Omar Labruna: "No tuve la suerte de que Blanco y Negro escuchara mis necesidades"
El argentino piensa que con Arturo Salah en el "Cacique" se están haciendo las cosas bien. Lamenta que la dirigencia no se comprometiera y revela que estuvo a un paso de renunciar.
Desde que fue cesado como técnico de Colo Colo, en marzo, Omar Labruna ha aprovechado el tiempo para descansar y reencontrarse con su familia. "Pero siempre consumiendo fútbol", confiesa en entrevista con La Tercera.
¿Le costó asimilar su despido?
Me costó, porque fue bastante injusto no haber completado el año de trabajo. En los primeros meses se encumbraron las cosas, se ganó la fase regular, los clásicos y el cupo a la Sudamericana. Lamentablemente, en diciembre no tuve la suerte de que Blanco y Negro me escuchara en las necesidades del equipo. Ahora lo están haciendo con Arturo Salah como presidente, que es un hombre de experiencia en el fútbol, y con el que el entrenador puede tener un diálogo más cercano. Veo que los puestos que reforzó Colo Colo son los que mencioné en su momento. A nosotros nos trajeron a Vecchio y Hernández. No pudimos incorporar ningún jugador más. Cardacio y Domínguez llegaron sin actividad.
¿Por qué no lo escucharon?
Capaz que estaban tan ilusionados con lo que habíamos hecho que pensaron que con este plantel Labruna se las tenía que arreglar, porque ya lo había hecho. Cuando digo que es gente que no sabe de fútbol no es que esté hablando mal de ellos. Sentía que no era escuchado. Un montón de veces se cayeron jugadores por diferencias mínimas, pero hoy veo que han traído lo que se necesita. Más allá de eso, mi salida se dio cuando el torneo empezaba y la chance estaba abierta. El tiempo demostró que fue una decisión apresurada y desafortunada, porque terminaron lejos de todo. La mayoría de los jugadores me ha llamado y me ha hecho sentir que lo que pasó no fue acertado. Colo Colo cambió en los últimos cinco años a 12 entrenadores y eso no le hace bien a un club. Esperemos que le vaya mejor con Gustavo Benítez, quien me parece serio y disciplinado.
¿Nota muchas diferencias entre la presidencia de Carlos Tapia y Arturo Salah?
Abismales. A Tapia no lo veía nunca y no podía intercambiar cosas futbolísticas con él. Era una persona más para la concesionaria que para el fútbol. Salah puede cumplir ambas funciones. Eso hay que acompañarlo con un buen equipo y resultados. Hoy están en ese camino. Yo tenía solamente a Juan Gutiérrez, quien no deja de ser un empleado que cuida su lugar y que no podía ir todos los días a intercambiar opiniones y a ponerse firme.
¿Por qué razones piensa que lo despidieron?
Tal vez fui muy insistente y cansador en esos asuntos. También está el tema con Mosa en Temuco.
¿Ese incidente quebró su relación con ByN?
Si bien después de ese episodio Mosa y Jorge Fleitas reconocieron culpas, ahí quedó algo que no gustó. Por el lado de Mosa, algo quedó sin cerrar. Leyendo entrelíneas, sé que fue uno de los que terminó de apoyar este proceso. Por lo poco que lo conocí, es una persona de impulsos. Y en el fútbol, a veces, hay que dejarlos en pausa.
¿Qué pasó esa vez?
Cenamos después de un partido y Mosa me preguntó por qué ponía a Roberto Gutiérrez. Le dije: "Es un miembro del plantel". Entonces me dijo "Pero no queremos que juegue más". Y le digo "tengo que poner a los jugadores que veo bien, para eso soy el entrenador". Ahí llega Fleitas y salieron otros temas. Su reacción fue porque se empezó a hablar de su trabajo y la pretemporada. No hubo trompadas, pero sí palabras fuertes. Se debió haber evitado. Fue algo feo.
¿Volvió a hablar con Mosa?
Nunca más, con ninguno. Nunca tuvieron la deferencia de agarrar un teléfono, más allá de que mandaron al presidente, al gerente general y al director deportivo a manifestarme que no iba a continuar. Cada uno es como es, pero yo hubiera agarrado un teléfono y tenido una conversación. Se ve que algo se rompió.
¿En qué cree que se equivocó?
En no haberme puesto más firme para exigir los refuerzos en diciembre. Antes que empezara el torneo se me cruzó por la cabeza dar un paso al costado. No me calzaban algunas actitudes. No sentía compromiso total de la dirigencia. Decidí continuar porque era difícil irme, por todas las ganas que puse para llegar. Quizás también hice demasiados cambios en las primeras fechas: cambié el sistema, la línea de tres, luego volví a la línea de cuatro.
¿El accidente tuvo que ver con su despido?
No, porque cuando hablé con ByN ellos quedaron al tanto. Si no hubiesen comprobado mi versión, Labruna habría dejado de ser técnico de Colo Colo en diciembre.
Pero usted manejó mal esa situación…
El tiempo dirá todo, pero hubo culpas compartidas. La mía fue menor, no fui bien aconsejado.
¿Quién lo mal aconsejó?
Ese día estuve yo, Carabineros, mi mujer y el gerente general Alvaro Romero…
Romero fue despedido de ByN, ¿tuvo responsabilidad ocultando la verdad?
Posiblemente. El gerente general es la mano extensora del directorio. Tiene que manifestar los hechos con apego a la realidad y en el momento exacto. Si no lo hizo, cometió un error.
¿Cuánto le afectó que el Sifup lo acusara de cobrarle una comisión a Santiago Malano?
Fue una equivocación de Carlos Soto, que escuchó una versión y la echó a rodar. No se informó de que era falso. Después, cuando habló con la directiva de Audax pidió disculpas. Pero el daño me lo hizo.
¿Tiene ofertas?
He tenido en Argentina y acá tuve dos. Hubo una concreta de Atlante, pero no se dio.
¿Se quedará en Chile?
Estoy comprándome una propiedad. Tengo decidido vivir acá, llevo más de tres años, estoy muy a gusto. La idea es trabajar aquí.
¿Ha evaluado nacionalizarse?
Sí, es una posibilidad, con el tiempo.
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