Rafael Araneda: "Me gusta mucho que la gente se quede y disfrute a los artistas hasta las 3 o 4 de la mañana"

El animador asegura que el público del Festival de Viña sigue más vivo que nunca, y que eso se refleja en una Quinta Vergara llena hasta muy tarde.




"Estoy muy cansado", dice Rafael Araneda, sentado en un auto que lo llevará a cambiarse de ropa a su hotel, antes de partir a animar la quinta noche del Festival de Viña. Llegó hace una semana a la ciudad, y no ha parado; el rostro de Chilevisión reconoce estar más agotado que en otras ocasiones, ya que las primeras actividades de anfitrión tuvo que hacerlas solo, sin la compañía de Carolina de Moras, quien se quedó más tiempo en Santiago por la muerte de su abuela.

A una noche de que termine el evento, Araneda, quien no se saca los lentes oscuros, dice que sólo añora estar con sus hijos y alejarse del estrés mediático que significa el Festival. Y en medio del poco relajo de la tarde, conversó con La Tercera sobre cómo evalúa su quinto paso por Viña.

¿Cuál es su primer balance?

Siento que hemos hecho un bonito Festival y una gran transmisión. El recorrido musical que se ha hecho sobre el escenario representa a todos los públicos, a los guachacas, a los bachateros, a los salseros, a los pitucos y a todos. Esa habilidad la tiene Viña y por eso se transforma en epicentro de la atención.

¿Siente que el monstruo está cada vez más pasivo? 

Para nada. Existe una percepción de que el monstruo participa cuando es negativo. La gente se queda hasta las tres de la mañana en la Quinta Vergara, y se ha manifestado a diario positivamente y con una energía desbordante. Me gusta mucho que pese a las horas de cierre, la Quinta esté llena, y que la gente se quede y disfrute a los artistas hasta las 3 o 4 de la mañana. Tendemos a tener una idea negativa del monstruo, y ver sólo su lado rudo, y no es así. El monstruo es mundialmente conocido por el lado amable, pero en la mente de nuestro país está eso de la negatividad. Se ha manifestado con fervor por los artistas y con mucho respeto por el humor.

Pero eso que lo caracterizó por años, de no callar hasta que se le daba en el gusto, desapareció. 

Creo que todo evoluciona. La gente entiende que esos eran otros tiempos y que el Festival de Viña era distinto y tenía otra manera. Ahora, la gente ha aprendido a ver Viña en relación a la industria musical. Ahora hay una mayor cultura musical y de espectáculo, pero el fervor sigue intacto.

¿Siente que CHV está en un buen camino para internacionalizar el Festival?

Lo que yo escuché de la voz de nuestros ejecutivos que han estado en contacto con las cadenas de televisión internacionales, ellos están felices.

¿Cree que el humor muy chileno entorpece un poco esto? 

El humor por lo general tiende a ser súper local. Quizás, el humor nacional está súper bien entendido y la gente en Latinoamérica lo pasa increíble, o tal vez no. No sé. El jurado internacional al menos se ríe.

¿Y su recuerdo más íntimo de la primera vez que animó Viña, versus su actual participación? 

Cada vez lo paso mejor y cada vez lo disfruto más. Me divierto mucho animando el Festival y siento que todo ha sido muy entretenido. Los nervios siguen iguales aunque pasen los años, porque cuando uno está muy pendiente de que todo salga bien, a todo nivel, así es. Viña le lleva nervios, le lleva estrés, le lleva cansancio y poco sueño, pero es parte de.

El Festival ha debido enfrentarse al fenómeno turco de Mega y su rating no ha sido sobresaliente.

Al Festival le ha ido mejor de lo que vaticinaron los medios, y ha logrado imponer sus términos. Si bien es un programa que se emite por televisión, tiene una manera de construirse que nunca ha sido modificada por luchar en el minuto a minuto por el rating.

Usted se convirtió en el segundo animador con más noches de Festival, ¿pretende hacer lo mismo que Antonio Vodanovic, e ir más allá del canal de turno? 

No me lo he planteado así. El año pasado me despedí del Festival con la tranquilidad de haber cumplido una etapa. Luego, fui convocado de nuevo y en eso estamos. Soy un tipo que tiendo a vivir el presente porque las expectativas en la televisión son algo difícil de manejar y uno puede ser esclavo de sus palabras. La industria cambia minuto a minuto y no es igual a lo que era hace diez años.

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