Olivia de Havilland cuenta cómo desafió el poder de los estudios de Hollywood

La actriz, de 93 años, dio una entrevista a The Independent donde habla de su carrera y su famoso juicio.




La actriz Olivia de Havilland, quien a sus 93 años es la única superviviente del legendario filme Lo que el viento se llevó, confiesa en una entrevista publicada hoy que fue "una estrella, pero también una esclava" de Hollywood.

En 1943, desafió sola a uno de los más poderosos estudios de la meca del cine y demandó a Warner Bros al amparo de la ley "antipeonaje" de California, una ley procedente del código napoleónico que prohibía a los patronos reducir a sus trabajadores a la servidumbre.

"Todos en Hollywood creían que perdería, pero yo estaba segura de ganar. Había leído la ley y sabía que lo que hacían los estudios estaba mal", explica De Havilland en declaraciones que publica hoy el diario The Independent.

Tras ganar el pleito, pudo escoger su propio material y hacer los papeles que realmente le interesaban, entre ellos en la película A Cada Uno lo Suyo (1946), de Mitchell Leisen, con el que ganó su tercera nominación al Oscar y la primera estatuilla de oro.

"Lo que más me satisface es que aquella decisión (judicial) benefició a Clark Gable, Jimmy Stewart, Glenn Ford, Henry Fonda y todos los otros actores que habían estado ausentes, haciendo su servicio militar. Cuando regresaron a Hollywood, pudieron reescribir sus contratos con cláusulas más favorables", señala.

Sobre Lo que el viento se llevó, que le valió una nominación para el Oscar a los 22 años por su interpretación de Melanie Hamilton, dice que fue "una de las experiencias más extraordinarias y personalmente satisfactorias de toda su vida".

Era la primera vez que interpretaba a un "personaje real" y no simplemente "bidimensional". "Melanie era una persona real, preocupada por los demás, pero también una mujer inteligente y dura. Aunque por encima de todo era una mujer feliz, con gran capacidad para ser feliz", explica.

De Havilland recuerda que todo el mundo creía que aquella película iba a ser un "colosal fracaso": la búsqueda de una intérprete para el personaje de Scarlett O'Hara (Vivien Leigh) había durado tres años, en el plató se sucedieron tres directores (George Cukor, Sam Wood y finalmente Victor Fleming) y "la prensa y todo Hollywood estaban aburridos mucho antes de que terminase el rodaje".

"Pero yo no. Yo creía en ella. Estaba convencida de que la película triunfaría porque contaba una historia real con personajes de carne y hueso", señala.

Sobre su relación con el actor Errol Flynn, De Havilland afirma que se han escrito "muchas tonterías al respecto".

La actriz comenta que Flynn fue "bastante injusto" con ella algunas veces que trabajaron juntos y menciona un caso concreto, cuando en 1940, ambos hacían la película The Santa Fe Trail, de Michael Curtiz.

Según recuerda ahora, en una de las escenas en la que aparecían los dos, Flynn se las ingenió para que a ella se la viese sólo de espaldas.

"Creo que estaba enfadado porque Jimmy Stewart estaba haciendo otra película en el mismo estudio y venía continuamente a verme", explica la actriz, quien añade: "Jimmy y yo estuvimos varios meses juntos aquel año (1940) y supongo que Errol estaba celoso".

En su autobiografía, que escribió antes de morir en 1959, Flynn declara su amor imperecedero por Olivia de Hallivand, algo que, según ella, la sorprendió mucho.

"Yo no le rechacé. Me sentía también muy atraída por él. Pero le dije que no podíamos tener nada mientras él siguiese con Lili (su esposa de entonces, Lili Damita)".

De Havilland debe de ser también una de las pocas estrellas de Hollywood en abandonar California en la cúspide de la fama: "Me invitaron al festival de Cannes en 1953. Allí conocí a un francés (Pierre Galante, futuro director de Paris Match) que me siguió a Londres y luego a Estados Unidos y me convenció para volver a Francia con el hijo de mi primer matrimonio (con el novelista Marcus Goodrich).

De Havilland, que sigue viviendo en París, aunque se divorció de Galante en 1979, trabaja actualmente en su autobiografía, pero se niega a hablar de su hermana menor, la también actriz Joan Fontaine (Rebecca), que vive con 91 años en California y con la que, según se dice, no se habla desde hace más de cuarenta años.

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