Los mitos del avión que apareció dos veces en 53 años en el sur de Chile

La noticia dio la vuelta al mundo: el hallazgo en Chile de un avión desaparecido hace más de 50 años. Sin embargo, aún no se sabe con exactitud si el hallazgo de 2015 es de los mismos restos encontrados en 1961.




La noticia le dio la vuelta al mundo: el hallazgo en Chile de un avión desaparecido hace más de 50 años. Con videos y fotografías donde se aprecian los restos de un fuselaje y otras partes de un avión en un punto no revelado de Los Andes.

Sólo que el avión ya había aparecido una vez, en 1961, ocho días después del accidente donde murieron sus 24 ocupantes, incluyendo a los ocho futbolistas de un equipo que existía en la época con el nombre de Green Cross.

Los montañistas que comunicaron la noticia no tienen certeza total de que se trate del mismo avión. Y si lo fuera, tampoco creen haber sido los primeros en reencontrarlo.

"Jamás hemos dicho que hemos descubierto nada. No somos tan idiotas de pensar que el avión no lo había visto nadie antes. Imagina, si hay muchos campesinos de la zona que sabían del lugar", le dice a BBC Mundo uno de los nueve integrantes de la expedición, Leonardo Albornoz.

Pero entonces, ¿por qué no hacer pública la ubicación del hallazgo? ¿Se trata de nuevos restos del vuelo, o los mismos encontrados en 1961? ¿Surgirán nuevos datos sobre el accidente o sus víctimas?

BBC Mundo fue en busca de esas respuestas y se encontró con un accidente aéreo rodeado de mitos alimentados por el tiempo, el escarpado terreno del siniestro y las limitaciones técnicas de los años 60.

La primera desaparición del DC-3

El siniestrado avión del Green Cross era un Douglas DC-3, el modelo de aeronave que, según la Boeing, masificó la aviación.

El DC-3 del accidente chileno pertenecía a la empresa estatal Línea Aérea Nacional de Chile, la actual LAN.

El periodista y escritor Luis Urrutia O'Neill, alias "Chomsky", entrega a BBC Mundo detalles del accidente, que investigó para uno de los capítulos de su libro "Historias Secretas del Fútbol Chileno III".

Urrutia cuenta que los jugadores del Green Cross, con sede en Santiago, regresaban de Osorno tras un partido.

Como era el feriado de Semana Santa y hay alta demanda de pasajes, la delegación se dividió en dos vuelos.

Es justamente el segundo el que sufrirá el accidente. Salió de Osorno a las 5:17 pm. Viajan 24 personas: del Green Cross son ocho jugadores más su entrenador, su kinesiólogo y dos dirigentes deportivos.

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El vuelo sólo tiene programada una escala, que cumple sin dificultades. Se espera que arribe a las 9:10 pm al aeródromo Los Cerrillos de Santiago, ya que todavía no existía el actual Aeropuerto Internacional de la capital chilena.

Uno de los mitos es que la torre de control en Santiago no respondió a tiempo al capitán del vuelo, Silvio Parodi, cuando éste pidió permiso para descender desde los 8.500 pies de altura porque el avión tenía hielo en las alas.

Urrutia relata que el capitán sólo pudo contactarse con Santiago a las 7:10 pm indirectamente a través del aeródromo de la ciudad de Concepción y que la respuesta demoró 25 minutos.

Una de las versiones que circuló es que el descenso no se autorizó de manera inmediata porque otro avión volaba a similar altura y en dirección contraria.

Urrutia establece que lo que hicieron los controladores en Santiago fue evitar una colisión entre los dos aviones del Green Cross que viajaban en la misma dirección. Al momento del contacto, y por el retardo de las escalas, los dos aviones tenían sólo dos minutos de distancia y mil metros de altura de diferencia, sostiene el periodista.

"Para evitar una carambola doblemente fatal...se autorizó al capitán Parodi volar a 6.500 pies como él había solicitado... También se le pidió que al descender virara hacia atrás y en círculo para que el (otro vuelo) tomara mayor distancia", dice el libro.

Santiago "nunca supo si Parodi y su tripulación recibieron estas indicaciones. Lo más probable es que el hielo acumulado sobre el fuselaje del avión ya hubiera destruido la antena de la radio de la aeronave".

En ese momento, el avión del Green Cross desaparecía por primera vez.

La búsqueda

Ocho días duró la búsqueda del aparato. "No faltó el mitómano que vio el avión caer al mar", dice a BBC Mundo Urrutia, "así que en la búsqueda participan incluso navíos militares y mercantes".

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El diario chileno El Mercurio publicó en la época que había "24 aeroplanos y dos helicópteros a cargo de la localización", pero Urrutia va mucho más lejos: "Hubo mucho drama. Hoy imagino que esto no pasaría, pero hubo unas 1.500 personas buscando, más de 100 aviones entre la FACH, LAN, avionetas , civiles, militares".

El martes 11 de abril de 1961 el capitán Sergio Riesle y su copiloto René Sugg comunican "avistamiento de ala y parte de fuselaje del aparato" frente a la ciudad de Linares, 300 kilómetros al sur de Santiago.

El avión, se estima, chocó con la ladera noreste de un cerro llamado Lástima, en la Cordillera de los Andes.

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Las fotografías en blanco y negro que aparecen en el diario El Mercurio son claras y se observan nítidos los restos del fuselaje. El avión había aparecido.

"No sabemos en qué lugar de la montaña recuperó los restos del avión ese grupo de rescate", dice Albornoz, quien funciona como vocero de facto del grupo de andinistas que hizo el reciente hallazgo. Los demás han preferido el silencio.

¿Puede ser que en 1961 se haya encontrado solo una parte del avión y que el fuselaje encontrado el 2015 corresponda a otra parte de la misma aeronave?

"Es una hipótesis que tiene sentido", dice Albornoz a BBC Mundo. "Estuvimos en dos lugares: uno en abril del 2014 donde sólo había pequeñísimos fragmentos, pedacitos de tubo de aluminio, latitas con tuercas. Por sus características, pertenecían al avión. De allí, rastrillamos los demás cerros".

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La segunda vez, en enero del 2015, nos fuimos más adentro y encontramos el fuselaje tras dos horas de marcha forzada: entremedio, no vimos nada", continúa el camarógrafo y andinista. "Así que tiene sentido lo que me dices. Pero han pasado 50 años, también pudo haber un deslizamiento. O que el fuselaje haya estado bajo hielo, o nieve y por el cambio climático haya aparecido".

"Lo que nosotros entendemos es que el avión se partió en dos y que sólo encontraron una parte. Eso siempre se supo. Había un pedazo del avión que no lo habían encontrado", dice Jerónimo Díaz, dirigente de Deportes Temuco, el equipo con el que se fusionó el Green Cross en febrero de 1965 y que se reconoce como heredero de la historia del club.

"Sabemos que el avión cayó y que las patrullas lo encontraron en 1961. Entre ese hecho y el de nosotros, no hay registro de que nadie más llegara hasta allá. Y aquí en Linares todos los años salen montañistas en busca del avión. Parten con toda parafernalia y siempre vuelven callados, porque no encuentran nada".

"No puedo ser tajante ni concluyente: pero yo pienso que es el mismo avión", resume el montañista.

"Nada espeluznante"

Las declaraciones de los montañistas han causado cierto revuelo este verano chileno. Llamó la atención, por ejemplo, que Albornoz asegurara que no haría público el lugar del hallazgo "para evitar profanaciones".

Pero el excursionista aclara a BBC Mundo que ya ha comunicado todo lo que sabe a las autoridades.

"Dijimos desde un principio que daríamos la información exacta. Yo ya declaré para la Fuerza Aérea, la Dirección General de Aeronáutica Civil. Su tema es netamente el accidente y sus causas y eso lo tienen más o menos cerrado. Mi informe no aportó mucho más allá, porque no vi ningún instrumento de cabina, nada que pueda agregar a lo que ya se sabe, que el piloto avisó del congelamiento de las alas".

Otro aspecto delicado del anuncio, es el referido a los fallecidos. Tras encontrar los restos del avión, en 1961, se organizaron masivos velatorios y funerales para sus víctimas, a partir de los restos que recuperaron las patrullas de búsqueda y rescate.

"El imponente funeral de la Asociación de Fútbol fue simbólico: les pusieron piedras a los ataúdes", dice Custodio Sepúlveda, exdelantero del Green Cross que hoy tiene 83 años.

"Todos me dijeron que no había cómo identificar los restos, que pusieron piedras. La idea es que desocupados, los ataúdes iban a estar muy livianos".

"Quiero ser riguroso porque sé que las familias están atentas", dice Albornoz. "Yo creo que en la época se hizo lo que había que hacer: dadas las condiciones extremas climatológicas, geográficas y las posibilidades tecnológicas de la época. Eran condiciones extremas".

"Me han preguntado mucho por el funeral, pero yo no sé nada de eso. Lo que sé es que ahora no encontramos nada espeluznante. Han llegado a decir que hay cuerpos congelados. No es cierto".

El avión fantasma

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Albornoz sigue respondiendo entrevistas. Dice estar incómodo con el acoso periodístico y el revuelo mediático de la historia. Lo han llamado de todas partes del mundo, cuenta, pero en Linares, donde chocó el avión, ha sentido un silencio incómodo.

"Cuando se quiebra un mito, hay consecuencias. Este era como un avión fantasma en la zona, su historia pasaba de boca en boca, de padre a hijo. Decían que alguien había sobrevivido en la cola, contaban historias".

"Yo sólo puedo probar un mito que era cierto. Y cuando veníamos bajando de vuelta, tensos, agotados, lo escuchamos: un ruido de avión, no de turbina, sino de hélices, bien potente. Los campesinos decían que el avión se escuchaba y era cierto".

"No me dio temor, me tranquilizó. Pensé que era un mensaje: que nos decían que todo está bien", dice Albornoz.

"Será que quieren que los recuerden. Eso pensé".

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