrega que una forma de ver la presencia de Chile es el 18 de septiembre en la fiesta que realiza el gobernador. "Es impresionante ver la cantidad de gente que ha llegado, a muchos no los conozco y antes los conocía a todos", añade.
Si se contrata un taxi para que uno sea recogido en el aeropuerto, es probable que el conductor sea chileno o chilena. Como es el caso de Fernanda, quien vive hace cerca de seis años en las islas y conduce un taxi de unas de las tres empresas que hay en las islas. Una vez que se llega al único hotel de Puerto Stanley, tres de las personas que atienden allí son chilenos. "Yo soy de Villa Alemana y llegué porque un amigo me pasó el dato de que había trabajo acá. Me gusta porque puedo ahorrar, acá me dan alojamiento y comida, así que todo lo que gano lo ahorro. La vida es tranquila, pero acá lo paso bien, uno siempre se las arregla", dice Rodrigo Middleton. Mario Zuvic es el único proveedor de televisión por cable en la isla, lo que ha permitido que los chilenos puedan acceder a canales nacionales y que los isleños puedan ver, por ejemplo, el fútbol internacional.
A unos cinco minutos del centro en auto, se encuentra el Narrows, un bar grande ubicado frente al mar. La administración está a cargo de Claudia Rozas, una chilena que vive hace 18 años en la isla. En la carta del bar es posible ver una selección de empanadas de horno acompañadas con pebre, que son muy apetecidas por los locales, al igual que el pisco sour que venden.
No obstante ello, la influencia británica está en todas partes. Ello se ve en las banderas de Reino Unido flameando, la conducción por el lado izquierdo de la vía, el uso de la libra esterlina, las clásicas cabinas telefónicas, los canales de televisión (BBC1, BBC2, ITV, Channel 5 y Sky News, todos ellos recibidos mediante la base militar), el acento de los isleños, los desayunos con salchichas, porotos con salsa, tocino, tomate y huevo y la comida a las seis de la tarde (conocida por algunos como la hora del té).
Ir a un pub un día en la noche tiene una cierta semejanza con los bares de provincia en Reino Unido, con la mesa de pool a un costado y gente sentada en la barra. Fue esta influencia la que hizo que en marzo, la opción que señalaba que el archipiélago se mantuviera bajo administración británica ganara con un 99,8%.
Gracias al boom de la pesca, las islas tienen un crecimiento del PIB de 4,0% anual. Esto también permite que la salud sea gratis y que en caso de que el hospital local no pueda realizar el tratamiento, el paciente pueda ser trasladado hasta la Clínica Alemana de Santiago, donde se lleva a cabo el tratamiento. Además, el gobierno local paga por la educación escolar y cuando los jóvenes cumplen 16 años pueden ir a estudiar a Inglaterra el último año de enseñanza media y después, optar a una carrera universitaria, costeada por el gobierno local. "Yo estudié contabilidad en Inglaterra, pero volví, porque acá está mi familia y mis amigos", señala Sarah, de 27 años.
Pero la tranquilidad tiene un costo que es el aislamiento. "Rara vez llamo a mis amigos en Reino Unido por teléfono, a menos que sea una emergencia. Uso Skype en la noche, porque las llamadas son muy caras, al igual que internet", señala Lucile. Los isleños pueden acceder a internet pagando US$ 135 mensuales, por una conexión de 3.300 mb.
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