Una OEA dividida afronta un tenso debate sobre crisis hondureña
Este viernes el organismo evaluará los recientes comicios y la decisiòn del Congreso de no restituir a Zelaya.
La OEA afrontara mañana viernes un debate difícil y tenso sobre la crisis en Honduras, dada la división existente en su seno sobre el reconocimiento de los comicios y la incertidumbre causada por la negativa del Congreso a restituir a Manuel Zelaya.
Los 34 países miembros activos de la Organización de Estados Americanos (OEA) se reunirán mañana en una sesión extraordinaria para evaluar los comicios hondureños del pasado domingo y la decisión del Congreso de no restituir al depuesto mandatario Manuel Zelaya, quien fue derrocado el 28 de junio.
En la sesión, que se iniciará a las 20.00 GMT, el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, presentará un informe sobre las elecciones del domingo, de las que salió como virtual ganador Porfirio Lobo, y el voto del Congreso Nacional, el miércoles, cuando 111 de los 128 diputados decidieron que Zelaya no debía volver al poder.
Insulza, quien siempre ha abogado por la restitución del depuesto mandatario, aún no se ha pronunciado sobre la decisión del Congreso.
Sí lo ha hecho sobre las elecciones del pasado 29 de noviembre, aunque con cautela, dado que no puede pronunciarse sobre la legitimidad o no de los comicios al ser la OEA un organismo en el que deciden y opinan sus 34 países miembros activos.
No obstante, ha dicho estar abierto al diálogo con Lobo.
El representante de la OEA opina que ahora hay un nuevo actor a tener en cuenta y a partir del 27 de enero un nuevo gobierno a incluir en los cálculos, pero también considera fundamental la posición de Zelaya porque es el mandatario legítimo.
Insulza afirmó el pasado lunes en Estoril (Portugal), donde participó en la Cumbre Iberoamericana, que las acciones que desarrolle Lobo serán fundamentales para que la comunidad internacional valide el nuevo gobierno.
El virtual presidente electo ha hecho un llamamiento a la reconciliación nacional y la formación de un Gobierno de unidad, tal y como establece el Acuerdo TegucigalpaSan José, alcanzado por Zelaya y el mandatario de facto, Roberto Micheletti, el 30 de octubre.
Lobo entiende que la comunidad internacional insiste en la necesidad de que el pacto se cumpla en su totalidad, y hoy ha dicho que "si el acuerdo se cumple abre puertas; si no se cumple las puertas siguen cerradas y nos complican" el camino hacia el futuro.
El gran problema del político conservador es convencer de su buena voluntad a la comunidad internacional y sobre todo a aquellos países que rechazan las elecciones y no le quieren reconocer.
CONSENSOS Y DIVERGENCIAS
Los 34 países miembros activos de la OEA mantienen el consenso sobre la importancia de que se restaure el orden democrático y constitucional en Honduras, pero difieren profundamente sobre la legitimidad de las elecciones y el reconocimiento del resultado.
EE.UU., Colombia, Costa Rica, Panamá y Perú defienden las elecciones como necesarias, aunque con el matiz de que no son suficientes para restablecer el orden democrático en Honduras.
En cambio, Argentina, Bolivia, Brasil, Cuba, Ecuador, Guatemala, Nicaragua, Paraguay, Uruguay y Venezuela las consideran ilegítimas.
Un alto funcionario estadounidense afirmó hoy que hay "unanimidad" en el continente sobre que los golpes tienen que pertenecer al pasado, algo que no implica que la crisis hondureña sea fácil de resolver o que no haya diferencias sobre las "tácticas" a seguir para solucionar los problemas que tiene Honduras.
En cualquier caso, EE.UU. ha adoptado una postura pragmática al considerar que la cuestión en la crisis hondureña "no es simplemente el reconocimiento o no" de las elecciones, sino qué pasos dar para ayudar a ese país a reintegrase al sistema interamericano del que fue suspendido el 4 de julio.
Por tanto, se puede esperar que mañana en la sesión extraordinaria de la OEA haya dos bandos, uno liderado por EE.UU. y el otro encabezado por Brasil y el bloque de los países de la Alianza Bolivariana para las América (Alba).
De momento, según fuentes de la OEA no hay un documento de declaración o resolución sobre la mesa y es improbable que lo haya, dado que alcanzar un consenso es prácticamente imposible en un ambiente tan sumamente polarizado.
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