Padre detenido por cultivar marihuana: "Lo volveré a hacer"

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Tanto él como su esposa son parte hace un año de la Fundación Mamá Cultiva, que reúne a 600 madres de niños con epilepsia refractaria y que han encontrado en el cultivo medicinal de la marihuana una alternativa a la escasez de fármacos de ese tipo en Chile.




Carlos Améstica, padre de una niña de cuatro años que padece de epilepsia refractaria y que fue detenido el viernes tras la denuncia de un vecino, por cultivar marihuana en su hogar en Quilicura para tratar a su hija, dijo a La Tercera que lo volvería a hacer. Su actitud tiene una explicación.

El uso de aquellas plantas es para elaborar un aceite que ha permitido, según Yasmín Hernández, madre de la niña, disminuir sus convulsiones "de 25 diarias a tres o cuatro".

Si bien le requisaron las plantas, el hombre no fue formalizado como estaba programado este sábado en la Fiscalía Centro Norte, y tras estar retenido por siete horas en la 49a Comisaría de Quilicura, fue dejado en libertad. Esto porque al utilizarlas para uso medicinal no habría incurrido en el delito de microtráfico.

Sin embargo, lo que más pesa para Carlos es que sin estas hierbas, su hija no podrá contar con esta medicina alternativa. "Las siete plantas nos iban a permitir elaborar aceite para cinco o seis jeringas de 1 miligramo cada una, lo que nos alcanza para una semana y media. Nos quedan ahora tres jeringas, después de eso no sé qué haremos. Lo que sí sé, es que tengo que volver a cultivar, no puedo no hacerlo", dijo,

Tanto él como su esposa son parte hace un año de la Fundación Mamá Cultiva, que reúne a 600 madres de niños con epilepsia refractaria y que han encontrado en el cultivo medicinal de la marihuana una alternativa a la escasez de fármacos de ese tipo en Chile.

Actualmente existe uno en base a Cannabis del laboratorio canadiense Tilray y que cuenta con un permiso provisorio del Instituto de Salud Pública para ser comercializado. Sin embargo, su costo es 20 veces más alto que el casero. "El medicamento que lanzaron cuesta 200 mil pesos y el costo de lo que producimos nosotros es de 10 mil por los mismos miligramos. Comprenderán que no podemos estar pagando eso todas las semanas", añadió Hernández.

Paulina Bobadilla, fundadora de la agrupación, explicó que han solicitado a las autoridades que los ayuden a democratizar el acceso, pero no han obtenido respuesta. "Hemos sido invisibilizadas. Vamos a seguir cultivando, aunque nos quiten una y otra vez las plantas. No pueden seguir jugando con la salud de nosotros y de nuestros hijos", dijo.

Ana María Gazmuri, directora de Fundación Daya, agregó que en estos casos "falta educación porque el joven estaba haciendo uso de su legítimo derecho de cultivar para uso medicinal. No es aceptable que estas situaciones sigan ocurriendo porque sabemos que no va a quedar detenido, pero lo grave es que se incautan las plantas que son para tratamiento medicinal".

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