¿Se está fraguando la tercera intifada entre Israel y los palestinos?

La creciente tensión entre Israel y los palestinos desde julio pasado podría desatar un nuevo levantamiento contra la ocupación israelí. Dos israelíes murieron el lunes en ataques con cuchillo en Tel Aviv y Cisjordania.




Durante la guerra de Gaza en agosto pasado hubo diversos levantamientos populares en Cisjordania contra los ataques israelíes y en protesta por la decisión del primer ministro Benjamin Netanyahu de aprobar nuevos asentamientos en una zona cercana a Belén que alberga varias poblaciones palestinas y una reserva ecológica natural.

Se trata de los mayores asentamientos de las últimas décadas, según organizaciones israelíes de derechos humanos, y han sido criticados por los gobiernos de Washington, la Unión Europea y las Naciones Unidas. El primer ministro británico David Cameron calificó esa decisión de "deplorable".

Previamente tres colonos y un joven palestino habían sido asesinados en una secuencia violenta.

En los últimos días ha habido atentados con víctimas mortales realizados por palestinos que, a la vez, fueron abatidos por las autoridades israelíes.

En las últimas semanas ha habido cinco atentados mortales. Los últimos ocurrieron el lunes contra un soldado en Tel Aviv y una mujer, que fue asesinada, cerca del asentamiento de Alon Shvut, en Cisjordania.

Tras los primeros atentados, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu autorizó la demolición de las casas de los palestinos atacantes, una práctica ilegal.

Netanyahu ha acusado al presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abbas, de incitar a la violencia.

Fuentes de las fuerzas de seguridad e inteligencia de Israel consideran que la debilidad del liderazgo de la Autoridad Nacional Palestina, el descontento de la población, y la falta de un acuerdo de paz, además de las acciones de Hamas en Cisjordania, están acelerando los estallidos de violencia.

LAS INTIFADAS ANTERIORES

La primera Intifada (1987) surgió de una serie de incidentes violentos entre el ejército israelí y la población palestina y tomó por sorpresa a Israel y a los dirigentes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). La Intifada se prolongó hasta 1993 y fue controlada por Israel mediante la asfixia económica y la fuerza.

La capacidad de resistencia durante meses y las imágenes de ciudadanos luchando con piedras contra las fuerzas israelíes condujeron al proceso de negociación que concluyó con los acuerdos de Oslo en 1993 mediante los cuales Israel cedería progresivamente más territorio ocupado a los palestinos. Los acuerdos, que dieron lugar a la creación de la Autoridad Nacional Palestina, eran inciertos frente a la creación de un estado palestino al final del proceso.

La segunda Intifada comenzó en septiembre de 2000, cuando el entonces candidato a primer ministro Ariel Sharon paseó por la Explanada de las Mezquitas (que los musulmanes denominan Haram al Sharif y los judíos el Monte del Templo). Ahí se encuentran la mezquita de al-Aqsa y la Cúpula de la Roca. El sitio es venerado por musulmanes, judíos y cristianos.

La explanada de las mezquitas es el tercer sitio sagrado más importante del Islam y el lugar más sagrado para el judaísmo. Israel permite la entrada, con regulares restricciones y cierres, sólo a los musulmanes. A pocos metros se encuentra el Muro de las Lamentaciones, sitio sagrado para los judíos.

Las leyes religiosas prohiben a los judíos entrar en la Explanada. Sin embargo, la entrada al recinto está controlada por fuerzas israelíes. Las actividades religiosas de la Explanada están administradas por Jordania según el acuerdo de paz con Israel de 1994. Algunos rabinos extremistas apoyan a grupos religiosos radicales animándoles a entrar en la explanada y acrecentando así las tensiones con los palestinos.

La segunda Intifada, mucho más violenta que la primera, se prolongó hasta 2005 y terminó con una victoria de Israel que consiguió contenerla mediante la fuerza pero con un costo de 3.000 víctimas mortales palestinas y 1.000 por el lado de Israel. A esa Intifada se la conoce también como "el levantamiento de al-Aqsa". Los últimos incidentes guardan una fuerte resonancia con esa Intifada.

El 30 de octubre pasado hubo un intento de asesinato contra el rabino ultraderechista israelí Yehuda Glick, que propugna la ocupación israelí de la Explanada. Para algunos sectores palestinos, la voluntad de ocuparla justificaría la violencia.

Por ejemplo, la familia de Abed a-Rahman a-Shaludi, quien estrelló el 23 de octubre su vehículo contra personas que esperaban el tranvía en Jerusalén, considera que nada pacificará la situación mientras los judíos intenten ocupar el Monte del Templo.

El conductor, que asesinó a dos personas en su atentado y fue abatido por la policía, era de Silwan, el conflictivo barrio de Jerusalén que vive constantes desahucios a favor de colonos judíos, desplazamientos y derribos de casas por parte de las autoridades israelíes.

Esta escalada de violencia lleva a preguntarse a analistas y políticos si está comenzando una tercera Intifada, aunque fuese diferente de las dos anteriores.

CONDICIONES ADVERSAS

Una tercera intifada depende del grado de represión de la ocupación militar y la capacidad de respuesta organizada de la sociedad palestina. Según el sociólogo palestino Jamil Hilal, ésta última ha sufrido una serie de cambios desde los acuerdos de Oslo que impiden un levantamiento popular.

Para Hilal, se han creado una estratificación social, una disparidad económica, un control de la población ejercido por las fuerzas de la Autoridad Nacional Palestina en cooperación con las israelíes, y un aislamiento represivo de Gaza que impiden una tercera Intifada

Durante los últimos 20 años, explica este sociólogo, Israel perfeccionó su sistema de dominación en los territorios ocupados a través de represión, control de tierras y acuíferos, la expansión de las colonias, demolición de viviendas, desplazamientos de población, y control de Jerusalén Este (negándose a que sea la capital de dos estados).

A la vez, ha construido un sofisticado sistema que conecta los asentamientos de los colonos a la vez que aísla y divide a la población palestina mediante controles de carreteras y un muro (barrera de seguridad en el lenguaje oficial israelí) que atraviesa Cisjordania impidiendo la continuidad territorial.

La sociedad palestina está dividida. Por un lado se encuentra la élite asociada a la ANP y al sector que se beneficia de la liberalización económica (dependiente del sistema de impuestos controlado por Israel) y de la ayuda externa. Un levantamiento afectaría los intereses de esta élite. Los funcionarios de la ANP temen perder sus salarios que dependen de la ayuda internacional.

En el otro extremo está la mayoría de la población que vive en medio del desempleo y la pobreza pero políticamente desorganizada. El desempleo afecta al 45,1% de la población en Gaza y al 16% en Cisjordania. El índice de pobreza es del 38.8% en Gaza y 17,8% en Cisjordania, según el Centro Nacional de Estadística Palestina.

DIVISIONES POLÍTICAS

Un gran obstáculo para establecer objetivos nacionales comunes son, además de la ocupación militar, las diferencias entre Fatah (movimiento secular nacionalista que gobierna Cisjordania) y Hamas (movimiento político-social islamista que gobierna en Gaza).

Aunque ambos buscan el establecimiento del estado palestino, Fatah ha aceptado un camino gradualista y no violento pactando con Israel al que reconoce como Estado. Hamas, en cambio, defiende la resistencia violenta y condiciona aceptar la existencia de Israel a que cese la ocupación, entre otras medidas.

Ante esta división en los liderazgos políticos la sociedad palestina se refugia en las necesidades de supervivencia inmediata o iniciativas de resistencia pacífica local desconectadas entre sí.

Para Khalil Shikaki, director del Palestinian Centre for Policy and Survey Research (Ramallah), mientras la Autoridad Nacional Palestina continúe al mando no habrá una Intifada, pero si no puede pagar los sueldos de los funcionarios o colapsa políticamente, entonces se incrementarían las condiciones.

Es improbable que surja un levantamiento estructurado y organizado. En cambio, pronostica, habrá continuos actos de violencia ejercidos desde cada lado por diferentes tipos de actores (individuos aislados o grupos) seguidos de represalias. Para Shikaki, en la medida en que crezca la tensión y la legitimidad de la ANP disminuya, aumentarán las posibilidades de violencia.

El gobierno israelí, la Autoridad Nacional Palestina y Hamas amparan o condenan la violencia según las circunstancias.

Para algunos analistas, Netanyahu debe contentar a la ultraderecha en su coalición de gobierno. Hamas encuentra legitimidad en atacar y sobrevivir a las respuestas de Israel. Y la Autoridad Nacional Palestina se encuentra atrapada entre controlar la violencia aliándose con Israel, y perder toda legitimidad, o permitir una Intifada que le puede llevar a perder todo el control de la situación.

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