Productoras locales negocian traer a Chile shows de Alicia Keys, Cat Stevens y Blur

En el caso de la cantante, su nombre se baraja para septiembre, tras su paso por Rock in Río.




Ya pasaron The Cure y el festival Lollapalooza, y la cartelera de conciertos enfila hacia el reposado período invernal. Pero, por estos días, las productoras locales coordinan fechas y cuadran presupuestos para acordar los grandes nombres que aterrizarán en el segundo semestre. A las ya cerradas visitas de Iron Maiden, Black Sabbath, Metallica y Bon Jovi, se alistan para definir -en los próximos días- los debuts de tres ilustres que no guardan relación con las guitarras de alto voltaje: Alicia Keys, Blur y Cat Stevens.

En el primer caso, tres productoras ofertaron a principios de año un show de la estadounidense, aprovechando su viaje al sur para Rock in Río, festival donde se presentará el 15 de septiembre. El primer ítem a analizar fue el precio: US$ 800 mil por concierto, lo que asoma como una tarifa de rango alto para el mercado chileno, ya que, a modo de paralelo, se trata del mismo monto que exige el artista más caro del Festival de Viña.

Además, los involucrados han mirado a Movistar Arena como el sitio más idóneo, aunque su convocatoria (12 mil personas) puede resultar insuficiente para sus altos costos. Pese a tal escenario, las tratativas han continuado y ya se estableció que, en caso de prosperar el negocio, la primera vez en la capital de la voz de Fallin' será durante las dos últimas semanas de septiembre. En términos artísticos, su actual performance se empina por los 18 temas y pone foco en su último disco, Girl on fire (2012).

LA DEUDA INGLESA

En tanto, para noviembre está acordado el concierto de Blur, uno de los pocos ilustres del pop británico que aún no hace escala en el país. De hecho, los representantes del conjunto ya establecieron los días tentativos para el recital, comunicados a los promotores interesados: el 7 o el 8 de noviembre, para realizar un solo concierto. También debido a sus altos costos -alrededor de US$ 800 mil-, una de las opciones que se baraja es el Estadio Bicentenario de La Florida, con capacidad para casi 25 mil personas.

Hasta ahora, una productora de alcance continental lleva la delantera para organizarlo, reduciendo las posibilidades de que los hombres de Parklife puedan desembarcar en uno de los festivales que se hacen durante ese mes (como Maquinaria y Primavera Fauna, por ejemplo), opción que también se manejó hasta hace algún tiempo, pero que hoy asoma lejana.

La oficialización del evento se alista para mediados de año, materializando un espectáculo que ya pasó por Europa, EE.UU. y México y que, en un promedio de 15 canciones, recorre casi la totalidad de sus himnos.

UN LARGO RECORRIDO

Finalmente, la tercera gran visita de la temporada que se está ajustando contó con un aviso previo: el viernes 12 de abril apareció en su propio Facebook candidateándose para venir a Santiago. Una foto donde el cantautor Cat Stevens, hoy convertido al islamismo y rebautizado como Yusuf Islam, aparecía teñido del tricolor nacional, invitando a hacer "Me gusta" y coronando todo con un mensaje: "¡Pronto en Chile!".

Al margen de una declaración de intenciones, el cantante de Father and son sostenía, en paralelo, negociaciones para debutar en Santiago. Tratativas que, desde la primera quincena de abril, dejaron en el camino a varias productoras locales. Quien finalmente se quede con Islam deberá definir ahora el lugar del concierto y ponerle fecha a una gira que llegará a la región en diciembre. Hasta la semana pasada, algunas empresas se acercaron a los productores locales para participar como auspiciadores y se baraja Movistar Arena como escenario.

El fichaje, finalmente, es una larga historia de contactos con el autor desde que en 2006 puso fin a un retiro de la música pop por casi tres décadas, con la publicación de An other cup. En 2010, una productora tenía el show cerrado, incluso el listado de exigencias técnicas. Pero a última hora, Islam programó una gira por Australia y Nueva Zelanda. El año pasado se vivió una historia similar.

La gira sudamericana, que también tiene fecha reservada para Brasil en diciembre, presenta dificultades por afinar. La primera: el alto precio de un espectáculo más bien íntimo, con un costo cercano a los US$ 500 mil. Y también hay otros detalles que plantean desafíos, como los que se pueden ver en su más reciente DVD, Yusuf's Cafe Session de 2007, que registró su regreso a los escenarios tras retirarse en 1979 ante un Wembley Arena completo. El Cat Stevens del nuevo milenio prefiere audiencias más sobrias y en esa ocasión, las primeras filas se convirtieron en mesas a la luz de las velas.

El otro percance viene por una razón de marketing. Stevens es un pretendido desde hace muchos años del Festival de Viña. Fuentes de la organización afirman que sí han existido negociaciones, pero que apareció un tope al revisar el contrato: en cualquier tipo de promoción se debe ocupar el nombre de Yusuf Islam, mientras que el de Cat Stevens sólo puede ser incluido en un espacio más discreto.

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