Marcelo Barticciotto: "No creo que vuelva al fútbol, porque no transo"
Alejado de las canchas profesionales desde hace más de un año, la ex figura alba habla de sus diversas batallas, en contra de Blanco y Negro y su propio carácter.
El grito de Lucas baja desde el segundo piso hasta el patio, donde se encuentra su papá, Marcelo Barticciotto (45). Intenta avisarle que ya ha empezado el programa "No te olvides de la canción", que grabó hace algunos días y en el cual volvió a tomar el micrófono en público. Allí interpretó "Ya nada es importante", la canción que lo llevó a Viña del Mar junto a Keko Yunge en 1999 y también estrenó una parte de "Fingiendo que te amaba", uno de los 20 temas que tiene pensado grabar en un tiempo más.
"¡Estoy ocupado!", responde el ex puntero colocolino, sin ningún interés en ver cómo salieron al aire sus dos creaciones. La música es uno de sus refugios, pero todavía siente algo de pudor después de las burlas que ha recibido desde hace 13 años. "No soy Luis Miguel, pero sé que no canto mal. Me apasiona componer, pero para eso hay que estar tranquilo y últimamente no lo he estado, por situaciones mías... internas", comenta "Barti", quien se ve cómodo junto a la parrilla de su hogar en La Reina.
El ídolo albo fue un jugador y entrenador atípico. Se considera solitario, introspectivo y existencialista, tres características que dificultaron su paso por el fútbol, pero que no le impidieron cumplir una "aceptable carrera", según dice. "Hay gente que resbala, flota por la vida y se los lleva el agua. Yo digo que hay que nadar. Si el agua se estanca, se pudre. La vida no es fácil, pero trato de pensar positivo. Me cuesta vivir, pero lo hago y soy agradecido de todo lo que tengo", explica el ex jugador, quien solía leer libros de autoayuda, hasta que se dio cuenta de que ninguno lo ayudaba demasiado.
La lucha
Además del gimnasio, donde se entrena al menos dos horas diarias y ha desarrollado los bíceps que luce orgulloso, Barticciotto entrena al equipo de la Universidad Gabriela Mistral y trabaja por el movimiento Colo Colo de Todos, con el cual intenta "recuperar el club" de las manos de Blanco y Negro, la institución que, desde su punto de vista, lo traicionó en 2008.
Su incursión política con Colo Colo le ha causado muchos inconvenientes, como el ataque de los barristas de 2010. ¿Por qué sigue adelante con esto?
No me creo el Alejandro Magno de esto. Hago lo que me nace, lo que me pidieron muchos hinchas. Esto me llena el alma y me ha traído muchos más beneficios que problemas. Mi señora está podrida, pero creo que el tiempo me ha dado la razón. Fui uno de los primeros en decir lo que iba a pasar. La gente me quiere más de lo que me quería. Voy a seguir luchando. No queremos echar a ByN, pero vamos a obligarlos a sentarse con nosotros, pues esto no da para más. Al colocolino la historia lo va a juzgar si no hace nada. Yo lucho porque no se pierda el alma y la pasión. Para mí, el fútbol no puede ser un negocio.
¿Su visión del fútbol tiene cabida en este esquema?
Lamentablemente está un poco obsoleta, pero yo no voy a perder mi dignidad por "políticas de la empresa". Los DT que llaman a los clubes para ofrecerse, esos sí trabajan, pues están dentro del sistema.
¿Lo han llamado de algún club desde que dejó su último trabajo en Copiapó?
Ha habido acercamientos indirectos, pero no creo que vuelva al fútbol. La gente sabe y no les debe gustar que esté en la vereda de criticar a los dirigentes. No les gusta que no transe y que no obedezca ciertos mensajes.
El discurso puede ser interpretado como de izquierda. ¿Le interesa la política?
Me dicen que mi mensaje es medio comunista. Mi familia era peronista y (Juan Domingo) Perón fue un militar que se preocupó por el pueblo. Yo no soy comunista, pero me gustan los políticos que se preocupan por los que menos tienen. ¿Cómo no voy a tener simpatía por eso? Soy muy amigo de Manuel José Ossandón (alcalde de Puente Alto), pero rechacé ser candidato a concejal, porque no me gusta ni la política ni los políticos.
¿Le costó mucho superar su salida como DT de Colo Colo?
Mucho. Todavía no lo supero totalmente. Trato de no aparecer tanto en los medios. No soy mala leche ni rompo códigos de camarín. A mí me traicionaron y lo exterioricé. Quizás me equivoqué, pero en el fútbol nunca nadie dice la verdad. Colo Colo todavía está pagando los platos rotos por ese momento, por las malas costumbres que los juveniles les veían a sus ídolos, que no entrenaban ni se cuidaban. Yo pedí que sacaran a tres jugadores (N. de la R.: Arturo Sanhueza, Rodrigo Meléndez y Miguel Riffo), por varias faltas de respeto, pero los dirigentes no se pusieron los pantalones, lo mismo que algunos jugadores que yo sé que estaban conmigo. Me dolió en el alma. Igualmente, no tuvieron los cojones para echarme.
¿Mantiene amigos en el fútbol?
Pocos, casi ninguno. Salvo Daniel Morón, que es como un hermano, Rubén Espinoza o Marcelo Espina. Yo sé que muchos piensan que me volví loco, que me rayé con lo de Colo Colo. ¡Que respeten mi decisión! Los problemas son míos y de mi familia. Lo que hacen muchos "ídolos" del club de la boca para fuera no sirve.
¿Ha sido muy complicado lidiar con las dificultades propias del fútbol cuando se tiende a ser tan introspectivo, como dice usted?
Mi vida ha estado llena de altibajos, pero eso no quita que lo pueda controlar y ser exitoso en todo lo que hago (...) Hay que tratar de andar contento, esforzarse por ser mejor día a día. Si puedes, deja pasar al auto del frente o saluda a la otra persona en el ascensor.
Entre sus diferentes actividades, Barticciotto se mantiene activo en twitter (@marcelobarti), su plataforma de batalla para defender Colo Colo de Todos y repasar a ByN. Hasta ayer, su cuenta tenía 53.263 seguidores.
Después de algunos fracasos en los negocios (dos sushi, un complejo de canchas de fútbol junto a Marcelo Espina y una fábrica de empanadas), el estratega ya está pensando en su próximo local, pero no quiere adelantar el rubro. "Estoy en una buena etapa de mi vida, que no la cambio por nada, aunque me ofrecieran $ 50 millones mensuales", indica, pues así tiene tiempo para mantenerse en pie de guerra contra los poderes y contra sí mismo.
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