Los cambios que trae la nueva versión teatral de Días de Vino y Rosas

El montaje dirigido por Cristián Campos, que debuta a mediados de julio, se enfoca más en la relación sentimental que en el alcoholismo.




A fines del año pasado, Mónica Godoy le propuso a Alvaro Rudolphy montar Días de vino y rosas en Chile. Compraron los derechos por tres años y convocaron a Cristián Campos para que los dirigiera. El ex agregado cultural en EE.UU. y el dramaturgo Andrés Kalawski se tardaron todo el verano pasado en adaptar la obra que Blake Edwards llevó al cine en 1962, con Jack Lemmon y Lee Remick en los oles protagónicos. Y en la versión teatral chilena hay notorios cambios.

La trama se centra en la historia de amor de un exitoso publicista que conoce a una mujer en el aeropuerto, cuando ambos viajaban a radicarse a Buenos Aires. "Decidimos potenciar el personaje de la mujer, que en la versión original era un rol más pasivo. Lo complejizamos para que sirviera de oponente a este exitoso creativo de publicidad", cuenta Campos sobre el montaje, que se estrena a mediados de julio en el Teatro Mori de Vitacura.

Hace un mes partieron los ensayos, y Alvaro Rudolphy dice que su personaje es reconocible en la sociedad actual: "Es de una clase social acomodada, un hombre que profesionalmente siente que tocó techo y decide buscar nuevos horizontes". Es ahí donde conoce a Laura (Godoy), una chica de clase media que también decide radicarse en Argentina. "Ahora hay gente que se atreve mucho más a vivir afuera, y es lo que le pasa a mi personaje: quiere viajar, pero no tiene nada planeado, a diferencia del otro personaje. Se ve la diferencia de las clases sociales, mientras que en la otra versión no había", explica Godoy.

Tanto para la actriz como para Rudolphy, la historia es "de amor. De personas que se encuentran, se enamoran, se aman, se ilusionan, fracasan". Godoy agrega que "en esta historia de amor es importante el rol que cumple la mujer en la pareja, que quiere desarrollarse como persona y profesionalmente, pero eso no pasa y se ve postergada por la relación".

Quizás el más grande cambio en la adaptación sea que el alcoholismo no es el eje central. "Lo hemos acercado a un bebedor social que bebe más de la cuenta pero no está tirado en la calle, sino como una adicción social encubierta", explica Campos. Mientras que Godoy añade: "El alcoholismo se le cruza a la pareja, pero no es el único problema que deben enfrentar en esta relación".

Días de vino y rosas anotará la tercera vez que Campos dirige a Rudolphy. "Desde la primera vez que me gustó trabajar con él", cuenta Rudolphy. El maneja muy bien el realismo americano". Campos responde: "Me encontré con un Alvaro mucho más maduro y enriquecido, lo que me permite complejizar mi trabajo e ir mas allá. Está en una generación muy atractiva". Y Godoy tiene palabras para el director: "Cristián tiene claro qué quiere de la obra y de sus personajes, y eso te trasmite bastante seguridad".

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