Columna de Carlos Correa: Casi casi pensiones
Una canción popular del norte de Chile dice que “si no es por el casi casi, casi me casó con vos”. Algo así estamos viendo en la contienda final de la negociación de pensiones, donde las diferencias sobre como repartir el 6% adicional de cotización nuevamente puede echar a perder un acuerdo de pensiones.
Ante la posibilidad de que Chile Vamos firmara un acuerdo con un pequeño 0,5% para reparto, que es una distancia sideral de la propuesta original de un 6% que hizo el Ejecutivo, los Republicanos echaron a andar su maquinaria mediática, y varios “analistas” ligados a la ultraderecha salieron a acusar de cobardes y entreguistas a los dirigentes de la UDI.
Es muy curiosa tal acusación, pues el gobierno de Piñera había propuesto un acuerdo donde ese monto adicional se dividía en 3 puntos para capitalización individual y otros 3 para reparto , a cargo de un ente estatal, y con ello había logrado un acuerdo con diputados del centro en la Cámara. El rol de pequeñez política le tocó entonces a la izquierda que no quiso aceptar dicho acuerdo y así no darle ese triunfo político al gobierno de entonces. Eran los tiempos de la fiebre de la Primera Línea y nadie quería aparecer acordando nada con Piñera, pues venía una nueva constitución y, con ello, una marea que terminaría con las AFP.
Debido a esa propuesta razonable que tenía entonces la derecha, es difícil dar argumentos técnicos para rechazar el acuerdo que ahora propone el gobierno, mucho más cauto que aquel que propuso Piñera. La experiencia mundial muestra que los sistemas de pensiones mejor evaluados son los que funcionan de manera mixta, con los ejemplos de Suecia y Holanda, donde además de reparto solidario hay una industria muy competitiva y rentable de seguros privados. No es necesario buscar mucho en Google para encontrar alabanzas a dichos sistemas por parte de varios que hoy critican con dureza que Chile Vamos esté dispuesto a llegar a un acuerdo con solo un 0,5% para reparto.
La única razón posible es no querer darle al gobierno actual la posibilidad de anotarse con el triunfo de haber logrado una reforma de pensiones. Las razones van desde la mezquindad hasta quienes creen que es mejor no darle ningún triunfo a la izquierda, pues irán por más. Esa lógica recuerda aquel famoso discurso en ICARE donde, entre aplausos, se enterró la reforma constitucional de Bachelet. Los cinco años de inestabilidad política que siguieron a aquel craso error de cálculo pareciera que no dejó ninguna enseñanza en la derecha.
No ven que, en realidad, al llegar a un acuerdo de pensiones, en realidad le están causando una derrota ideológica. No hay que olvidar que varios de los que están hoy en La Moneda abogaban por un sistema de reparto puro, o sin participación de privados en la seguridad social.
El gobierno tiene a su izquierda un silencio respetuoso, pero con mucho dolor. Prometió barrer con un sistema, y hoy firmaría un acuerdo que varios encontrarán que tiene demasiadas concesiones a la derecha, y que era mejor guardar la pluma para momentos donde los vientos giren más a la izquierda. Los recientes vaivenes muestran que puede que no pase mucho tiempo para que exista esa mayoría, pues desde 2006 que ningún presidente le entrega la banda a un sucesor de su propia afinidad política. Así, y como suele suceder, los duros de derecha podrían estar haciéndole un favor a los puros de izquierda.
Por Carlos Correa Bau, ingeniero civil industrial, MBA.