Las nuevas miradas de la fotografía local

Desde esta semana, Ekho Gallery reúne a 4 autores nacionales que exhiben una fotografía más cercana al arte contemporáneo.




Son imágenes de la ciudad, de la Patagonia chilena y de los encapuchados, pero el foco de cada una de ellas no es el usual. La fotografía joven local está proponiendo nuevas perspectivas sobre la realidad, aquellas que se alejan del documental y se acercan cada vez más al arte contemporáneo. Prueba de ello es la exposición que desde esta semana, y hasta el 8 de enero, se exhibe en Ekho Gallery, el nuevo espacio dedicado a la fotografía ubicado en el barrio Lastarria, donde se reúnen los ganadores del Festival de Fotografía de Valparaíso (FIFV) que se realizó en noviembre.

"Estos fotógrafos comparten una madurez narrativa, han entendido que más importante que hacer una foto linda, es tener algo que decir. Lo hacen cuestionando los clichés fotográficos, interactuando con el mundo y estando atento a los problemas actuales", explica el fotógrafo Rodrigo Gómez Rovira, quien fue jurado del FIFV junto a la argentina Adriana Lestido y el francés Gilles Favier, entre otros. "Hace 10 años los fotógrafos locales eran muy dependientes de lo documental; ahora esta generación, sin perder el registro, se despega de los hechos".

Es el caso de Alejandro Olivares (1981), editor fotográfico de The Clinic, quien exhibe una serie sobre la Patagonia que se aleja de la postal turística. En ella exhibe rincones que reflejan el abandono y la soledad de ese extremo lugar del país. También está Cristóbal Olivares (1988), último ganador del Premio Rodrigo Rojas De Negri, quien presenta la serie -42° realizada en Winnipeg, Canadá. El tratamiento de la fotografía es abstracto, casi pictórico y se acerca a la experiencia sensorial del autor, quien vivió el frío extremo de esa ciudad. En otra vereda está la fotógrafa Inés Molina (1982), quien retrató a encapuchados usando una estética depurada, propia de la pintura holandesa. "Ella trabaja con la figura universal del encapuchado, habla de una realidad local, pero va más allá", dice Gómez Rovira. Un tratamiento similar al de Molina pero con el paisaje es lo que hace Felipe Retes (1990), quien registra de noche rincones iluminados de la ciudad, que aparecen descontextualizados, como si hablara de un futuro cercano donde la humanidad ha desaparecido. Por último está el fotógrafo Rodrigo Torres (1965), quien comparte con esta generación el interés por una fotografía más narrativa, donde la muerte y la memoria son sus ejes centrales.

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