Columna de Óscar Guillermo Garretón: Entre esta y la próxima elección
Salvo que hubiera habido sorpresas, la elección de ayer importaba más por los datos que entrega para otros eventos de la política que por la relevancia del cargo de gobernador: ¿Cuánto se recuperó la derecha de su mal momento postestallido?; ¿cómo pesa la mala gestión del gobierno y la crisis Monsalve?; ¿emerge Claudio Orrego como presidenciable?
Sí, el resultado de mayor trascendencia es el holgado triunfo de Claudio Orrego, que lo instala como presidenciable posible del oficialismo. Llena el vacío dejado por el desistimiento de Bachelet, la impopularidad que afecta a Carolina Tohá por la crisis de inseguridad ciudadana y la torpe reacción gubernamental en el “affaire Monsalve”, y la inviabilidad para PC y Frente Amplio de levantar un candidato competitivo después de lo que ha sido este gobierno.
Claudio Orrego apostó a lo que ya se había demostrado preferible para la ciudadanía a lo largo de todo el país: moderación, trabajo con todos, distante del insulto y la descalificación. Parte de su éxito ha sido eludir el ser identificado como candidato oficialista, desembarazándose de la pesada mochila que dejan estos cuatro años de sello refundacional y malas políticas públicas. Se promocionó como el hombre de la sonrisa, no de la descalificación; del saber hacer las cosas a diferencia del gobierno y de su adversario Francisco Orrego; de trabajar con todos. Su gran desafío es prolongar esa identidad, si es que asume un rol de presidenciable.
No es poco lo que debería hacer. No hay centro ni centroizquierda creíble sin ruptura con los sellos del actual gobierno. Esta vez debe correrse hacia el centro para disputarle votos a Matthei. Pero eso dependerá de la distancia que tome del Frente Amplio y el PC, enemigos declarados del “concertacionismo”, al que algunos de sus partidarios comienzan a sugerir como identidad. El recuerdo de que defendió públicamente el voto Apruebo en el plebiscito se le hará presente y el fantasma de este gobierno le penará.
Es distinto postular a gobernador que a Presidente. Y es urgente construir con visión de futuro, no de jurar amor a pasados, sean los recientes, para el olvido, o los distantes, hasta hace poco renegados y denigrados. La historia no transcurre en vano. Comienza otra etapa política con las próximas elecciones de Presidente y parlamentaria.
Gastar energías en el actual gobierno lo veo de dudosa utilidad. No ha tenido respuesta para la crisis multifacética que ha precipitado. Tampoco tiene tiempo para rectificar; menos, enmarañado como está en la mala gestión de sus sucesivas crisis.
La suerte electoral de cada presidenciable es de difícil pronóstico; no así la de quien sea futuro gobernante. Gobernará alguna o algún moderado. Pero, ante todo, su éxito dependerá de su capacidad para anticipar acuerdos entre moderados de ambas coaliciones que hagan viable el próximo gobierno.
Por Óscar Guillermo Garretón, economista
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