Columna de Ricardo Lagos: Los BRICS y el Sur Global: los desafíos para Chile
Hay que tomar nota de lo ocurrido esta semana en Sudáfrica y la reunión de los BRICS. Nuevas tendencias están reconfigurando el mundo y ante eso un país como Chile debe estar atento. Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica son los actuales miembros. Sólo cinco países, pero esos cinco representan un núcleo de reordenamiento internacional a partir de ser el 31,5 % del PIB mundial y sumar ya una población de 3.250 millones de personas, donde India aporta 1.420 millones y China 1.410 millones. Ahora, después de un intenso debate, han optado por la ampliación del grupo sumando a Argentina, Arabia Saudita, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos e Irán. Y hay más de veinte que están solicitando sumarse a la entidad.
Todo esto va dando forma al llamado Sur Global. Los BRICS no tenían reunión cara a cara desde 2019. Ahora lo han hecho, salvo con Vladimir Putin, quien se encuentra requerido por la Corte Penal Internacional y por ello no puede salir de su país. Tuvo que representarlo el Ministro de Relaciones Exteriores y sus intervenciones fueron pocas y por videoconferencia.
¿Qué busca y qué quiere representar el grupo BRICS? El presidente Lula, ratificando la energía internacional con la cual retomó su tarea, fue categórico: “Los BRICS no son un contrapunto al G7, ni al G20, ni contra nadie. Queremos organizarnos como el Sur Global, algo que antes no existía. Somos importantes en el debate global, sentados en la mesa de negociaciones, en pie de igualdad con la Unión Europea y los Estados Unidos.” En Washington, el Consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, rebajó la importancia del tema: “se trata de un grupo muy diverso de países... con diferentes puntos de vista sobre cuestiones críticas”. India y China no son lo mismo, por cierto, pero coinciden en algo: no son Occidente, son asiáticos. Un núcleo fuerte que da soporte a una agenda con países de Africa, Medio Oriente y América Latina.
Y la tarea que asumen no es menor. El denominado BRICS Plus tendrá temas fuertes a enfrentar, como la deuda. Ella está sofocando a grados extremos a muchos países. Según Naciones Unidas, en un informe reciente, hay 54 países con enormes dificultades para no caer en default. Las perspectivas globales de bajo crecimiento y altas tasas de interés los sofocan. Ciertos analistas ya señalan que la crisis climática y de deuda se entrelazan en dinámicas perversas. Hay deudas asfixiantes que impiden a muchos Estados llevar adelante políticas sostenibles contra el calentamiento global, pero a la vez los compromisos ineludibles para enfrentar el cambio climático obligan a pedir más dinero prestado. Y, por cierto, también está el endeudamiento creciente determinado por la urgencia de pagar intereses, que lleva a más deudas. El caso de Argentina es evidente, en un arrastre que avanza como enfermedad crónica desde el 2000.
En otros casos hay incrementos de la deuda que cuesta explicar. La enorme deuda, para nuestros estándares, que arrastramos en Chile desde hace más de 15 años, producto de una decisión irresponsable por parte del gobierno de ese momento, hacen que hoy nos encontremos ante un duro desafío para hacerle frente. Somos un país que siempre cuidó mucho su capacidad de crédito, por esto, no deja de sorprender que el mandatario de entonces suspendiera las utilidades de Codelco y de las empresas mineras, arrebatando esos recursos y traspasándolos al Estado, aumentando así la deuda pública desde un 8% a un 32%. Es decir, destinó al Estado aquellos recursos que eran para otros fines: solo los intereses por año alcanzan los 3000 mil millones de dólares. Pero no queda más que pagar la deuda si cabe mantener la imagen de un país serio y confiable. Razones hay en todos lados para explicar las decisiones, pero lo concreto es que el tema de la deuda aflora también en las potencias dominantes. En Estados Unidos en mayo pasado hubo inquietud si no se autorizaba ampliar el techo de la enorme deuda que allí se arrastra. China presenta una deuda superior a tres veces el PIB, algo descomunal. Y el país más endeudado del mundo, de lejos, es Japón.
Es en medio de ese escenario donde cabe poner atención a las decisiones del BRICS de esta semana y sus derivaciones para Chile. Un tema los une: buscar la “desdolarización” del comercio mundial. Lula ha planteado con energía “la adopción de una unidad de cuenta de referencia para el comercio entre los países BRICS que no sustituirá a nuestras monedas nacionales”, y llama a “diversificar las fuentes de pago en monedas locales”. Nuevos escenarios financieros, nuevos multilateralismos. Si por nuestra economía y niveles de desarrollo también se nos puede considerar parte del Sur Global, lo que Chile posee es una experiencia fuerte en buscar las interacciones con diversas economías y geografías. No sólo somos parte de APEC realizada en Chile hace dos décadas, también impulsores desde su origen del acuerdo transpacífico llamado TTP11, firmantes con Singapur y Nueva Zelandia del Acuerdo de Asociación de Economía Digital, y con ello una diversidad de experiencias en la inserción internacional. Lo que viene: Sur Global en una vereda, Occidente liberal en la otra. Eso nos convoca a ser hábiles, oportunos y sólidos en jugar en la realidad del siglo XXI. Chile tiene una capacidad ganada de actuar con eficiencia en el escenario internacional. Es nuestra fuerza y siempre debemos mantenerla activa.
Los BRICS nos dicen que se está articulando otra multilateralidad en el mundo. Desde acá, desde Chile y desde América Latina, debemos asumir ya el desafío: desunidos nada se logra.
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