Willy Rodríguez: "Tocar en Viña fue la graduación para Cultura Profética"

"Este año cumplimos 20 años de historia, ha sido difícil, pero bonito. Y lo mejor es que cada vez nos sentimos más como una familia, es muy lindo poder hacer música con gente que amas", dice Willy Rodríguez, la voz de Cultura Profética, a la hora del balance tras las dos décadas de carrera que celebra la agrupación.

Veinte años de ruta en que los nacidos en Puerto Rico se han convertido en alumnos aventajados del reggae en Latinoamérica; ya que junto a los argentinos Los Cafres y los chilenos Gondwana forman el triunvirato que ha ayudado a expandir el género por toda la región. "Somos varios grupos del movimiento que dimos pie a muchos otros proyectos nuevos. Salimos en un momento en que la escena era escasa, y con muy pocas bandas con originalidad en sus propuestas. En ese caso sí somos pilares y más porque eso es lo que la gente nos hace sentir", cuenta el también bajista del conjunto.

Y es con ese cartel llegan para presentarse en Chile el 24 de noviembre en el Movistar Arena (entradas en Puntoticket) celebrando sus 20 años de historia. El show que traerán es el mismo que desplegaron en octubre pasado en su país, donde tocaron por cerca de tres horas, repasando de manera cronológica sus cinco álbumes de estudio. Desde su primera placa Canción de alerta (1998) influenciada por la vertiente más contestataria y espiritual del reggae: el roots. Hasta su último trabajo, el superventas La dulzura (2010) donde afloró el lado más romántico del conjunto y que les abrió el camino a la masividad en América Latina.

Si aquel quinto disco fue el que los catapultó a la popularidad en toda la región, Chile no fue la excepción. Solo en los últimos cinco años se han presentado más de trece veces en el país, incluidas dos fechas consecutivas en el Movistar Arena en 2014 donde metieron a más de 30 mil personas al recinto, trasformando a la banda en una de las más convocantes y queridas por los fans locales.

Pero ese amor es recíproco, con fecha y lugar claro de inicio: 11 de agosto de 2007, en el pub El Huevo en Valparaíso. Allí en un local repleto y en medio de los vítores de su fanaticada, el conjunto vivió una especie de revelación. "Nuestra música de por sí es más contemplativa, la gente no se pone a brincar ni nada. Pero en ese show fue la primera vez en nuestra carrera que sentimos que podíamos crear un efecto energético en las personas, fue todo un descubrimiento para nosotros, y siempre lo agradecemos mucho", enfatiza Rodríguez.

Años después, la presentación en el Festival de Viña 2015 fue la consolidación. El cantante subraya: "Ese show nos hizo muy bien, porque fue nuestra graduación. El empuje que tiene Viña internacionalmente, el hecho de que millones de personas lo vean nos hizo elevar el nivel de nuestro juego. De ahí mucha gente nos vio con más respeto".

La banda se encuentra trabajando hace tres años en lo que será su sexto LP, el que aún no tiene fecha de estreno, pero ha soltado algunos adelantos como el hit Saca, prende y sorprende y Le da igual. "Esos temas son buenas guías, pero igual el disco va a ser bien variado, nosotros siempre nos hemos caracterizado en nuestra discografía por hacer todo lo contrario a lo que la gente espera (risas)", cuenta el músico.

Y sigue: "Ahora estoy explorando mucho la esquina del Motown, va a haber un poco de eso, y también un intento por regresar a nuestras raíces como en el disco Diario".

Fue en ese tercer álbum de 2002 que la banda introdujo otros tópicos a sus letras, pasando de las combativas y espirituales líricas de sus dos primeros trabajos, a composiciones más cercanas al amor. Rodríguez explica: "Siempre nos ha gustado cambiar un poco, evolucionar el mensaje. Además no me agrada mucho esta técnica de propaganda que tiende a crearse en la música, que si tu tienes unos ideales cada canción tiene que hablar sobre eso, y no te das espacio para otros cosas. Todo luchador también sabe amar, tiene esa capacidad. Por eso lucha, porque es sensible".