Paul Anka: "Mi show es como un traje hecho a la medida del público"




Viene de Dallas. Pero podría estar recién llegando de Miami, Hawai o de algún club med del Caribe. El bronceado de Paul Albert Anka (68) es tan perfecto como el aplomo con que cumple con los clásicos ritos de su oficio.

Aparece media hora tarde para su encuentro con los medios, previo al concierto de esta noche en el Movistar Arena (fijado para las 21 horas y con entradas prácticamente agotadas), pero su sonrisa de pasta dentrífica y la esbeltez de su joven esposa sueca -Anna Aberg, ex reina de belleza de ese país y que ayer salió de compras por Santiago- desarman a los más quisquillosos.

A los que hasta hace poco masticaban la rabia con su atraso. Es el pequeño gran hombre de Diana el que está en la sala y se los gana a todos con el interés que de entrada parecen despertarle las preguntas que respondió mil veces.

La primera vez que el más popular de los crooners canadienses estuvo en Chile fue en octubre de 1960. Cantó en el Estadio Sausalito, de Viña del Mar, y en el Teatro Valparaíso (Peter Rock fue el telonero de ambas presentaciones) y luego viajó a Santiago, para presentarse en el primer estadio de la Universidad Católica y en un restaurante. La última vez que el autor de Put your head on my shoulders vino al país fue en 1992, para presentarse en televisión.

Esta vez viene precedido por el éxito de un par de discos donde reversiona a gente como Nirvana y Bon Jovi. Pero Anka, viejo crack, no viene a especular. "Sé lo que cuesta una entrada, no vengo seguido por acá, por eso voy a cantar todo lo que esperan de mí. Mi show es como un traje hecho a la medida del público", contó ayer entre varios otros asuntos, como la reciente muerte de Michael Jackson ("él sabía que no podría hacer esos conciertos en Londres"), la ética sobre su trabajo ("no puedes ser bueno, tienes que ser fantástico") y la posibilidad del retiro: "Muchos artistas se despiden muchas veces, pero no es mi caso.

Yo no pienso mucho en lo que viene. Mientras tengas pasión y trabajes duro, tienes que seguir haciendo lo que haces. ¿El retiro? No me importa. Todos vamos a morir. A mí no me importa morir, sólo que no quiero estar ahí cuando eso pase".

Paul Anka tenía previsto descansar y cumplir hoy con una prueba de sonido antes de su recital.

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