Mundial de Moscú, la fiesta del atletismo que no brilló
Entre la polémica por leyes antigay, el Mundial de Rusia mostró poco entusiasmo en las tribunas y dejó pocos récords quebrados.
En la hora de los balances del Mundial de Atletismo de Moscú, es válido echar un ojo a las galerías del estadio Luzhniki, donde se concentró el evento. Y tanto participantes como organizadores llegaron a la misma idea: el interés estuvo muy por debajo de lo esperado.
"Está muerto, no hay ambiente. Es como el día y la noche si se compara con Londres", dijo en el transcurso del evento el atleta dominicano Félix Sánchez.
Y es que nunca estuvo lleno el recinto. Se pusieron a la venta 35.000 entradas para un estadio que tiene una capacidad de 85 mil personas, pero que para este evento fue reducida a 50 mil.
El valor de los boletos tampoco ayudó a revertir el magro escenario. La entrada más cara era de unos 60 dólares para la final masculina de los 100 metros.
"Sí, las tribunas no están llenas. Sí, se están dando entradas gratis. Pero sean indulgentes, no tenemos experiencia en organizar eventos de atletismo. Hay muchas cosas que no sabemos", se excusó la vicepresidenta de la federación local de atletismo, Tatiana Lebedeva.
El mundial estuvo marcado también por las polémicas ocasionadas por las leyes antigay en Rusia. La defensa de Yelena Isinbayeva a la legislación no cayó bien en general y hubo casos de abierta oposición a las medidas, como las uñas arcoiris de la sueca Emma Green o el beso que las velocistas Kseniya Ryzhova y Tatyana Firova se dieron en la premiación de la posta 4x400.
En lo deportivo, los récords escasearon. En Moscú sólo se rompieron tres marcas de mundiales, pero se establecieron dinastías en distintas disciplinas.
Jamaica ratificó su poderío en la velocidad, el británico Mo Farah se erige como dominador en los cinco y 10 mil metros y Kenia pierde el dominio del maratón en hombres. Pero lo más destacado fue la derrota de Estados Unidos en el medallero a manos de los locales, que por fin vencen a los norteamericanos. En Beijing 2015 tendrán su revancha, si es que Rusia lo permite.
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