Nuevo Presidente de Corea del Sur: Un hijo de refugiados norcoreanos y defensor de derechos civiles

Moon Jae-in

Moon Jae-in, de 64 años, tiene un perfil de activista comprometido con las causas de los más débiles.




El liberal Moon Jae-in, un ex abogado curtido en la defensa de derechos civiles, se convirtió en el décimo segundo Presidente de Corea del Sur, simbolizando el deseo de cambio después de que el caso de corrupción de la "Rasputina" motivara el cese de la conservadora Park Geun-hye en el Ejecutivo. Su perfil de activista amable y comprometido con las causas de los más débiles canalizó mejor que nadie el hartazgo que dejan 10 años de gobiernos conservadores y un escándalo de corrupción que ha desnudado las miserias de la política y el mundo empresarial.

Con más del 88% escrutado, Moon logró el 40,28 % de los sufragios frente al 25,08% del conservador Hong Yoon-pyo. El centrista Ahn Cheol-soo, que a principios de la campaña era visto como el principal candidato para vencer a Moon, quedó en tercer lugar con el 21,49%.

Moon, de 64 años, estará obligado a pactar durante los próximos cuatro años (las legislativas no son hasta 2020) con partidos de centro y de izquierda que pueden ponerle las cosas muy difíciles y explotar su supuesta falta de experiencia política.

De padres norcoreanos y nacido en el último año de la Guerra de Corea (1953) en un campo de refugiados de la isla sudoriental de Geoje, tras vivir casi toda su infancia en la cercana Busan (segunda ciudad del país) pasó a convertirse en líder estudiantil en la Universidad Kyunghee de Seúl.

Moon encaja de este modo en el perfil del clásico líder de izquierda surcoreano que luchó en las calles hasta la saciedad para derribar a las dictaduras militares de Park Chung-hee y Chun Doo-hwan. Su rol al frente de numerosas manifestaciones contra el gobierno de Park (padre de la recién depuesta Presidenta) le valió ser detenido en varias ocasiones antes de licenciarse en derecho en 1980.

Su pasado como líder prodemocrático propició que dos años después la junta del general Chun Doo-hwan le negara un puesto como juez pese a quedar segundo en las postulaciones. Aquello sería providencial para que regresara a Busan y conociera a Roh Moo-hyun, el que acabaría siendo Presidente de Corea del Sur entre 2003 y 2008.

Amigos inseparables hasta el suicidio de Roh en 2009, juntos llevaron cantidad de demandas por violaciones a los derechos humanos en los últimos años de dictadura desde un bufete de Busan.

Tras la victoria de Roh en 2002, Moon ocupó varios cargos como secretario gubernamental durante su mandato antes de retirarse de la política y volver a la abogacía.

El suicidio de su gran amigo a raíz de la implicación de varios de los familiares de Roh en un caso de corrupción lo devolvió al ojo público cuando dirigió sus exequias, algo que generalmente se reserva al hijo primogénito del fallecido según la tradición coreana.

Católico, casado y con dos hijos, Moon sigue ahora la senda de su añorado Roh, el último político liberal en presidir Corea del Sur tras el decenio conservador de Lee Myung-bak y Park.

En política internacional se le acusa de ser demasiado blando y cercano con Corea del Norte, algo a lo que ha quitado peso recordando su paso por las Fuerzas Especiales del Ejército y subrayando que acepta las actuales sanciones que pesan sobre Pyongyang por sus pruebas de armamento. También ha abogado por una relación estrecha con Estados Unidos.

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