Sudamérica, el terreno conocido del Papa Francisco

Papa Francisco
El Papa Francisco visitará el país del 15 al 18 de enero próximo.

Por cuarta vez, el Pontífice llega al subcontinente, donde ha asumido un rol pacificador de los conflictos de una historia que conoce bien.




Hoy, cuando el Papa Francisco comience su recorrido por Chile, nuestro país se transformará en el sexto destino que el Pontífice visita en Sudamérica desde que asumió el mando de la Iglesia Católica, en marzo de 2013.

Voy "como peregrino de la alegría", "conozco la historia de sus países, fraguada con tesón, entrega", dijo Francisco en un mensaje de video emitido el pasado martes en Chile y Perú, países que forman parte de su nuevo viaje.

A menos de dos meses de cumplir cinco años al frente del Vaticano y con 81 años, el argentino Jorge Mario Bergoglio ha estampado un sello de austeridad y cercanía con los más pobres a lo largo de sus 21 viajes fuera de Italia, donde ha visitado 31 países en cuatro continentes diferentes.

Y de esa larga lista, el primer país que visitó el Pontífice fue Brasil, donde está la mayor cantidad de católicos del mundo. Según el Annuarium Statisticum Ecclesiae 2015, publicado por el Vaticano, existen 1.285 millones de católicos en el planeta, de los cuales el 49% está en Sudamérica, y 172,2 millones de ellos son brasileños.

Durante su visita de seis días, el Papa participó de la XXVIII edición de la Jornada Mundial de la Juventud que se celebró en Río de Janeiro. Y entre sus desafíos estuvo el reto de revitalizar el catolicismo y mostrar el sello de su pontificado.

También visitó la favela de Varguinha, donde meses antes la policía de Río había inaugurado una Unidad de Policía Pacificadora (UPP), para desarticular el crimen organizado y el tráfico de drogas en esos sectores de la ciudad.

En aquella oportunidad, Francisco dijo: "Apelo a todos los que poseen más recursos, a las autoridades públicas y a todas las personas de buena voluntad comprometidas con la justicia social: no se cansen de trabajar por un mundo más justo y más solidario". Además, el Pontífice instó a los obispos latinoamericanos a que "amen la pobreza" y no se comporten como "príncipes", en lo que se interpretó como una clara alusión de la impronta que pretendía imponer a la Iglesia Católica.

En julio de 2015, Bergoglio volvió a América Latina, esta vez respondiendo a una invitación de los entonces presidentes de Ecuador, Rafael Correa; Bolivia, Evo Morales; y Paraguay, Horacio Cartes.

En ese momento, el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, explicó la elección de esos países diciendo que se consideró "la variedad y la riqueza de las diferentes etnias y poblaciones de esos países: los grupos indígenas, la realidad mestiza y los idiomas locales, como quechua, aimara, guaraní".

Fiel a su sello, "el Papa quiso ir a los países menos grandes e importantes. Ese fue su primer criterio", concluyó Lombardi.

Con visitas a Quito y Guayaquil, el Papa se enfrentó a tensiones políticas a favor y en contra del gobierno de Correa. En su encuentro con el mandatario, Francisco dijo en su discurso que "el pueblo ecuatoriano se ha puesto de pie con dignidad". Correa atribuyó la frase a los cambios que vivía el país y a lo que llamó "revolución ciudadana", pero Francisco aclaró después que la frase había sido instrumentalizada y que él se había referido al conflicto limítrofe de Ecuador con Perú y a la capacidad de los ecuatorianos de levantarse y tomar "cada vez más conciencia de su dignidad".

En Bolivia, la visita del Papa estuvo marcada por el tema marítimo. Aunque en sus primeros años de gobierno había apuntado a la Iglesia Católica como parte de sus opositores, el Presidente Evo Morales saludó al Pontífice diciéndole: "Bienvenido a una tierra a la que se le ha mutilado su acceso al mar mediante una invasión". Francisco respondió diciendo más tarde: "Estoy pensando en el mar. Diálogo. El diálogo es indispensable" para "evitar conflictos con los países hermanos", refiriéndose a la disputa con Chile.

En Paraguay, Francisco llamó a los jóvenes a "hacer lío y organizarlo bien", en referencia a una participación activa en los cambios sociales del país.

La última escala del Pontífice en su continente natal fue Colombia, donde su mensaje estuvo dirigido principalmente a la reconciliación del pueblo colombiano en el marco del acuerdo de paz de 2016, que puso fin a más de medio siglo de hostilidades. "Que este esfuerzo nos haga huir de toda tentación de venganza y búsqueda de intereses sólo particulares y a corto plazo". Y agregó que hay que "sanar las heridas y construir puentes".

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