Medio Oriente en vilo por futuro de premier libanés

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Un poster muestra la imagen del renunciado primer ministro, Saad Hariri, el lunes en Beirut.

Saad Hariri renunció el sábado 4 de noviembre en un video grabado desde la capital de Arabia Saudita. Su inesperada dimisión provocó gran sorpresa en Líbano y en toda la región, en una suerte de teleserie aún sin final.




Es la teleserie del momento en Medio Oriente, una que mezcla dinero, poder y que tiene como protagonista a un príncipe heredero y a un político-empresario, cuya cara empapela Beirut por estos días, tal como cuando se promociona una nueva serie.

El sábado 4 de noviembre, el primer ministro libanés, Saad Hariri, anunció sorpresivamente su renuncia, acusando a Hizbulá y a Irán, aliado de la guerrilla, de "controlar" Líbano e indicó que su vida corría peligro. "Vivimos en un clima similar al que prevalecía antes del asesinato del mártir Rafik Hariri en 2005 (su padre, que también fue primer ministro y que murió en un atentado). He sentido que se está tramando algo de forma encubierta contra mi vida", añadió. Lo que más llamó la atención, además de la dimisión, fue que el mensaje de Hariri se haya grabado en Riad, capital de Arabia Saudita.

Ante esto y una semana después, Hizbulá, que forma parte del gobierno de coalición libanés, denunció que el primer ministro estaba en Arabia Saudita contra su voluntad y que lo seguía considerando el jefe de gobierno. A su vez, el Presidente libanés, Michel Aoun, ha dicho que no aceptará la renuncia hasta que Hariri llegue a Beirut. Tanto él como Riad niegan que esté bajo arresto domiciliario.

¿Qué hay detrás de su dimisión? Esa es la pregunta que ronda en los centros de estudios de Medio Oriente. Según Reuters, Hariri recibió una llamada la noche del 2 de noviembre, en la que se le convocaba a ir a Riad para reunirse con el Rey Salman.

Hariri no era ajeno a la capital saudita. De hecho, nació ahí en abril de 1970. En Arabia Saudita su padre ganó millones en el negocio de la construcción y Hariri es ahora el presidente de la empresa de ese rubro, Saudi Oger y es el quinto hombre más rico de Líbano. Por eso, cada vez que viajaba a Riad era recibido con grandes honores. Sin embargo, el viernes 3 de noviembre no había nadie esperándolo.

El político llegó hasta su vivienda en Riad y el día siguiente recibió un llamado de protocolo para reunirse con el príncipe heredero, Mohammed bin Salman. Fuentes cercanas a Hariri dijeron a Reuters que se le confiscó el teléfono y que fue obligado a renunciar. Incluso lo habrían hecho esperar cuatro horas antes de que le presentaran su discurso de renuncia.

Esta dimisión hace temer que Líbano, donde persiste un frágil equilibrio político, vuelva a entrar en una espiral de violencia. Para los analistas, todo esto se enmarca en una nueva disputa entre Arabia Saudita, que es sunita y apoyaba a Hariri, e Irán, de mayoría chiita y gran aliado de Hizbulá. Ambas potencias de Medio Oriente están enfrentadas en asuntos regionales y en conflictos como Siria y Yemen.

Para el analista del centro de estudios Middle East Institute Paul Salem es justamente Yemen la clave de la renuncia. Hariri dijo el lunes que Arabia Saudita estaba preocupada por los misiles que Irán y la Guardia Revolucionaria han puesto en Yemen y que incluso alcanzaron Riad ese mismo sábado. Para Hizbulá ese conflicto es uno de los más importantes en que está involucrado y, según Salem, Riad teme que Irán esté construyendo una red de misiles en ese país. Por ello, sólo permitiría a Hariri regresar a Líbano si Hizbulá se retira de Yemen.

El analista británico Robert Fisk, por su parte, escribió en el diario The Independent que en esta trama habría también un componente económico. Los libaneses estarían preocupados de que Riad retire sus inversiones en Líbano y suma al país en una crisis. Las cifras muestran, según él, que la promesa de Irán de sostener económicamente a Líbano, es imposible de cumplir. Las exportaciones libanesas a Irán llegan a US$ 3 millones y a Arabia Saudita, a US$ 378 millones al año.

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