Los fundamentos de un SS: fanatismo nazi y odio contra el comunismo
El grupo, que funcionó paralelamente al ejército alemán, concentró a los seguidores más ideologizados del Tercer Reich.
Las Waffen SS, a las que perteneció al ahora juzgado Oskar Gröning, fue un grupo paramilitar que creció a la sombra de Adolf Hilter y que fue cambiando y fortaleciéndose a medida que aumentaba el poder del dictador alemán, pero su característica inmutable fue la ideologización de cada uno de sus miembros, que se expresaba en un apoyo irrestricto a los fundamentos del nazismo y una devoción a la figura de Hilter.
Sus inicios están en un aparato de seguridad para el líder del partido nazi. Era un grupo de guardaespaldas para la cúpula partidaria, pero con el crecimiento de las huestes nazis, las SS pasaron a ser un grupo paramilitar de choque. La idea era sumar sólo a jóvenes que representaran los valores del movimiento y con un origen estrictamente ario.
El grupo, rápidamente, se transformó en la médula del nazismo, encargado de hacer respetar la doctrina nazi.
Con la guerra cercana, el encargado de las SS, Heinrich Himmler, impusó la idea de que sus divisiones debían ser consideradas como las fuerzas de elite de Reich, basado en el fanatismo de sus integrantes. Fue así como esta fuerza fue provista del mejor equipamiento de las FFAA alemanas, pese a que nunca formaron parte del ejército regular.
Con el conflicto ya desatado, sin embargo, las SS, como unidad militar, prontamente comenzaron a mostrar graves falencias, pues carecían de conocimiento técnico-bélico.
Su arrojo y disposición el combate fue alto, pero ante la falta de destreza, sus bajas también fueron elevadas, factor que produjo un gran giro en el perfil de este grupo: a medida que avanzaba la guerra y aumentaban las bajas, las SS tuvieron que abrirse a otras nacionalidades, dejando atrás la idea del “miembro ario” y sumando en una primera instancia a noruegos, daneses y luego rusos, croatas, franceses, entre otros.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, las SS ya no eran el baluarte de la raza aria, sino que su motor era el odio al comunismo, sumando incluso divisiones musulmanas.
En los últimos días de la guerra, Himmler intentó derrocar a Hilter para formar un gobierno de transición y negociar con los Aliados, pero las fuerzas vencedoras no otorgaron ninguna validez a la intentona del líder de las SS, quien fue arrestado y luego se suicidó antes de ser procesado.
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