Milagros, la pariente del Papa en Santiago
La mayor parte de la familia de Jorge Bergoglio reside en Argentina. Sin embargo, una de sus familiares vive en Chile hace aproximadamente un año. Sus cercanos cuentan su historia.
Hace aproximadamente un año y medio, Milagros Fernández (35) llegó a vivir a Santiago. Gran parte de su familia siguió en Buenos Aires, Argentina. En esa ciudad vivió su infancia y juventud, estudiando primero en el colegio Nuestra Señora de la Misericordia y, después, en la Universidad de Buenos Aires, donde cursó una carrera relacionada con el sector financiero. Posteriormente, desarrolló gran parte de su ejercicio profesional en una cadena internacional de bancos, donde, tras 13 años, renunció para partir a Chile. Su marido, Maximiliano, había sido nombrado gerente de uno de los departamentos de Lan y la familia se instaló en la capital.
Fue en esta ciudad donde esta familiar del entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, se enteró de que su pariente ocuparía el puesto dejado por Benedicto XVI.
"A todos se nos cayeron las lágrimas cuando escuchamos esto por televisión", dice Juan Fernández, hermano de Milagros, desde la ciudad de Corrientes, en el noreste de Argentina.
De inmediato la familia se comunicó para comentar la noticia: "Por intermedio de WhatsApp estamos conectados con la familia todo el tiempo. Como yo estoy acá, y Milagros está en Chile, nos mandamos mensajes".
"Imagínate que si para Latinoamérica y para el mundo fue una sorpresa, para nosotros, siendo parientes, es inexplicable", reflexiona.
Hace 10 años, el matrimonio de Juan Fernández con su esposa, Rossana, fue oficiado por Jorge Bergoglio: "Fui el único en tener el placer", dice, riendo, Juan, al teléfono. Hace un año, el bautizo de su hija también fue realizado por el entonces cardenal transandino.
Tras conocerse el nombre del nuevo Pontífice, el teléfono de María Elena Bergoglio, hermana del Papa Francisco, no ha parado de sonar. Ella, al otro lado de la línea, contesta con voz amable y cansada. "Todavía no he podido hablar con nadie más de la familia, porque el teléfono no para. Mi hermano logró un milagro y me llamó", comenta.
"Fue un llamado cargado de emoción, las palabras casi ni me salían. Yo lo único que le preguntaba era cómo estaba y me decía que me quedara tranquila, que estaba muy bien", añade.
Desde el otro lado de la línea, María Elena Bergoglio desentraña el nexo que tiene con Milagros y Juan: "Ellos son nietos de una prima de mi papá", dice, en alusión a Mario José Bergoglio. "No recuerdo su nombre, pero todos le decíamos 'Minin'. Su apellido de soltera era Bergoglio y el de casada, Colombetti".
Aunque el parentesco de la familia no es directo, María Elena Bergoglio cuenta que habitualmente habla por teléfono con Ana María, hija de Minin, quien es madre de Milagros y Juan Fernández.
"Es una relación familiar que no se ha perdido, pero como decimos con ella, lamentablemente, nos encontramos cuando hay alguna muerte o desgracia", reflexiona.
Desde Corrientes, Juan Fernández afirma que "mi madre vive esto de manera reservada", pese a los llamados que ha recibido: "A los pocos días le colapsaron el contestador automático".
De manera contraria, Juan Fernández ha compartido su historia con medios españoles y argentinos.
Sobre Chile, dice saber "parte de la historia de Jorge"; esto es, que hizo una fase del noviciado en la Casa Loyola, residencia que los jesuitas tienen en el sector de Padre Hurtado. Sin embargo, reconoce que, en las últimas semanas y a través de los medios, "me he enterado de muchas cosas que no sabía".
Sobre esta estadía en Chile, María Elena Bergoglio recuerda que, pese a que tenía 12 años a comienzos de la década de los 60, mantenía el contacto con su hermano a través de cartas.
"Nos escribíamos con frecuencia y en sus cartas contaba su experiencia. Lo que más me hacía reflexionar es que él estaba trabajando en una parroquia muy pobre, en el sector de Padre Hurtado, y daba clases de religión a terceros y cuartos grados", recuerda María Elena.
Lo que más le impactó a Jorge Bergoglio fue la pobreza de los niños. "Me contaba su experiencia con los chicos, la pobreza en que vivían. Tenía muy marcado eso, de que los chicos iban a clases sin zapatos", dice María Elena, quien comparte esta carta con La Tercera. La misiva, escrita a máquina, tiene por fecha el 5 de mayo de 1960.
"Los chicos y chicas son muy pobres; algunos hasta vienen descalzos al colegio. Muchas veces no tienen qué comer y en invierno sienten el frío en toda su crudeza. Tú no sabes lo que es eso, pues nunca te faltó comida, y cuando sientes frío, te acercas a la estufa. Te digo esto para que pienses... Cuando estás contenta, hay muchos niños que están llorando", dice la carta.
"Quisiera que me ayudases en mi apostolado con estos niños", continúa la misiva. "¿Qué te parece si haces el propósito de rezar todos los días el rosario? ¡Claro que cuesta trabajo! Pero tu oración será como una lenta lluvia de invierno que, al caer sobre la tierra, la hará fértil, la hace fructificar. Necesito que éste, mi campo de apostolado, fructifique, y por eso te pido ayuda".
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