Occidente pierde el entusiasmo por acabar con Assad

Algunos países buscan bajar las expectativas de los opositores de que la reunión de paz en Ginebra pondrá fin al régimen sirio.




A un mes del comienzo de la conferencia de paz para Siria, programada para el 22 de enero en Suiza, Occidente da muestras de querer olvidarse de la guerra civil que afecta a ese país desde hace dos años y medio, o al menos ya no piensa con tanto entusiasmo en la posibilidad de que los días del régimen de Bashar Assad estén contados. Eso, cuando Assad ha obtenido victorias militares ante los rebeldes que refuerzan su posición, cuando sus fuerzas golpean brutalmente los bastiones opositores en Alepo, y cuando Occidente, en general, y Estados Unidos, en particular, comienzan a considerar si acaso el dictador sirio no es el mal menor frente a las fuerzas islamistas, algunas de ellas bajo la franquicia de Al Qaeda, que ganan presencia en el bando opositor. Eso, sin contar las agrias experiencias en Afganistán, Irak y, más reciente, Libia.

Sólo esta semana un reportaje de la agencia Reuters, fechado en Amán (Jordania), aseguraba que los países occidentales están tratando de bajar las expectativas de lo que será la reunión de Ginebra, que ésta no implicará una salida del poder de Assad y que la minoría aluita a la que pertenece el dictador sirio seguirá siendo clave en un cualquier gobierno de transición. Esos son los lineamientos más importantes de un mensaje entregado a altos cargos de la Coalición Nacional Siria (CNS) en una reunión realizada hace algunos días en Londres por los Amigos de Siria, un grupo de países opositores a Assad.

"Nuestros amigos de Occidente han dejado claro en Londres que no se puede permitir que Assad se marche ahora, porque creen que esto podría generar el caos y la toma de control (de instalaciones) por parte de milicias islamistas", dijo un alto cargo de la CNS, cercana a Arabia Saudita.

Precisamente el mensaje se produce por el auge de Al Qaeda y otros grupos integristas, que han logrado tomar el paso fronterizo con Turquía de Bab al Hawa y hacerse con depósitos de armas (que contenían armamento antiaéreo y antitanque) y que estaban bajo control del moderado Ejército Libre Sirio (ELS). Por este mismo motivo, Estados Unidos y Reino Unido decidieron el jueves de la semana pasada suspender la ayuda militar no-letal que había destinado en los últimos meses al ELS. Ese material se refiere a equipamientos como chalecos antibalas o sistemas de comunicación. Estados Unidos tenía previsto entregarles pertrechos por un valor de US$ 250 millones. La suspensión de esa ayuda afecta al norte del país, precisamente donde los opositores han logrado algunos éxitos, en las regiones de Alepo y Raqa.

De esta forma, ante los ojos de sus viejos enemigos, Assad comienza a aparecer como una garantía de que las cosas no cambiarán para peor. Así lo declaró el ex director de la CIA, Michael Hayden, en una conferencia la semana pasada. Entre una serie de "posibles resultados muy feos", entre las que se cuenta "la disolución completa de Siria", el actual régimen sirio es "el mejor", señaló. Incluso Israel ha guardado un sugerente silencio, a pesar de estar formalmente en guerra con la familia Assad desde hace décadas. Según dijo  el ex comandante en jefe del Ejército israelí, Dan Halutz, el de Assad es "un mal régimen que podría sustituirse por un régimen mucho peor, y desconocido".

Según la revista alemana Der Spiegel, el grupo Estado Islámico de Siria e Irak, ligado a Al Qaeda, está sembrando el terror en las zonas rebeldes, y son muchos lo opositores que ya no huyen tanto de las fuerzas de Assad, sino que de estos integristas, un grupo que ha ido ganando influencia. "Lo que está ocurriendo actualmente en el norte y noreste del país podría provocar el peor escenario: la desintegración de Siria. Esto no es porque los rebeldes sirios sean partidarios entusiastas de Al Qaeda -como ha afirmado la propaganda de Assad desde 2011-, sino porque las personas están agotadas después de tres años de destrucción y no tienen mucha energía para oponerse a la rápida expansión de los yihadistas", escribió la publicación.

Lo cierto es que la presión sobre Bashar Assad de Occidente ya tomó un curso diferente cuando en septiembre Estados Unidos y Rusia llegaron a un acuerdo para destruir las armas químicas sirias, pese a que la ONU demostró su uso y que Barack Obama había definido eso como una "línea roja". Con el silencioso retiro de las fichas de Occidente en Siria, la guerra civil, que parece tomar el camino de un conflicto de largo aliento, deja en el terreno sólo a las potencias regionales, como son Rusia e Irán al lado de Assad, y Turquía, Arabia Saudita, Qatar y otros países del Golfo, a lado de los rebeldes.

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