Senado busca limitar uso del Congreso para actividades ajenas a labor legislativa

En sede de Santiago -que registra la mayor cantidad de reuniones- en 2015 los encuentros externos duplicaron a actividades legislativas. La comisión de Régimen Interno de la Cámara Alta elaboró un detallado reglamento que aún no entra en vigencia.




En junio de 2012, cuando el Partido Humanista presentó a su nueva directiva en el salón Los Presidentes de la sede del Congreso Nacional en Santiago, el cantante Florcita Motuda -militante del PH- fue uno de los invitados especiales para animar el evento. En medio de su show, el artista se dejó llevar por el entusiasmo partidario y mientras cantaba uno de sus éxitos saltó sobre una de las mesas patrimoniales que son parte del mobiliario el lugar.

Pese a que en ese momento no se percató, tiempo después Florcita Motuda supo de las consecuencias de su espectáculo: desde el Congreso hubo reclamos porque el brinco del cantante estropeó un mesón que había pertenecido a Bernardo O'Higgins en el siglo XIX.

Para quienes están a cargo de los salones del Congreso, proteger las piezas patrimoniales, ocupar los recursos disponibles según el presupuesto anual, y cautelar la labor de los funcionarios -que muchas veces deben trabajar extensas jornadas para suministrar los servicios que los parlamentarios requieren- se ha tornado en un problema.

Esto porque, según el registro de las actividades realizadas en 2015 en el Senado, solo en la sala de sesiones se realiza el doble de actividades extra legislativas por sobre las propias de la Cámara Alta.

Las iniciativas, según está estipulado, son autorizadas por los distintos senadores, quienes reservan y cargan los gastos de sus requerimientos al presupuesto de la Corporación y de sus asignaciones parlamentarias.

A modo de ejemplo, en 2015, en el salón Los Presidentes, que está ubicado en la sede de Santiago, se realizaron 67 actividades externas, mientras solo 37 fueron de índole parlamentaria. Cada actividad calculada para 45 personas, incluyendo seguridad, gastos de instalación, audio e informática, tiene como gasto base entre $ 230 mil y $310 mil por evento.

En el Salón de Honor de la misma sede, en tanto, los registros arrojan que en 2015 se realizaron 73 actividades ajenas al trabajo parlamentario y solo tres fueron de índole legislativo. El uso de dicho salón contempla cafetería, audio, enfermería, seguridad, además del uso de las instalaciones que tiene un alto costo en luminaria.

En total, cada evento contemplado para recibir a unas 450 personas genera un gasto base para el presupuesto del Congreso que puede llegar a $942 mil por cuatro horas de uso.

En el mismo archivo de actividades, se resume que los eventos externos autorizados por el Presidente del Senado de Santiago en 2015, Patricio Walker, fueron 191. Mientras que solo 65 fueron para actividades propias de la entidad.

Atendiendo al uso muchas veces continuado de las instalaciones de las dos sedes de Congreso -y que según explican en ocasiones incluso han dejado sin lugar a comisiones del Parlamento que no han podido sesionar- , el departamento de protocolo y eventos de la Cámara Alta elaboró un manual que regula la utilización de las dependencias para evitar un uso indiscriminado, imponiendo criterios respecto a cuándo, cómo y con qué prioridades se autorizarán estas actividades que, muchas veces, corresponden a encuentros de los partidos políticos.

En este manual, por ejemplo, se establece la creación de un comité de administración, cuyo fin será priorizar el trabajo legislativo y restringir el uso a actividades programadas en horario de jornada laboral, entre las 9.00 y las 19.00 horas. Esto último, tras recoger el reclamo de los funcionarios, que en múltiples ocasiones deben trabajar extensas jornadas extras e incluso fines de semana.

Cualquier deterioro -como el provocado por Florcita Motuda - tendrá que correr por cuenta de los organizadores.

"Esto nace para ordenar el uso de las dependencias de Santiago dado que en las ocasiones que se requerían algunas salas para las labores legislativas, muchas veces no se contaban con los espacios físicos", comenta el jefe de Relaciones Públicas y Protocolo del Senado,  Guillermo Miranda. "Esto se fue transformando en un centro de eventos (...) Esto, dejando en claro que la política nuestra es abrir las puertas del edificio a la comunidad, pero hay que hacerlo con cautela", agrega.

Las observaciones    

Pese a que este manual fue aprobado en enero pasado por la comisión de Régimen Interno, quedando su implementación agendada para el 1 de marzo, el reglamento aún no ha logrado ser puesto en práctica. ¿La razón? Los senadores Guido Girardi (PPD) y Carlos Montes (PS), pidieron un poco de tiempo para realizar una revisión al nuevo reglamento y levantar algunas observaciones.

Al respecto, Montes es categórico al decir que "el ex Congreso es un centro que pasa mucho tiempo desocupado. Tiene un potencial inmenso como centro cívico cultural de la ciudad".

El senador por Santiago Oriente y su par del PPD, quedaron mandatados por la comisión de Régimen Interno para plantear las observaciones al actual presidente del Senado, Ricardo Lagos Weber.

En tanto, la senadora Adriana Muñoz (PPD), quien es una de las gestoras de la iniciativa, defiende la implementación del manual como una fórmula para mejorar la labor parlamentaria.

"Nosotros hicimos un esfuerzo grande mientras yo estuve en la vicepresidencia del Senado, acogiendo un malestar de los propios senadores y los funcionarios en el entendido de que hay una desorganización de nuestros edificios que hay tanto en Santiago como en Valparaíso, esto porque en muchas oportunidades los senadores se han quedado sin salones para funcionar. Y dijimos hagamos un reglamento para esto, bajo el principio de que el Congreso se abra a la ciudadanía. Esto se aprobó con unanimidad por la comisión de Régimen Interno, pero fue observada por los dos senadores", explica Muñoz.

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