Columna de Natalia Piergentili: Reconstrucción, más método y menos encargados
La historia de Chile nos ha enfrentado generación tras generación a la vivencia de diversas catástrofes, ya sean naturales o de difusa responsabilidad cómo los incendios que, desde hace algunos años, nos han asolado cada verano.
En el mundo en que vivimos, donde hasta las guerras se transmiten en directo cual serie de televisión, se esperaría una cobertura de prensa más centrada en informar y educar que en buscar a la única persona a cuya casa no han ido a levantar la ficha básica de emergencia, o a buscar culpables antes de las investigaciones, o a permear a la ciudadanía con impresiones absolutas y prejuicios, fundados más desde el comentario para la galería que desde un ejercicio más acucioso y con menos morbo.
Así como hemos establecido cierta experiencia en las emergencias, también es bueno adoptar lo mejor de los documentados procesos de reconstrucciones que hemos realizado, de modo que cuando corresponda empezar un proceso de estas características no volvamos a cometer errores que, con la experiencia, podrían ser evitables.
La reconstrucción siempre nos enfrenta a decisiones difíciles y esta nueva emergencia no es la excepción, por ejemplo, muchos de los terrenos ocupados son tomas o terrenos ubicados en zonas de riesgo para la población en que no es prudente reconstruir y frente a este problema se espera consistencia en la decisión de las autoridades junto al resguardo, tanto la necesidad de los afectados, como de su seguridad y la de la ciudad en que habitan.
Otro de los imperativos de este proceso es que se requiere UN plan que no es la sumatoria de lo que cada ministerio puede o quiere hacer, sino uno que adscriba a una política de ordenamiento territorial, que defina las distintas respuestas estatales para los afectados. Ese plan que es una acción extraordinaria de la gestión del Estado no puede tener tantos encargados que entran y salen. Por una parte, la alcaldesa de Viña del Mar que por razones obvias es incumbente en la materia, la ministra enlace, la ministra encargada de la reconstrucción, como si la presencia de tanto representante gubernamental diera garantías de eficiencia y prontitud. Por el contrario, se ve una coordinación difusa y grisácea que fomenta el oportunismo político – electoral en lugar de concentrarse en lo importante: solucionar eficientemente los problemas de las personas afectadas.
Un plan que integre ordenamiento territorial, soluciones habitacionales o subsidios especiales para construcción o compra, rehabilitación de los sistemas básicos como son agua, luz y alcantarillado y el horizonte temporal de las etapas de cumplimiento. Asimismo, un programa que defina cómo se acompañará psicosocialmente a la diversidad de familias afectadas mientras el Estado, la comunidad y las empresas constructoras o las entidades que se dispongan, establecen los canales de comunicación y de confianza necesarios bajo UN liderazgo claro y ordenador.
A propósito de que uno de los pilares del gobierno es la descentralización, sería importante que las autoridades regionales tomaran la posta, de modo de resolver dilemas del territorio dentro de este, junto con contribuir al espíritu de este proceso que es precisamente el delegar en las comunidades locales, con apoyo del nivel central, por cierto, la capacidad de ser protagonistas.
La idea de que si no hay ministros a cargo las cosas no avanzan o se pierde la eficiencia o el ritmo necesario en la gestión instala un mal precedente. Prefiero un gobierno que utiliza, incluso para abordar tareas extraordinarias, las herramientas administrativas, económicas y políticas con las que nuestra institucionalidad cuenta, exigiendo, por cierto, trabajo, certezas, y logros.
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